Javier Lambán, ese peculiar presidente de Aragón y
socialista que no sabe hablar sin mentar a los catalanes y que si por él
fuera faltarían cárceles para encerrar a los independentistas, ha
señalado este sábado a la salida del comité federal del PSOE que
no hay ni uno solo de los presidentes autonómicos que vaya a aceptar
"que se premie económicamente a aquellos que han sido mucho más
desleales con el Estado".
Curiosa manera de abordar los conflictos
políticos la de Lambán, situando el dinero y la lealtad en el centro del
problema teniendo, como tienen todos ellos, las de perder... y por
goleada.
El origen del conflicto catalán fue justamente ese: la deslealtad del Estado con Catalunya y
la ruptura de los acuerdos de la Transición. Lo que sucedió es que en
seguida mutó hacia el estado propio y la independencia, ya que se
comprobó que no había recorrido alguno después de tantos años de tirar
del carro español y asumir con una lealtad masoquista los
incumplimientos permanentes del Estado y la progresiva pérdida de
musculatura económica de Catalunya ante el permanente ahogo financiero
al que le sometía el Estado.
Entre diez y quince mil millones de déficit
fiscal anual dejan poco margen a Lambán para hablar de deslealtades y
de premios económicos por muy desvergonzado que uno sea.
No es el único barón socialista en esta posición tan habitual de
entender los privilegios que han tenido frente a Catalunya como una cosa
normal. En el PSOE llueve sobre mojado, ya que esto ya lo hicieron
tiempo atrás los denominados tres tenores ―Ibarra, Chaves y Bono― y de los que hoy el tal Lambán y el manchego Emiliano García-Page solo son continuadores.
Y mientras marcan perfil propio, van colocando obstáculos en el trayecto de Pedro Sánchez,
del cual aún se ha de ver cuál es su movimiento y si realmente quiere
sacar de boxes la mesa de diálogo entre los dos gobiernos.
Demasiadas veces la política es muy previsible. Tanto que en muchas
ocasiones no hay que perder ni un minuto especulando con actitudes de
estadista, cuando tan solo ha demostrado ser un permanente trilero.
(*) Periodista y director de El Nacional
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