lunes, 10 de junio de 2019

El problema de la Investidura es el número maldito 123 / José Oneto *

Cuentan en Zarzuela que Felipe VI no ha tenido, desde su acceso a la Jefatura del Estado en junio de 2014, un periodo de estabilidad política de más de dos años, después de pasar por tres elecciones generales, en poco menos de cuatro años. Su padre, el rey Juan Carlos, en sus 39 años de reinado, a pesar de los numerosos problemas de la democracia española, vivió una estabilidad política que, ya la quisiera para sí, su hijo Felipe VI.

Desde 1976, la existencia de dos partidos, primero UCD y PSOE y, después, Partido Popular y Partido Socialista, se crea un tejido político basado en un bipartidismo imperfecto junto con Izquierda Unida y  partidos autonomistas, como Convergencia i Unió (CiU) y Partido Nacionalista Vasco (PNV). Estos dos últimos partidos, son los que juegan para formar mayorías para que siga gobernando ese bipartidismo, haciendo el papel de partidos bisagras, primándoles electoralmente, para asegurar el bipartidismo, según decidieron en su día, los padres fundadores de la Constitución.

Es en 2014 cuando, tras las movilizaciones multitudinarias del 15-M, como consecuencia de la grave crisis económica que expulsa del Estado de Bienestar a millones de españoles, cuando surge Podemos, cuyo primer éxito electoral es colocar en Europa a cinco eurodiputados con 1.253.837 votos. Un fenómeno  desconocido en un partido formado en unos meses. 

En las primeras elecciones Generales de 2015, con cinco millones doscientos mil votos, consigue 69 diputados, para, en las generales del año siguiente, al no llegarse a un acuerdo en la investidura de Mariano Rajoy, Unidos Podemos, tras vetar la candidatura de Pedro Sánchez, con poco más de cinco millones de votos consigue 71 escaños que se convierten en 42 el pasado 28 de abril.

El cuarto partido, Ciudadanos, después de ser el partido más votado en las elecciones autonómicas  catalanas convocadas en diciembre de 2017 por el Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, tras la aplicación del artículo 155 (gana once diputados de 25 a 36 representantes en el Parlament),  y ejercer la oposición, tras un pacto de todos los partidos independentistas, pasa de 32 diputados en 2016, a 57, el pasado mes de abril, al tiempo que aparece un quinto partido, Vox, que coloca a 24 diputados en el Parlamento. 

En cinco años, el país ha pasado de ese bipartidismo imperfecto, con el que ha convivido el rey Juan Carlos, a un pentapartito, con Felipe VI, un sistema que destierra las mayorías absolutas y exige acuerdos y pactos entre partidos, para llevar a buen puerto una investidura.

Con este complicado escenario el rey Felipe VI, volvía a repetir el ceremonial que se viene produciendo desde hace cuatro años y, después de recibir a los responsables de los distintos grupos políticos, decidía comunicar a la Presidenta de las Cortes, Meritxell Batet, que designa a Pedro Sanchez  Perez-Castejón como candidato a ser investido Presidente del Gobierno. 

La reacción inmediata de parte de la oposición y, sobre todo de Podemos, es que el candidato no ha sondeado con ningún partido para saber con quién cuenta para poder ser investido. El problema es que el candidato tiene todas sus dudas, que se encuentra con una oposición que ha anunciado que no le votará y un posible aliado, Podemos (ahora, Unidas Podemos) que defiende que lo que ha votado el país es un Gobierno de Coalición con ellos y que el mismo día en que Iglesias se entrevista con el Rey dice que una investidura con Ciudadanos es un fraude electoral.

El problema es el número maldito 123. 123, fue el número de diputados que obtuvo Mariano Rajoy en las elecciones de 2015 y se negó a ir a la investidura, a pesar de los deseos y consiguiente disgusto del Rey,  que vio como todo el proceso de una nueva legislatura se paralizaba, porque al no iniciarse una investidura por no haber candidato, no podía ponerse en marcha el proceso de disolución de las Cámaras para la convocatoria de unas nuevas elecciones. 

Después de mucho, se produce un acuerdo de Pedro Sánchez con Rivera. Es el ‘Pacto del abrazo’ porque se firma en el Congreso de los Diputados en la sala donde hay un cuadro de Juan Genovés, titulado precisamente “El Abrazo”. El Pacto incluye todo un programa de gobierno y doscientas medidas que hoy, tendrían total viabilidad. Sánchez se presenta a la investidura, pone en marcha el calendario constitucional y, al final, para asombro de Íñigo Errejón, que está a su lado en el hemiciclo, y no se lo puede creer, Pablo Iglesias boicotea la investidura de Sánchez y se convocan nuevas elecciones en las que Rajoy entierra el número 123 y apuesta al 137.

En este segundo acto, Sanchez se encuentra, como Rajoy con el mismo número de diputados que el expresidente: 123. Pero tiene más capacidad de maniobra, aunque tiene a Pablo Iglesias que día si y día también insiste en que, un gobierno a la portuguesa con un pacto de programa de Gobierno (que es lo que quiere Sánchez), no sirve y que la única fórmula es un Gobierno de Coalición en el que es evidente que quiere entrar él después de la debacle electoral del 28-A y, el 26-M. 

Pedro Sánchez, después de su pacto con Macron y formar en Europa el eje Paris-Madrid-Berlín y convertirse en uno de los dirigentes claves de la socialdemocracia en Europa (el PSOE ha sido el más votado del grupo socialdemócrata del Parlamento Europeo) necesita jugar otras cartas. 

De ahí su acercamiento a su antiguo socio del Pacto del Abrazo que tiene 53 diputados y que le coloca en una mayoría absoluta de 180 diputados frente a una mayoría con Podemos de 169 escaños que necesita de complicados pactos. Y, de ahí la información publicada por este periódico este fin de semana de que “existen negociaciones secretas entre PSOE y Ciudadanos para la investidura de Sánchez y sobre Cataluña”.

PD. En toda este ceremonia de la confusión recibo un mensaje en forma de “Perrito Caliente” del siempre bien informado Javier Ybarra que no me resisto a reproducir: “Arrecian las presiones sobre Albert Rivera  para que apoye la investidura de Prte. George Soros tuvo un encuentro secreto con Garicano en un chalet de Somosaguas (28223 Madrid) para que C's apoyase a Pdr Schz. Así como George Bush fue el padrino de Ánsar, George Soros adora a Pdr Schz. ¿Hará caso Albert a Soros? No se sabe, pero se ignora. Sin embargo, existe una forma de saber algo, cuando no se sabe nada”.


(*) Periodista y economista


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