Las ‘campanadas’ del reloj de La Puerta del Sol de Madrid que
anuncian el final de 2019 y la llegada del nuevo año de 2020 no repican
(en sus cuartos) de alegría sino que, visto lo que Pedro Sánchez ha
pactado con ERC, más bien doblan por España y sobre todo por la
Transición y la Constitución.
Porque cuando todavía no habíamos salido del asombroso informe de la
Abogacía del Estado al preso Oriol Junqueras (lo recibió con euforia
antes que el Tribunal Supremo) pidiendo su libertad, ya van saliendo a
flote como la suciedad, los puntos secretos del acuerdo que el PSOE y
ERC han sellado para que la Esquerra se abstenga en la segunda votación
del 7 de enero y Pedro Sánchez resulte elegido Presidente del Gobierno.
Según ha desvelado ERC, Sánchez propiciará desde el Ejecutivo y como
parte de su programa, una ‘Mesa entre Gobiernos’ de España y Cataluña
(sic) para abordar ‘el conflicto político catalán’. A lo que se añade el
nuevo compromiso -que anunció Iceta- de Sánchez de convocar una
‘consulta’ en Cataluña -referéndum camuflado- para avalar los acuerdos
que emanen de dicha Mesa de Gobiernos.
Y sobre los que no podrán opinar el conjunto de los españoles que son
los depositarios y legítimos dueños de la soberanía nacional. A los que
Sánchez ha excluido de su programa para rendición del Estado en
Cataluña del que se van conociendo datos alarmantes, ‘flecos’ le llaman
ellos.
Aunque todavía faltan algunos más y en especial la alusión a los
presos del ‘procés’ como primer paso hacia los indultos que serán
imprescindibles para que Junqueras, la estrella del momento, sea
candidato a la presidencia de la Generalitat.
Sánchez pudo haber logrado la investidura ‘gratis total’ el 25 de
julio pero no quiso en la creencia de que ganaría por goleada (unos 150
diputados) en los comicios del 10-N. Pero Sánchez erró y ahora en
España, ya semidesnuda como la Pedroche en ‘las campanadas’, los
ciudadanos españoles deberán pagar a escote el precio de la investidura
de Sánchez, a su sola y mayor gloria personal.
Y el PSOE callado como un muerto ante semejante degradación nacional
que deja al Rey Felipe VI, el Jefe del Estado comprometido en tan
precaria situación que pone en riesgo la convivencia nacional y el
deteriorado marco constitucional.
Se nos dirá que no es para tanto, que la Mesa de Gobiernos parirá un
ratón, que la consulta será simbólica y no vinculante y que los indultos
benefician la convivencia en Cataluña. E incluso habrá en el Gobierno
de Sánchez alguien (como Pablo Iglesias) que argumente que al recibir
estos regalos ERC renunciará a declarar la independencia de Cataluña de
una manera unilateral. Y que, una vez que Junqueras presida la
Generalitat, Puigdemont quedará aislado de España como si fuera el
Robinson Crusoe de Waterloo.
A este tipo de ensoñaciones, ajenas a la realidad y al origen de la
razón de ser del separatismo catalán, en Francia las llaman ‘Castillos
en España’. Unos castillos de naipes que se derrumbarán con estrépito a
nada que el Gobierno de España rechace cualquier nueva petición de ERC
en su ciega cabalgada hacia la independencia. O está se vea frenada por
la Justicia o el Parlamento nacional, si es que el PSOE regresa a la
senda constitucional.
‘Las campanadas’ de la media noche y entre dos años de la Puerta del
Sol marcarán un antes y un después en la Historia de este país de que,
como al parecer dijo Bismark, ‘es la nación más fuerte del mundo porque
siempre ha intentado auto destruirse y nunca lo ha conseguido’. Aunque
todo apunta a que esta vez Sánchez e Iglesias lo van a volver a
intentar.
(*) Periodista
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