Estoy en deuda de una posterior
explicación y aclaración de circunstancias sobrevenidas, como la
declaración institucional del MHP Torra.
El 2 de julio pasado publiqué un artículo en las hospitalarias
páginas de elMón.cat con el título "La gran estafa" que resume la
opinión que entonces me merecía la actitud de ERC. Una opinión que he
mantenido todos estos meses en un combate descomunal en las redes contra
el aparato de un partido que controla un montón de instituciones y
medios de comunicación privados, manipula los públicos y dispone de una
legión de trolls en las redes para hacer la tarea que los
ciberespecialistes llaman "hacer / deshacer reputaciones", es decir,
perseguir y tratar de aniquilar a los críticos, como hacen todos los
totalitarios, sean digitales o virtuales. Parece que el tiempo me ha
dado la razón. Era y es una gran estafa.
Como prueba, un párrafo del
artículo: "La unidad queda rota y con ella, la transversalidad. Fue un
sueño. Por supuesto, nadie reconoce la ruptura y aún menos su
responsabilidad. Se continúa invocando farisaicamente la unidad mientras
se trabaja silenciosamente por el fraccionamiento. la táctica pasa de
apostar por la unidad y la implementación del mandato del 1-O a
oscurecerse de nuevo, paralizarlo, olvidarlo. Es más importante, se
dice, "aixemplar" la base "que continuar con el proyecto
independentista".
En realidad reproducir la pieza entera me ahorraría escribir la de hoy;
porque juro que escribiría el mismo artículo. Pero no hay que pedir a
la hemeroteca que haga de hemeroteca porque ya lo es. No se hable más,
pues, y dirigimos la cuestión más caliente: ¿por qué si se veía venir,
si era tan claro, hemos llegado hasta aquí, el lunes de la vergüenza y,
de repente, estalla el escándalo, un escándalo como si nos hubiera caído
el cielo encima, como a los intrépidos bretones?
Muy sencillo: porque la innoble farsa que el país ha vivido en el
Parlamento en destruir la trampa, el hocus pocus, la escondida mentira
de la mesa de negociación (que ha quedado literalmente arrasada) ha
puesto de manifiesto el juego real de ERC de parar la independencia
hasta mejores tiempos; es decir, de negarla.
Los republicanos se han
visto forzados a deponer su ambigüedad, a apoyar la injerencia colonial
española y revelarse como lo que son: un partido español de izquierdas
que no quiere la independencia por mucho que, dándose golpes en el
pecho, Junqueras diga que no hay nadie más independentista que él. Esto es sólo para engañar.
Un partido "institucional", como el PRI mexicano,
hecho de profesionales que viven de la política y, por tanto, tienen una
relación nada amistosa con la verdad, la sinceridad y la lealtad a los
principios.
Las tartamudejants, barrocas, inverosímiles, cínicas y ridículas
justificaciones de los portavoces, cargos en todas partes, asesores y
consejeros áulicos de ERC revelaron los atónitos seguidores, votantes y
simpatizantes que todo había sido un engaño. La tesis del "gobierno
efectivo" esperando la parusía independentista se concretaba en que,
mediante una maniobra indigna, la mesa del Parlamento se sometió a la
arbitrariedad de un órgano administrativo.
Y lo hizo para la vía rápida,
sin debate en el pleno, privando a la cámara de su función esencial y
al pueblo de su representación, usurpada por una mesa y la
responsabilidad de un funcionario, detrás del cual se esconde Roger
Torrent, "un héroe de nuestro tiempo", o sea, un cobarde, incapaz de
estar a la altura de su posición. El Colón quiere que sus órdenes sean
ejecutadas con diligencia y presteza, con la obsequiosa mirada del
sirviente eficaz, muy eficaz.
Hace asco comentar la intervención del portavoz Sabrià, Tartufo
hipócrita, que se llamaba aliado del MHP Torra, a quien acababa de
apuñalar por la espalda negándole un derecho que él debería ser el
primero en defender. La argucia que agachando la cabeza y obedeciendo al
dueño (con quien ha pactado previamente la rendición) se blinda al
presidente Torra es de niños y de unos no muy espabilados.
Mañana
llegará el TS, el estado mayor de la ofensiva anticatalana de la tiranía
española, el inhabilitará y el presidente Torra ya será un presidente
catalán al uso español: depuesto, procesado, inhabilitado, multado, si
se puede, encarcelado y quien sabe ... Ahora, sin embargo, con la
entusiasta colaboración de los cipayos "republicanos" catalanes,
maestros en la jesuítica habilidad de los sumisos de obedecer al dueño
español simulando que se lucha contra él.
Pero la gente se ha dado cuenta de la gran estafa. Así terminaba mi
citado artículo y así termina este. Me había avanzado demasiado. A la
gente le ha costado seis meses y a mí toneladas de insultos, calumnias y
amenazas a las redes. Pero sí, parece que nos hemos dado cuenta, sobre
todo después de escuchar a Junqueras en la comisión del 155, que sólo sabe
hablar de sí mismo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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