domingo, 6 de octubre de 2019

España ahora; Cartagena después / Ángel Montiel *

Sostenella y no enmendalla. El PSOE de Cartagena se ha convertido definitivamente en un partido extraconsistorial. Y todo por la aplicación rutinaria de un concepto burocrático de disciplina interna ajeno por completo tanto al interés general como al de la propia organización.

Hoy, el PSOE es en Cartagena un partido disgregado, con alguna agrupación que vende los votos de su zona a cualquier otro grupo (empezando por el PP), sin que esto conlleve actuación disciplinaria alguna, con cuadros disminuidos y con una gestora dirigida por Lourdes Retuerto, de toda confianza del secretario regional, pero que en vez de aplicarse a la urgente reconstrucción orgánica, ha de dividir su tiempo en la gratificación del Senado, para el que fue cooptada a los pocos días de aceptar la dirección del partido.

Es curioso que en la resolución del comité de garantías de Ferraz que concluye con la expulsión del PSOE de Ana Belén Castejón y del resto de concejales de su equipo se admita que «en cuanto a los acuerdos supuestamente alcanzados con la dirección regional, no se pueden confundir conversaciones políticas mantenidas entre las partes con los acuerdos adoptados por los organismos competentes».

Entonces, ¿de qué habrían valido esas conversaciones y los compromisos derivados de ellas en su momento si al final todo ha de ser remitido a la letra de los reglamentos? Tal vez quepa deducir que no se tomó en consideración la línea de los acuerdos verbales de la alcaldesa con la dirección regional precisamente porque tales acuerdos fueron hechos públicos. La disciplina reglamentaria es, en consecuencia, una derivada que puede o no utilizarse, o hacerlo a conveniencia. En esta ocasión se ha hecho de un modo tan ejemplar como infructuoso y suicida.

Tiene gracia que en una fase en que el PSOE lanza sutiles guiños a un posible pacto estatal tras el 10N con Pablo Casado, se castigue con la expulsión definitiva a Castejón por haber facturado un pacto local con PP y Cs por causa de urgencia para impedir un gobierno en minoría cuya naturaleza va más allá de la derecha convencional: el populismo local de pandereta y boina. Los socialistas están en el 'España ahora', y dejan Cartagena para después.

En realidad, lo que molestó a la dirección regional del PSOE de la posición de Ana Belén Castejón es que interrumpía la pretensión del secretario general del partido, que consistía en ofrecer la alcaldía al minoritario Ciudadanos para que éste correspondiera a tal generosidad con un pacto autonómico que hubiera llevado a Diego Conesa a la presidencia de la Comunidad.

Esta es la razón del pacto consumado con Ciudadanos en Lorca y el que se intentó en paralelo, sin conseguirlo, en la capital murciana. Las tres grandes ciudades para Ciudadanos y la presidencia regional para el PSOE.

Pero aparte de que Ciudadanos ya había elegido, después de las elecciones, a su 'socio preferente', en Cartagena era necesaria la colaboración del PP, que no estaba dispuesto a regalar su abstención en ese diseño.

Ante el fracaso de esa vía, la candidata socialista aceptó el modelo alternativo que se le ofrecía, ingeniado por importantes estamentos cartageneros y rematado en Murcia por CROEM, que venció en última instancia la resistencia inicial del presidente Fernando López Miras a bendecir el proyecto.

Ese modelo significaba que el PSOE gobernaría dos años y que el MC quedaría neutralizado. En vez de dejar a Cartagena al pairo de los jaleos y de la demagogia localista, la emergencia tripartita podría al menos plantearse un programa consensuado y sensato de gobierno, que fue presentado con todo detalle el pasado mes de septiembre.

El PSOE ha tenido oportunidades de exhibir su reglamento disciplinario en muchas ocasiones, especialmente hace años, cuando denunciaba la gestación de la burbuja inmobiliaria, atribuida a la gestión de Valcárcel, mientras los alcaldes socialistas convertían en urbanizable la totalidad del suelo de sus respectivos municipios.

Ahí tuvieron los socialistas la oportunidad de promover algunas expulsiones antes de que la corrupción se llevara a algunos de esos alcaldes o acólitos por delante junto al desprestigio del partido.

Castejón no era la candidata favorita de Diego Conesa, pero el secretario general presume de que la apoyó sin fisuras, tanto desde la delegación del Gobierno, de la que era titular, como con un programa de visitas ministeriales, pero acaba descontando que él, como candidato autonómico obtuvo más votos que la alcaldable.

Mira lo que hice por ti y cómo me lo devuelves. Es cierto que Castejón actuó por libre al firmar tan novedosas alianzas sin consultar a la organización regional a sabiendas de que le sería negada la iniciativa (como en un primer momento le ocurrió a la popular Noelia Arroyo ante López Miras), pero el resultado es, sobre el papel, más beneficioso para Cartagena que un gobierno del histriónico MC en minoría y sin posibilidad alguna de pacto.

Esto es lo destacable entre el ruido que provocan José López y sus partidarios y al que los socialistas no debieran sumarse, pues al fin y al cabo, con carné o sin carné, la alcaldesa y los concejales de su equipo, constituyeron la oferta electoral del PSOE para la ciudad.

Castejón remitió el pasado 25 de septiembre una carta al secretario de Organización del PSOE y uno de sus avalistas electorales en las municipales, José Luis Ábalos, en la que le sugería la necesidad de «aunar esfuerzos» ante las elecciones generales y se quejaba de que el delegado del Gobierno había suspendido la relación institucional con ella, pues «no nos facilita información sobre la llegada de inmigrantes», desvelando así la estrategia del PSOE para Cartagena: el delegado se propone actuar en la práctica como alcalde de la ciudad en lo que le compete saltándose el protocolo oficial.

Le pedía Castejón también a Ábalos el cierre del expediente de expulsión, ya se ve que sin éxito, ni siquiera para obtener una respuesta negativa. El PSOE yerra y no se enmienda al preferir la burocracia a la política.

Luis Belló será el nuevo director de la Radio Televisión Murciana


La tele, siempre la tele. ¿Qué tendrá la tele? En el pacto de Gobierno PP-Cs no había mención alguna a la televisión autonómica, que quedaba adscrita al campo de competencias en manos del PP.

Pero llegado el momento del nombramiento del nuevo director general de RTVM, el presidente de la Comunidad se decantó por Alejandro (Alex) García Villalba, mano derecha del director general de La7, Antonio Peñarrubia.

García Villalba hace las veces de jefe de informativos aunque en la práctica esa función la ejerce Peñarrubia y con mano de hierro.

Alex es tan buena persona como, a la fuerza obligan, bien mandado. Y en consecuencia López Miras decidió su nombramiento. Pero éste había de pasar por la Asamblea Regional, y exige el plácet de Ciudadanos y de Vox para obtener la mayoría necesaria.

En Ciudadanos saltó la alarma: ¿cómo se pretende que un empleado de la concesionaria para la gestión de La7 sea el encargado de controlar el cumplimiento del contrato por parte de la misma productora, Secuoya, que lo tiene en nómina?

A cualquiera le parecería un contradiós. Aparte de que con ese nombramiento se detectaba una implícita preferencia sobre la intención del Gobierno acerca de la resolución del concurso en marcha para la renovación de la licencia de explotación: todo empieza y acaba en Secuoya.

Ahí es donde entra la vicepresidenta, Isabel Franco, quien propone para el cargo a la redactora de Onda Regional Marta Ferrero. Esto no cae nada bien en el PP, pues se daba por sobreentendido que le correspondía a éste decidir el nombramiento. Ferrero queda, a su pesar, definida entonces como 'la candidata de Ciudadanos', y el PP la descarta. Pero Franco insiste y llega incluso a ampararse en el PSOE para tratar de sacar adelante esa opción en la Asamblea.

Y en Ciudadanos se funden los plomos. La portavoz del Gobierno, Ana Martínez Vidal, y el portavoz parlamentario del partido, Juanjo Molina, a la par, deducen que la dirección de RTVM no es asunto principal como para provocar tan pronto una crisis de relación entre los partidos coaligados.

E instan a que intervenga la dirección nacional de Ciudadanos para despejar el entuerto (Ciudadanos-Madrid decide en Murcia hasta el color del papel de váter de la sede regional).
Y así vamos a una tercera vía: ni García Villalba ni Ferrero; una nueva opción consensuada, dejando la iniciativa de la propuesta al PP.

Luis Belló, uno de los redactores fundacionales de Onda Regional, con una trayectoria dedicada fundamentalmente a la sección de Deportes. Su nombre ya sonó en alguna otra ocasión, pero esta será la decisiva. Si entre unos y otros no lo queman desde hoy al próximo miércoles, será nombrado director general con los votos de PP, Cs y Vox y la probable abstención del PSOE.

El reguero que ha dejado este proceso es especialmente ilustrativo de lo que empieza a pasar en el Gobierno PP-Cs y, sin sorpresa alguna, de lo que ya viene pasando en el propio interior de Cs desde el mismo comienzo del pacto. Las relaciones entre la vicepresidenta, Isabel Franco, y la portavoz, Ana Martínez Vidal, son inexistentes y de evidente competencia y desencuentro.

La vicepresidenta intenta darle contenido a ese cargo, que se muestra simplemente formal y vacío de contenido, mientras la portavocía hace de eje entre las dos partes del Gobierno y proyecta una visibilidad más transversal que la de Política Social en que se aplica Isabel Franco. El pulso entre ambas consejeras de Ciudadanos proyecta en los agentes sociales más morbo político que el que desprende la primera experiencia de coalición entre dos partidos distintos.

Hay quienes auguran que la ruptura interna de Ciudadanos se adelantará a una posible quiebra, mar adentro de la legislatura, entre PP y los naranjas. El nombramiento del nuevo director general de RTVM ha sido el primer síntoma de que, con cualquier pretexto, pueden saltar chispas.

El primer y más avispado conocedor de estas circunstancias es el presidente, Fernando López Miras, quien ya se encargará de dibujar los escenarios para que avancen las cada vez menos soterradas rencillas que se perciben en el interior de Ciudadanos. De momento, su posición es la de favorecer el protagonismo de Martínez Vidal, que es cuña de la madera PP y dispone de una mayor capacidad de adaptación.



 Pedro Pablo Hernández, favorito de los empresarios


Solo hay un impedimento para que el presidente saliente de la confederación empresarial de Cartagena y comarca, COEC (dejará esa responsabilidad en el inmediato congreso de la organización), sea nombrado presidente de la Autoridad Portuaria: que se decida a hacerlo quien lo tiene que nombrar, el jefe del Ejecutivo Regional, Fernando López Miras.

Todos los sectores influyentes en el organigrama del Puerto, el Gobierno municipal de Cartagena, la mayoría de los empresarios de la zona y, desde luego, la patronal regional, apuestan (y presionan) para que Hernández, que ahora ejerce interinamente la presidencia del Puerto, pase a dirigirlo en plenitud de funciones.

López Miras ha descartado todas las 'piezas políticas' que han ocupado los rumores hasta ahora, y parece tener en la manga el nombre de un ingeniero independiente.

Hernández concita el máximo consenso social, pero es incómodo para el presidente local del PP, Quino Segado, anterior inquilino del despacho portuario, al que recaló en el paréntesis en que se decidía su futuro político.

Segado es muy celoso de su poder local, y visto que el municipal está en manos de Noelia Arroyo, a quien hubo de ceder el número uno de la candidatura a la alcaldía, no quiere que los poderes anexos conformen un bloque que él no pueda controlar.

Por otro lado, Hernández mantiene relaciones de confianza con la anterior alcaldesa popular, Pilar Barreiro, a la que Segado, a pesar de haber crecido políticamente a sus faldas, pretende mantener lejos de cualquier influencia, siquiera sea formal.

Tal vez por esta razón López Miras lleve tiempo sin decidirse a dar una solución al Puerto: de un lado querría satisfacer la 'demanda social', y de otro conformar a la organización local del PP, a la que necesitará, a pesar de su constatada insuficiencia, cuando convoque el congreso para revalidar su liderazgo.


(*) Columnista




No hay comentarios: