domingo, 9 de febrero de 2020

Cambio de Régimen o giro a la izquierda / Pablo Sebastián *

En la mañana del pasado lunes día 3, poco antes del inicio de la solemne apertura por el rey Felipe VI de la XIV Legislatura, en el Congreso de los Diputados se respiraba un ambiente de cambio de Régimen liderado por el presidente Pedro Sánchez e inducido por su vicepresidente Pablo Iglesias

De entrada el vuelco que pondría punto final a los pilares del edificio de la Transición no se presentaba como objetivo o meta declarada del gobierno de coalición PSOE-UP, pero se entendía que el cambio de Régimen sería la consecuencia natural de la acción incesante y premeditada de un gobierno de izquierda radical.

Sin embargo cuando vimos a Iglesias y a los ministros de Podemos en pie y aplaudiendo tibiamente, pero aplaudiendo con todo el Gobierno, la entrada de los Reyes de España en el hemiciclo del Congreso, la tensión bajó y hubo  desconcierto en las tribunas.

Incluso tras esos aplausos iniciales y los de los cuatro minutos que siguieron al final del discurso del rey Felipe VI, más de uno pensó que habría un giro hacia la izquierda en la actuación del Gobierno pero todo ello dentro de una cierta normalidad constitucional, y con la moderada colaboración de Iglesias y el resto de sus ministros.

Pero ese oasis imaginario o espejismo se ha empezado a disipar, visto lo ocurrido en la relación del Ejecutivo con el soberanismo catalán (el caos y los comunicados rectificados de La Moncloa) y el pomposo viaje de Pedro Sánchez a Barcelona para entrevistarse con el inhabilitado Quim Torra. Al que llenó de regalos, como presagio de la rendición del Estado en Cataluña con posibles indultos a los golpistas y el cambio del modelo territorial.

Y cuando vimos, en solo unas pocas horas, un vuelco radical en la Política Exterior de España, que había cuidado con esmero Josep Borrell, marcando de pronto y en público importantes discrepancias con los EE.UU., Francia y Alemania, y exhibiendo el acercamiento al régimen de Nicolás Maduro. Lo que iba mucho más allá del simple giro a la izquierda y barruntaba el golpe de timón hacia el cambio de Régimen.

Sobre todo una vez que se insistió en la reforma del Código Penal para así favorecer al golpismo catalán, mientras se lanzaba una ofensiva contra el PP para la conquista del contra poder judicial. Con la misma facilidad que este Gobierno ya controla casi todos los grandes medios audiovisuales de este país y tiene en un puño al poder económico y financiero que está tocado por escándalos y con el techo de cristal.

Y a la espera estamos de ver que ocurre con la reforma laboral del PP en este momento de repunte alarmante del paro, porque todo anuncia una política económica deficitaria y endeudada, que se aleja del modelo de la convergencia con la UE. Lo que constituiría otro vuelco del modelo que imperó en este país en las últimas décadas.

Se nos puede decir que todas estas medidas (más las subidas del SMI, las pensiones, salario de funcionarios y la eutanasia que está al llegar) son las propias de un gobierno de izquierdas que preside un Pedro Sánchez al que gusta auto calificarse de ‘el rojo’ en franca competencia con Iglesias. Y que todo ellos forma parte de una mensaje ‘cifrado’ a ERC para que le aprueben a Sánchez los presupuestos.

Pero todo ello junto y en tan solo tres semanas está incluyendo el mensaje de que, si Sánchez e Iglesias logran los Presupuestos, van a ir a por todas en pos del cambio de Régimen y ya veremos hasta donde. Porque probado está que Sánchez es capaz de todo y que su permanencia y el disfrute del poder priman sobre cualquier prioridad del interés general.

E Iglesias ya se sabe lo que piensa de la unidad de España, la Justicia, la libertad de prensa, la UE, la ‘casta’ económica  y la monarquía. Iglesias está decidido al cambio de Régimen aunque le toque las palmas al Rey, pero irá con sumo cuidado y ‘envenenando’ a Sánchez poco a poco con una muy discreta y constante poción y tentación.

Iglesias le dirá a Sánchez desde lo más alto del pico Almanzor: ‘todo esto que ves será tuyo’, mientras ambos deambulan por la senda incierta de la ambición. Pero quizás también sin entender que España es mucho más grande y profunda de lo que ellos ven en el horizonte o se imaginan a su alcance, y pueden equivocar. La pequeña y reciente rebelión del campo es tan solo una señal.


(*) Periodista


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