miércoles, 13 de noviembre de 2019

La crisis climática y el brillo de los farsantes / Pedro Costa Morata *


No puedo ocultar el rechazo que, desde siempre, me producen las formas, las palabras y las actitudes de los altos patronos de las empresas eléctricas. Y mucho menos cuando se trata de Iberdrola, constituida tras la fusión, en 1992, de dos de las empresas más contaminantes (humos de sus centrales térmicas) y nocivas (inundación de valles poblados para sus embalses hidroeléctricos) de nuestra historia industrial: Iberduero e Hidroeléctrica Española; empresas que prosperaron durante decenios con la protección exquisita del franquismo y que, llegado el momento, provocaron la sublevación de buena parte del país contra sus centrales y proyectos nucleares, envolviéndome a mí y complicándome la vida.

Si en este marco de privilegio histórico, que de la dictadura pasó indemne a la democracia, incluimos que ésta, Iberdrola, tiene en su haber la artera intención de ubicar en la Marina de Cope aquella central nuclear que en 1974-75 tuvimos que combatir y neutralizar, más su permanente insidia por urbanizar el Parque Regional de Calnegre-Cabo Cope, para así lucrarse en los terrenos que ahí posee desde su frustrada operación nuclear, resulta imposible ignorar su papel antiecológico y antisocial en general, por más que venga gastando millones en mostrarse como 'empresa verde' preocupada por el medio ambiente.

El protagonismo de Iberdrola como empresa tóxica nos lo recuerda con su pose de militante climático el actual presidente y consejero-delegado, Ignacio Sánchez Galán, que ha debido llegar a la conclusión de que su singular inteligencia le habilita para tomarnos por tontos a los demás.

No soporto, antes y por encima de su palabrería, que por dirigir su empresa se embolse casi diez millones de euros anuales, equivalentes a quinientas veces, si no más, los ingresos del español medio: ni sus méritos personales pueden hacerlo acreedor de esas cantidades, ni esa filosofía desvergonzada de la empresa privada (¡de servicio público, en este caso!) que se permite hacer lo que le viene en gana en materia de remuneraciones.

Anótese, pues, mi acusación básica a millonario tan escandaloso por su falta de pudor crematístico y, en consecuencia, por su incapacidad intrínseca, no solamente para pretender atención sobre sus opiniones ajenas a su negocio sino, menos aún, para mostrarse en adalid de la menor sensibilidad socioecológica; su mundo está en las antípodas del de la mayoría de nosotros.

Pues, pese a la descalificación de que yo le hago objeto (que quiere ser sobre todo moral y que seguro que comparten varios millones de españoles), Sánchez Galán viene desarrollando una interesada cruzada a favor de la urgente y masiva implantación de energías renovables para frenar el cambio climático, aparentando que se alinea con la creciente angustia general cuando lo que hace, meramente, es cuidar de su negocio.

Y como ni vale todo ni todos merecen ser escuchados, ni siquiera cuando de conjurar el cambio climático se trata, se hace necesario dirigir a tan exitoso empresario algunas observaciones al caso ya que, en efecto, no pasa día sin que algún medio de comunicación recoja sus opiniones sobre la urgencia de actuar ante el cambio climático y de sustituir las centrales térmicas por renovables.

De lo que no cabe duda es de que este conocido capitán de empresa ha captado perfectamente el oportunismo de la crisis climática, y es que las inmensas necesidades de inversión que se harán necesarias garantizan la salvación de ese mismo capitalismo desarrollista y depredador que, con sus diversas formas conocidas y permaneciendo impune, ha ocasionado la tragedia ecológica planetaria.

Yendo al grano, y obviando los detalles de un repetitivo discurso energético, tan machacón como hipócrita, lanzo a Sánchez Galán estas propuestas (verdaderamente) socioambientales.

La primera, imprescindible para que se le pueda considerar un ciudadano español homologable, es que done la mitad de sus ingresos anuales a los grupos ecologistas de la Región de Murcia, ya que es la tierra a la que más viene dañando en calidad de presidente (y heredero societario) de la contaminación en sus centrales de Escombreras desde hace sesenta años, del trauma social producido por el proyecto de Cabo Cope y del desafío a la legalidad que mantiene desde su finca en Marina de Cope; nos cabe la tranquilidad de que, con cinco millones de euros de ingresos anuales, no queda desamparado.

La segunda se refiere a la transferencia gratuita de sus trescientas hectáreas en Marina de Cope a una fundación auténticamente ecologista de defensa del litoral peninsular (gesto con el que, estoy seguro, mejoraría mucho su imagen si, además, admitiera mi presencia para negociar el asunto).

La tercera, que la empresa de su digna dirección salga de la organización lobbista en Bruselas, la aborrecida Mesa Redonda de Industriales o, al menos, haga periódica y fidedigna cuenta de sus reuniones con los comisarios europeos y altos funcionarios, en las que cuida, con eficacia demostrada, que sus intereses se impongan a los de los ciudadanos de la UE.

La cuarta es que declare ante notario (por si acaba escapando a la justicia, como máximo responsable del vistoso entuerto) los verdaderos contenidos de los contratos de Iberdrola con el insigne, y nunca bien ponderado, comisario Villarejo, especialmente los referentes a la vigilancia y la pretendida manipulación de los ecologistas que se oponían a su central eléctrica de Arcos de la Frontera (Cádiz).

Finalmente, por no agobiarle más en sus ocupaciones de brillante y tantas veces galardonado empresario, sería bueno que tranquilice sus ardores de líder internacional por el clima asumiendo que este drama hará inevitable a medio plazo la nacionalización de Iberdrola, que exprese su interés en esta causa adelantándose a lo irremediable y que predique esta buena nueva entre sus accionistas (a los que llena sus bolsillos con tanto acierto) mostrándose, así, como el agudo visionario que cree ser.

Mientras tanto, haga el favor de respetarnos, a ecologistas y ciudadanos mileuristas en general, y déjese de monsergas ambientalistas el señor Sánchez Galán.


(*) Ingeniero, profesor y activista ambiental


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