Cuentan en Zarzuela que Felipe VI no ha tenido, desde su acceso a la
Jefatura del Estado en junio de 2014, un periodo de estabilidad política
de más de dos años, después de pasar por tres elecciones generales, en
poco menos de cuatro años. Su padre, el rey Juan Carlos, en sus 39 años
de reinado, a pesar de los numerosos problemas de la democracia
española, vivió una estabilidad política que, ya la quisiera para sí, su
hijo Felipe VI.
Desde 1976, la existencia de dos partidos, primero UCD y PSOE y,
después, Partido Popular y Partido Socialista, se crea un tejido
político basado en un bipartidismo imperfecto junto con Izquierda Unida
y partidos autonomistas, como Convergencia i Unió (CiU) y Partido
Nacionalista Vasco (PNV). Estos dos últimos partidos, son los que juegan
para formar mayorías para que siga gobernando ese bipartidismo,
haciendo el papel de partidos bisagras, primándoles electoralmente, para
asegurar el bipartidismo, según decidieron en su día, los padres
fundadores de la Constitución.
Es en 2014 cuando, tras las movilizaciones multitudinarias del 15-M,
como consecuencia de la grave crisis económica que expulsa del Estado de
Bienestar a millones de españoles, cuando surge Podemos, cuyo primer
éxito electoral es colocar en Europa a cinco eurodiputados con 1.253.837
votos. Un fenómeno desconocido en un partido formado en unos meses.
En
las primeras elecciones Generales de 2015, con cinco millones
doscientos mil votos, consigue 69 diputados, para, en las generales
del año siguiente, al no llegarse a un acuerdo en la investidura de
Mariano Rajoy, Unidos Podemos, tras vetar la candidatura de Pedro
Sánchez, con poco más de cinco millones de votos consigue 71 escaños que
se convierten en 42 el pasado 28 de abril.
El cuarto partido, Ciudadanos, después de ser el partido más votado
en las elecciones autonómicas catalanas convocadas en diciembre de 2017
por el Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, tras la aplicación del
artículo 155 (gana once diputados de 25 a 36 representantes en el
Parlament), y ejercer la oposición, tras un pacto de todos los partidos
independentistas, pasa de 32 diputados en 2016, a 57, el pasado mes de
abril, al tiempo que aparece un quinto partido, Vox, que coloca a 24
diputados en el Parlamento.
En cinco años, el país ha pasado de ese
bipartidismo imperfecto, con el que ha convivido el rey Juan Carlos, a
un pentapartito, con Felipe VI, un sistema que destierra las mayorías
absolutas y exige acuerdos y pactos entre partidos, para llevar a buen
puerto una investidura.
Con este complicado escenario el rey Felipe VI, volvía a repetir el ceremonial que se viene produciendo desde hace cuatro años
y, después de recibir a los responsables de los distintos grupos
políticos, decidía comunicar a la Presidenta de las Cortes, Meritxell
Batet, que designa a Pedro Sanchez Perez-Castejón como candidato a ser
investido Presidente del Gobierno.
La reacción inmediata de parte de la
oposición y, sobre todo de Podemos, es que el candidato no ha sondeado
con ningún partido para saber con quién cuenta para poder ser investido.
El problema es que el candidato tiene todas sus dudas, que se encuentra
con una oposición que ha anunciado que no le votará y un posible
aliado, Podemos (ahora, Unidas Podemos) que defiende que lo que ha
votado el país es un Gobierno de Coalición con ellos y que el mismo día
en que Iglesias se entrevista con el Rey dice que una investidura con
Ciudadanos es un fraude electoral.
El problema es el número maldito 123. 123, fue el número de diputados
que obtuvo Mariano Rajoy en las elecciones de 2015 y se negó a ir a la
investidura, a pesar de los deseos y consiguiente disgusto del Rey, que
vio como todo el proceso de una nueva legislatura se paralizaba, porque
al no iniciarse una investidura por no haber candidato, no podía
ponerse en marcha el proceso de disolución de las Cámaras para la
convocatoria de unas nuevas elecciones.
Después de mucho, se produce un
acuerdo de Pedro Sánchez con Rivera. Es el ‘Pacto del abrazo’ porque se
firma en el Congreso de los Diputados en la sala donde hay un cuadro de
Juan Genovés, titulado precisamente “El Abrazo”. El Pacto incluye todo
un programa de gobierno y doscientas medidas que hoy, tendrían total
viabilidad. Sánchez se presenta a la investidura, pone en marcha el
calendario constitucional y, al final, para asombro de Íñigo Errejón,
que está a su lado en el hemiciclo, y no se lo puede creer, Pablo
Iglesias boicotea la investidura de Sánchez y se convocan nuevas
elecciones en las que Rajoy entierra el número 123 y apuesta al 137.
En este segundo acto, Sanchez se encuentra, como Rajoy con el mismo
número de diputados que el expresidente: 123. Pero tiene más capacidad
de maniobra, aunque tiene a Pablo Iglesias que día si y día también
insiste en que, un gobierno a la portuguesa con un pacto de programa de
Gobierno (que es lo que quiere Sánchez), no sirve y que la única fórmula
es un Gobierno de Coalición en el que es evidente que quiere entrar él
después de la debacle electoral del 28-A y, el 26-M.
Pedro Sánchez,
después de su pacto con Macron y formar en Europa el eje
Paris-Madrid-Berlín y convertirse en uno de los dirigentes claves de la
socialdemocracia en Europa (el PSOE ha sido el más votado del grupo
socialdemócrata del Parlamento Europeo) necesita jugar otras cartas.
De
ahí su acercamiento a su antiguo socio del Pacto del Abrazo que tiene 53
diputados y que le coloca en una mayoría absoluta de 180 diputados
frente a una mayoría con Podemos de 169 escaños que necesita de
complicados pactos. Y, de ahí la información publicada por este
periódico este fin de semana de que “existen negociaciones secretas
entre PSOE y Ciudadanos para la investidura de Sánchez y sobre
Cataluña”.
PD. En toda este ceremonia de la confusión recibo un mensaje en forma
de “Perrito Caliente” del siempre bien informado Javier Ybarra que no
me resisto a reproducir: “Arrecian las presiones sobre Albert Rivera
para que apoye la investidura de Prte. George Soros tuvo un encuentro
secreto con Garicano en un chalet de Somosaguas (28223 Madrid) para que
C's apoyase a Pdr Schz. Así como George Bush fue el padrino de Ánsar,
George Soros adora a Pdr Schz. ¿Hará caso Albert a Soros? No se sabe,
pero se ignora. Sin embargo, existe una forma de saber algo, cuando no
se sabe nada”.
(*) Periodista y economista
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