Madrid está que arde, es cierto. Menudean conspiraciones políticas para que España no caiga en manos de comunistas chavistas y de aquellos que quieren despedazarla, por decirlo con palabras del PP y de Vox.
Aromas de los años 30 que agitan los medios de la capital pero que
pueden tener un efecto contrario al deseado, pues empujan a Esquerra Republicana al realismo desde que Oriol Junqueras abandonó
la teoría del 'cuanto peor mejor'. Sin embargo, las maniobras que
pretenden hacer naufragar la investidura no vienen solo de la agarrotada
política española.
Existen también en Barcelona, donde Quim Torra enciende cada día una bengala, y en Bruselas, donde Carles Puigdemont se
resiste a ser el convidado de piedra de un pacto que pondría en
entredicho su relato. La última prueba de su contrariedad por la música
pactista que suena estos días ha sido la carta del 'president' Torra a Meritxell Batet, recordándole que no iría a los actos de la Constitución con
el pretexto de que no fue votada por la mayoría de los catalanes que
hoy tienen derecho de voto (obviando que lo fue por la mayoría de
quienes podían votar en diciembre de 1978).
En Barcelona está también el
botón nuclear que Torra puede pulsar en cualquier momento, convocando eleciones autonómicas cuando más le convenga a Puigdemont y menos a Junqueras.
Los temores de los republicanos no vienen del tono desabrido que utilizan Cayetana Álvarez de Toledo o Javier Ortega Smith. Sus reservas tienen que ver con un endiablado calendario político y jurídico que no les es favorable. De ahí que hayan expresado su malhumor cuando Pedro Sánchez adelantó que esto estaba hecho, y además, sin tocar una coma de la Constitución.
ERC hace frente a un diciembre horribilis,
plagado de fechas que pueden reavivar el independentismo más irredento.
El 19 de diciembre se conocerá la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la inmunidad de Junqueras,
que puede, de rebote, dejar libre de movimientos a Puigdemont. Dos días
más tarde, Esquerra celebra su congreso, y la historia nos recuerda que
los congresos de los republicanos los carga el diablo. Para más inri,
es posible que en las próximas semanas se sepa si Torra queda inhabilitado por el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC).
Descorchar el cava
En cuanto a la decisión del TJUE, la preocupación de ERC es qué
consecuencias puede tener para Puigdemont. Efectivamente, si el tribunal
sigue la recomendación del abogado general de la UE, según el cual Junqueras es miembro del Parlamento Europeo desde su proclamación, este obtendría una gran victoria jurídica y moral, pero Puigdemont i Toni Comin podrían
descorchar el cava, pues al no haber sido condenados recuperarían su
inmunidad y no podrían ser procesados sin que el Parlamento Europeo lo
autorizara.
Según la interpretación de algunos juristas como Javier Pérez Royo, Puigdemont podría viajar, incluso a España, sin ser detenido, y podría incluso presentarse a la presidencia de la Generalitat.
Se comprende que los negociadores de ERC no pueden comprometerse a nada
antes de esta fecha. De ahí que la parte no visible de las
negociaciones esté, probablemente, más adelantada de lo que se hizo
público en un comunicado conjunto lleno de buenas intenciones pero falto de concreción sobre el qué y, sobre todo, el cuándo.
El congreso de Esquerra se celebrará con una dirección reforzada por su victoria en la reciente consulta en
la que participó el 70% de la militancia y más del 94% votó a favor de
la propuesta oficial: no investir a Sánchez si antes no hay negociación.
Solo una minoría, el colectivo Primer d'Octubre, pidió volver a votar
antes de dar el 'sí' definitivo, advirtiendo de que lo harían contra el
acuerdo si este no incluye el respeto al derecho de autodeterminación, la libertad de los presos y la anulación de todas las causas pendientes contra independentistas.
Talante asambleario
Por el momento parece que la dirección de ERC tiene la sartén
por el mango ya que, en los congresos comarcarles celebrados durante las
dos últimas semanas, esta posición no ha recabado apoyos suficientes
para trastocar sus planes. Pero los congresos de Esquerra tienen un
talante asambleario, con una militancia muy sensible a cualquier
acontecimiento imprevisto. De los que Puigdemont es experto en promover.
Por ejemplo, la convocatoria de Tsunami Democràtic con motivo del clásico Barça-Madrid del
próximo día 18. Si todo transcurre pacíficamente, servirá para recordar
que la calle sigue alerta, pero si hay altercados, y una actuación
contundente de la policía, esto también podría añadir dificultades a las
negociaciones.
(*) Periodista
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