lunes, 12 de agosto de 2019

Pedro Sánchez intentará una apuesta ciega con nuevas elecciones / José Oneto *

Unas nuevas elecciones en noviembre no cambiarían esencialmente los bloques izquierda-derecha, continuaría el actual bloqueo político, se produciría una notable recuperación del Partido Popular que sería el partido que más crece (ganaría hasta 17 escaños), a costa de Ciudadanos y de Vox, mientras el partido socialista aumentaría algo su número de escaños (entre seis y siete), según las encuestas realizadas por NC Report para La Razón y la de Celeste.Tel para eldiario.es.

Los dos sondeos, realizados los primeros días del mes de agosto y tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez el pasado 25 de julio, tienen poco que ver con lo avanzado por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). En su barómetro del mes de julio, el CIS colocaba al partido socialista casi trece puntos por encima de sus resultados de abril, con una bajada del PP de hasta tres puntos (cuatro a Ciudadanos), con un punto a Podemos y casi seis a Vox. Esa mismo barómetro del CIS colocaba al partido socialista a mas de 25 puntos de ventaja (27,6) con el PP.

En las encuestas hechas públicas este lunes hay una clara recuperación del Partido Popular (a costa, sobre todo de Ciudadanos) y una subida pequeña del PSOE, a costa de Podemos, que arroja un claro balance: se repite la situación de bloqueo actual y, el PSOE sigue necesitando a Unidas Podemos y a los independentistas para la investidura, mientras las derechas siguen sin posibilidades de articular una alternativa que le permita presentar un candidato con suficientes apoyos para ser propuesto por el Rey tras el correspondiente turno de consultas. 

Cualquier alternativa de Gobierno sigue girando pues, en torno al PSOE, con lo que se repite lo que viene sosteniendo Pedro Sánchez: cualquier salida política pasa, necesariamente, por el PSOE.

En cierto modo, se repite el mismo fenómeno político de las elecciones generales de 2016 con Mariano Rajoy, que tuvo que ir a unas nuevas elecciones generales después de conseguir en las generales de 2015 el mismo número de diputados que tiene ahora Sánchez: 123. En aquella situación, Rajoy se negó a ir a una investidura, aunque fuese para poner en marcha el proceso constitucional que necesita de una primera investidura para, fracasada, pueda convocarse elecciones generales, de nuevo, en el plazo de dos meses. 

El proceso lo puso en marcha entonces Pedro Sánchez presentándose como candidato, apoyado por Ciudadanos. Su candidatura fue vetada por Podemos. En esas circunstancias de generales de 2016, Rajoy subió cinco puntos en porcentaje de votos, ganando 14 diputados, prácticamente el doble de lo que crecería el PSOE de acuerdo con las encuestas de hoy.​

En esas circunstancias, el bloqueo siguió y Rajoy fue investido Presidente, gracias a la abstención del PSOE, aunque eso produjo la dimisión como diputado de Pedro Sánchez, que no quiso ir en contra de la decisión del Comité a Federal del PSOE de abstenerse en la investidura, algo que sí hicieron los más fieles a Sánchez, quince diputados que votaron “No”. Es curioso cómo las situaciones se repiten casi miméticamente y como los personajes vuelven a interpretar el mismo papel que interpretó su adversario político. 

En esa situación se encontrarán tanto Pablo Casado como Albert Rivera, si se confirmaran esas dos encuestas y se repítese el mismo escenario que el que vivió Rajoy después de las generales de 2016.

Creyendo firmemente a José Félix Tezanos, director del CIS, el candidato Pedro Sánchez, tras un mes de agosto lleno de dudas, temiendo que Pablo Iglesias no acepte ese gobierno monocolor a la portuguesa, apoyado desde fuera por otras fuerzas políticas con un programa progresista (en lo que están ya tanto Izquierda Unida como el sector Anticapitalista de Unidas Podemos), está a punto de hacer una apuesta ciega, esperando una carta, para hacer un full, basándose en el trío que ya tiene amarrado. 

Sabe que es una jugada peligrosa pero apuesta convencido, de que los otros dos jugadores, Populares y Ciudadanos, parten en peores condiciones que él y, que su pareja de juego, Podemos, teme, con razón, que el juego, inevitablemente, le irá peor…

Estamos, de nuevo, ante un Chicken Game, pero ahora, con un clima más enrarecido, en el que la desconfianza lo ocupa todo. Ha sido el leit motiv del verano. Hemos pasado de no fiarse Sánchez de Pablo Iglesias y de sus intenciones de formar un Gobierno dentro del Gobierno, liderado por su compañera sentimental, Irene Montero, como una nueva Evita Perón, a desconfiar de todo el partido, hasta el punto de ser ya incompatible con el PSOE. 

En esas circunstancias, a Sánchez no le queda más posibilidad que intentar esa difícil y arriesgada, apuesta ciega…


(*) Periodista y economista


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