miércoles, 13 de noviembre de 2019

Las prisas de Sánchez revelan malestar en el PSOE / Pablo Sebastián *

¿Por qué Pedro Sánchez ha llevado tanto en secreto, de espaldas al Comité Ejecutivo del PSOE y con tanta urgencia el pacto de gobierno de coalición con Podemos y con Pablo Iglesias de vicepresidente? Y ¿por qué Carmen Calvo y José Luis Ábalos-insolente en su última rueda de prensa- fueron excluidos de la negociación con Podemos en la que participaron Adriana Lastra e Iván Redondo?

La respuesta a estas interrogantes sólo puede ser una: Sánchez detectó entre ciertos dirigentes del PSOE máxima preocupación ante el pacto con Podemos y ERC. Y alguien especuló con la oportunidad de que Sánchez se fuera a la Comisión Europea para ocupar el puesto de Josep Borrell y que el político catalán pudiera presidir en Madrid un Gobierno constitucional y de unidad nacional con PSOE, PP y Cs.

La que sin duda hubiera sido la mejor solución para España, la estabilidad del país y para blindar la economía y actuar contra los desafueros de Torra y las pretensiones soberanistas de Bildu y ERC.

Y lo que a Pedro Sánchez le sonaba a la repetición del golpe de mano en el Comité Federal del PSOE del 1 de octubre de 2016, que le obligó a dimitir en la Secretaría General del partido.

Para luego regresar al poder del PSOE en su nuevo rol de ‘resistente’ y de ‘el rojo’, que hoy exhibe de tan temeraria manera, ninguneando a su partido y como aviso o advertencia a navegantes de los poderes económicos y de la vieja guardia del PSOE. Los que ahora están horrorizados con la presencia de Iglesias en el Gobierno de España, como lo están importantes instancias internacionales en Francia, Alemania, EEUU, la UE y la OTAN.

Se podría decir que Sánchez, desde su autoritarismo proverbial, amenazó al sector más constitucional del PSOE con el riesgo de una ruptura del partido si alguien se oponía públicamente a su gobierno de coalición con Podemos. Aunque en su fuero interno el PSOE ya está prácticamente roto desde que Sánchez regresó a la secretaría general.

Pero el sector reticente y constitucional del PSOE, que incluye a Gonzalez y varios barones regionales, están convencidos de que Sánchez se equivoca con Podemos, ERC y su política catalana como el tiempo, muy pronto, va a demostrar. Las peticiones de ERC de negociación con ‘relator’ y ‘amnistía’ -que es inconstitucional- para los políticos presos y prófugos, ya ha puesto los pelos de punta a más de uno.

Y aunque da la impresión de que ERC se abstendrá en la investidura para facilitar el gobierno de coalición de Sánchez e Iglesias, también se espera que el precio que Sánchez pagará por ello será los indultos en los primeros meses de 2020 para que Oriol Junqueras, ya indultado, salga de la cárcel y se pueda presentar como candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones catalanas de la primavera próxima.

Cumpliendo así los objetivos de aquella breve conversación de Sánchez con Junqueras en el Congreso cuando le dijo el catalán: ‘tenemos que hablar’, y Sánchez le respondió: ‘hablaremos’. Consecuencia, Sánchez a La Moncloa y Junqueras a la Generalitat.

E Iglesias como unas castañuelas y a punto de saborear la vicepresidencia del Gobierno de España, cuando precisamente entre Sánchez y él acaban de perder, en la noche del 10-N 10 diputados y millón y medio de votos que nunca volverán a Podemos y al PSOE.

Sánchez se ha puesto España por montera pero esos desplantes en el Ruedo Ibérico no suelen gustar ni prosperar y si no al tiempo y a esperar.


(*) Periodista


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