Un abandono por parte de todos, un cúmulo de ilegalidades continuadas,
consentidas y silenciadas, y la avaricia y el egoísmo de unos pocos han
condenado a esta maravillosa laguna salada.
Vertidos de todo tipo que
parece han pasado inadvertidos durante años, sin control, ni vigilancia,
han llevado esta zona a una situación crítica. Ahora nos llevamos las
manos a la cabeza.
Pero no hicimos nada cuando era necesario. Y los que
pudieron hacerlo callaron. Habrá que preguntarles por qué. En España
hacemos bien lo de tirar piedras contra nuestro propio tejado.
Lo del
Mar Menor, creo, es una cara más de la corrupción. Ha colapsado de
corrupción. De otra manera, esto no habría podido suceder.
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