lunes, 11 de noviembre de 2019

Soluciones a la contaminación de las costas del sureste español / Ángel Tomás *

Los hechos acaecidos recientemente en las costas de la importante laguna del Mar Menor en el sureste español, de gran valor ambiental, por la aparición de miles de peces y crustáceos muertos en las playas de Lo Pagán por anoxia (falta de oxígeno) debido a la alteración de sus condiciones naturales y su estado ecológico mediante impactos diversos conocidos y no controlados, obligan a estudiar y aplicar soluciones tecnológicas urgentes, muy especialmente en el sector agrícola, y su mejora progresiva, indispensable para la vida humana.

Los impactos destructivos más agresivos de los ecosistemas son: escorrentía de metales pesados procedentes de la actividad minera, contaminación progresiva del efluente (rechazo) de las aguas del mar procedente de las desaladoras y pozos, vertidos fecales y tóxicos acumulados urbanos e industriales, y los ocasionados por el uso excesivo no autorizado de determinados nutrientes y sobrantes salinos en la actividad agrícola.

Siga la Justicia investigando la culpabilidad y su penalización, y ocupémonos todos de emprender el camino constructivo de las soluciones al desastre ecológico, y en especial el de la actividad agrícola, base de la estructura económica de todo el sureste español.

Su alta calidad de suelos, clima y profesionalidad contrastan con la escasez de aguas limpias para riego, y aunque la tecnología ha conseguido avances de liderazgo, como es el riego por goteo, los nuevos sistemas para invernaderos, los bioestimulantes, entre otros muchos, es imprescindible trabajar sin descanso por nuevas tecnologías que controlen y resuelvan el déficit hídrico, de tal manera que su eficacia permita mantener el volumen de producción y calidad que exigen los mercados, sin vertidos nocivos a nuestras costas y contribuyendo con la máxima velocidad a la transición ecológica.

 Antes de trazar los caminos a emprender, se hace imprescindible diferenciar y no confundir la contaminación de la costa mediterránea y la interna del Mar Menor. En la primera deviene principalmente de las aguas tóxicas de las minas y de la progresiva procedente del “efluente” o aguas del rechazo (55%) de las desaladoras al filtrar las del mar, que se reconducen por medio de emisarios de nuevo a su origen, aumentando la salinidad y metales pesados no aceptados por los filtros, haciendo más difícil la desalación continuada.

En el Mar Menor se origina esencialmente por los vertidos de deshechos urbanos y agrícolas, canalizados conscientemente a la laguna. Dada la sensibilización social ocasionada por la degradación ambiental del segundo, pasamos a analizarlo.

El Mar Menor está influido por un conjunto de ecosistemas particulares al que se han adaptado especies con mayor tolerancia a la salinidad, debido, por un lado a su mayor evaporación concentrando más sales y, por otro, a los vertidos agrícolas, que al no disponer de aguas limpias utilizan de alta conductividad salina para los cultivos.

Las plantas absorben con mayor dificultad los nutrientes agrícolas, quedando más contaminantes en sus efluentes vertidos a ramblas que desembocan posteriormente al mar. En agricultura se riega de acuerdo con la evapotranspiración o relación entre los milímetros de evaporación anual de la zona y la dureza de las aguas utilizadas, que al ser mayor se descompensa, obligando a regar más por producirse la llamada “sequía fisiológica” con creciente contaminación.

Si en el riego se utilizasen aguas limpias como las de los ríos y embalses de lluvias, el balance evapotranspiración/riego sería cero, y quedarían eliminados los efluentes y los vertidos. En California, ejemplo de excelente agricultura, y en otros países ribereños avanzados no se autorizan las desaladoras por su alto grado de contaminación progresiva y la necesaria protección de sus costas.

El catedrático del área de producción vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena Alejandro Pérez Pastor, acreditado investigador sobre la gestión sostenible del riego, la reducción de su aplicación manteniendo la producción y calidad de las cosechas utilizando sensores a distintas profundidades, ha obtenido resultados positivos en las explotaciones agrícolas disminuyendo la lixiviación de agua y nutrientes, y como consecuencia las emisiones de CO2 al reducir la energía necesaria en el bombeo del agua.

Su eficaz actividad investigadora demuestra la necesidad de implantar un sistema de asesoramiento a empresas y agricultores sobre la gestión sostenible del riego, lo cual coordina perfectamente con los Objetivos del Desarrollo Sostenible aprobados en la Asamblea General de la ONU en 2015 a favor de las personas y el planeta.

Soluciones básicas 


Las soluciones básicas al plan urgente de recuperación del Mar Menor y de las costas mediterráneas del sureste español son las siguientes:

1. Construcción urgente de las redes de alcantarillado necesarias y su depuración, que impidan los vertidos a aguas marinas de los deshechos urbanos de cualquier clase de cada uno de los municipios costeros. Se prohibirá otorgar licencias para ejecución de obras no integrantes a dichas redes. Se vigilarán y penalizarán los desacatos o actos ilegales. Aquellas construcciones cuyos desagües queden fuera de la red, por imposibilidad de conexión, deberán ser derribadas.

2. En una reciente mesa de trabajo sobre “Cultivos Leñosos”, presidida por el que fuera profesor de la especialidad en la Universidad Politécnica de Valencia y posteriormente en la Miguel Hernández de Elche, Rafael Martínez Valero, en la actualidad asesor internacional de empresas agrícolas líderes, expuso la necesidad de crear una “Cartografía Aérea” que permita dotar a esa superficie de agua de acuerdo con la evapotranspiración que las plantas tienen en la zona, con lo que se conseguiría el balance cero, no habiendo ni efluentes ni vertidos.

En caso de que se produjera en un lugar en concreto, se obligaría a bombearlas a estanques de desecación bajo la figura de cooperativa. Este sistema se ha implantado en varios países para proteger el medio ambiente, como en Chile con el agua de relave de sus minas, impidiendo la utilización de aguas duras y aprovechando sus materiales secos como aglomerante de asfaltos en las carreteras.

3. Ejecutar las obras públicas necesarias para intercambiar aguas entre el Mediterráneo y el Mar Menor, lo que aceleraría el saneamiento de este último.

Las medidas expuestas han de ser acometidas de inmediato para regenerar y crear un ambiente natural. Para ello, hace falta voluntad política, como la tuvieron en su día Indalecio Prieto, ministro de la Segunda República que, con sentido de Estado, en unión con el ingeniero Lorenzo Pardo, hizo el proyecto del trasvase al sureste español.

Conviene también recordar que, con el mismo sentido de Estado, José Borrell desarrolló el proyecto del plan de intercomunicación nacional de las cuencas de los ríos de España, en la actualidad aún más imprescindible debido al cambio climático ya iniciado.

Aunque aún no se conoce en profundidad y extensión, es de conocimiento público que el Ministerio para la Transición Ecológica ha confeccionado una hoja de ruta para la recuperación del Mar Menor. Una gran noticia que debemos apoyar y contribuir a su desarrollo y ejecución como prioritaria y beneficiosa para toda la Nación.



(*) Economista y empresario

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