BRUSELAS.- La
Unión Europea ha consolidado con el Mercosur otro hito en su política
comercial que se suma a los acuerdos conseguidos con Canadá y Japón en
los últimos años, que sin embargo se antojaba utópico por los 20 años de
negociación que ha precisado y las férreas líneas rojas de los europeos
en agricultura.
Abrir
las puertas al "granero del mundo", como fuentes diplomáticas
calificaban al mercado formado por Brasil, Argentina, Uruguay y
Paraguay, implicaba riesgos para los productores europeos que desde el
principio de la negociación vinieron advirtiendo de que había que velar
por sus intereses.
Los
primeros intercambios de ofertas de acceso a mercados, prometidos como
inminentes desde que las negociaciones se retomaron en 2010 tras haber
estado estancadas desde 2004, tardaron otros seis años en llegar dado lo
sensible que la industria agroalimentaria es para los dos bloques.
Finalmente,
como en toda gran negociación comercial, los asuntos más sensibles
agroalimentarios solo se resolvieron al final y gracias a una
maratoniana semana de reuniones a nivel técnico, pero también político
en Bruselas.
Francia encabezaba las advertencias, junto a otros grandes productores de carne, como Irlanda o Polonia.
La
solución ha sido "equilibrada", según explicó este viernes el comisario
europeo de Agricultura, Phil Hogan, quien reconoció no obstante que la
UE tuvo que hacer "significativas concesiones".
Las
cuotas establecidas a lo largo de cinco años para la carne de pollo y
vacuno y el azúcar parecen haber satisfecho a los países europeos, que
podrán exportar sin aranceles vinos y lácteos, especialmente quesos,
sometidos estos a cuotas, además de ver protegidas 370 indicaciones
geográficas en el Mercosur.
"Este
acuerdo es el mayor que la UE ha concluido jamás y finalmente abrirá un
mercado de 266 millones de consumidores que quieren tener acceso a
bienes y servicios europeos a precios competitivos", celebró hoy la
patronal europea, BusinessEurope.
Europa
ingresará sin aranceles productos de sectores clave, como automoción,
maquinaria, químicos o farmacéuticos, antes fuertemente gravados.
Las
cámaras de comercio europeas, representadas en Eurochambres, también
habían urgido a "aprovechar la oportunidad" y cerrar el acuerdo.
Desde
Osaka (Japón), donde participaban en la cumbre del G20, el presidente
de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el de Argentina, Mauricio
Macri, al frente de la presidencia "pro tempore" del Mercosur,
ensalzaban el acuerdo en una apoteosis del libre comercio que chocaba
con el proteccionismo propugnado por su homólogo estadounidense, Donald
Trump.
Han
hecho falta "muchos líderes con buena voluntad para transformar esta
realidad", según destacó Macri, aludiendo a la confluencia, tras 20
años, de mandatarios dispuestos a llegar hasta el final de la
negociación, incluido el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pese a
las dudas que suscitó sobre su apoyo al acuerdo al llegar al cargo.
Con
el acuerdo con el Mercosur, la Comisión Europea ha cerrado su tercer
gran tratado comercial durante su mandato de cinco años, que concluye a
finales de octubre.
El
del Mercosur permitirá a los exportadores europeos ahorrarse 4.000
millones de euros anuales en aranceles, mientras que el sellado con
Japón se queda en 1.000 millones y el logrado con Canadá, en 600
millones.
Entre
los detractores del acuerdo, en todo caso, se situaban las
organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias (Copa-Cogeca), que
veían inasumible el impacto acumulativo del pacto considerando otros
acuerdos comerciales existentes y previstos.
También
organizaciones ecologistas como Greenpeace denunciaron que la UE
realizara acuerdos comerciales que "benefician a grandes empresas que
codician oportunidades de exportación".
La
Comisión Europea ha asegurado, no obstante, que el acuerdo garantiza
que todos los firmantes cumplan los más altos estándares laborales y
medioambientales, incluido el acuerdo de París contra el cambio
climático.
En
el caso de Brasil, eso implica el compromiso de detener la
deforestación ilegal de la Amazonía y reforestar 12 millones de
hectáreas para 2030 y, por parte de la UE, de reducir sus emisiones
nacionales al menos en un 40% para 2030.
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