MADRID.- El Mar Menor, la mayor laguna salada de Europa, un ecosistema atacado
por los nitratos de la agricultura intensiva de los invernaderos y el
turismo de masas, tiene un nuevo frente. Los últimos temporales han
arrastrado hasta la laguna metales pesados de la actividad minera
abandonada en 1990. Arsénico, plomo zinc... discurren por las ramblas
que desembocan en el Mar Menor, en Murcia, añadiendo ingredientes
altamente contaminantes a esa sopa, según recuerda hoy El Confidencial.
El investigador José Matías Peñas, doctor en Minería y Desarrollo Sostenible por la Universidad Politécnica de Cartagena (UPTC), lleva años denunciando la contaminación con metales pesados de ramblas y suelos de las pedanías o diputaciones cartageneras de Llanos del Beal, el Estrecho de San Ginés y la Unión, lo que se conoce como Sierra Minera.
Sus trabajos de investigación han destapado la existencia de lixiviados
de residuos mineros procedentes de balsas con deficiencias de
estancamiento ligadas a la empresa Portman Golf, que
hasta 1990 explotó canteras y minas a cielo abierto en la zona.
En
aquella actividad tienen su origen las balsas del Descargador I y II u
otra denominada Los Blancos, que alberga restos de materiales como el
arsénico, el plomo, el zinc, el cadmio o el cobre, que en determinados
niveles ponen en riesgo la salud humana y tienen efectos sobre la
vegetación y el sistema natural.
La existencia de filtraciones en
las balsas es algo reconocido por el Gobierno de la Comunidad de Murcia,
que incluso ha abierto expedientes sancionadores a Portman Golf.
La
empresa, del grupo Unión Gestalia, dirigida por el empresario Antonio García Pedreño, ha aceptado hacerse cargo de los trabajos de estabilización, pero vecinos de la zona, organizados en torno a la Plataforma de Afectados por los Metales Pesados, denuncian falta de contundencia en la Consejería de Medio Ambiente del Ejecutivo de Fernando López Miras y advierten de la existencia en los suelos de estas poblaciones de niveles tóxicos de estos metales para las personas.
A esta problemática se han sumado ahora, como efecto acelerante, la sucesión de fuertes temporales que en los últimos años han azotado la franja mediterránea. El pasado mes de enero, coincidiendo con las fuertes lluvias de la borrasca Gloria, José Matías Peñas denunció ante el servicio de protección del medio ambiente de la Guardia Civil (Seprona) la existencia de lixiviados ácidos contaminantes con origen en uno de los vertederos que estaban siendo arrastrados hacia campos de cultivo, primero, y hacia la Rambla de Ponce, que desemboca en la zona sur del Mar Menor, en la zona de la pedanía de Los Nietos.
La denuncia ante el Seprona, fechada el pasado 21 de enero, advierte que
los vertidos pueden ser constitutivos de delitos contra el medio
ambiente, la ordenación del territorio y la salud pública.
En uno de sus
párrafos se explica que los lixiviados atraviesan una finca cuya
superficie agrícola "se encuentra en la actualidad en producción de
lechugas provocando la contaminación de los suelos sobre las que se
cultivan, pudiéndose dar origen a la bioacumulación de estos metales
pesados y metaloides en sus tejidos como resultado de su transferencia a
través del sistema radicular con el consiguiente riesgo para la salud
de los futuros consumidores".
Esos mismos metales, señala el escrito al que tuvo acceso El
Confidencial, pueden acarrear la contaminación de los sedimentos marinos
que conforman las playas de Los Nietos, Islas Menores y Mar de Cristal
con el consiguiente riesgo para los bañistas y los ecosistemas acuáticos.
Este
ingeniero, que se enfrentó al rector de la Universidad Politécnica de
Cartagena tras hacerse públicos sus trabajos, ha sido becado por un
centro de investigación de Limoges (Francia), precisamente para
continuar con las investigaciones que no puede hacer en el centro
murciano.
Pero paradójicamente, acaba de trascender un informe fechado
en septiembre de 2019 y elaborado por el grupo Garsa (Gestión,
Aprovechamiento y Recuperación de Suelos y Aguas) que certifica la
existencia de cinco metales peligrosos (arsénico, cadmio, zinc, cobre y
plomo) que superan el llamado nivel genérico de referencia (NGR) en una
de las ramblas que desembocan en el Mar Menor, la rambla del Beal: "En
todos los puntos de la rambla se superan los niveles genéricos de
referencia (NGR) para Cu, Zn, As, Cd y Pb establecidos para los suelos
naturales de Cartagena (zona 3a, grupo 4) fijados por Martínez y Pérez
(2007)".
Y, además, apunta al origen minero de estos materiales.
"Se podría afirmar que estos sedimentos tienen su origen en el arrastre
de materiales de origen minero", señala.
El informe, adelantado por 'La Verdad' de Murcia y al que tuvo acceso El Confidencial, es preocupante porque detecta concentraciones "muy por encima" de los niveles de referencia de
plomo y arsénico, con efectos graves sobre la salud y causantes de
enfermedades como cáncer, diabetes o hipertensión.
El plomo, además,
provoca problemas de desarrollo cognitivo en niños cuando se produce
envenenamiento o exposición excesiva a largo plazo. Es justo lo que la
Plataforma de Afectados por los Metales Pesados lleva denunciando desde
hace años.
En cuanto al Mar Menor, la certificación de que los temporales aceleran el vertido de metales peligrosos al fondo de la laguna añade otro elemento de alerta por la degradación del espacio natural,
muy castigado por ser receptor de residuos y pesticidas de las
explotaciones agrarias circundantes y por la sobreexplotación turística.
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