Sin embargo, anteayer, en el último acto ejecutivo de índole parlamentaria que se le consiente al Gobierno 'en funciones' de Sánchez, Ciudadanos ayudó a convalidar la mitad de los decretos-ley que los socialistas habían dictado para suplir su falta de mayoría parlamentaria, y lo hizo acompañando a esas fuerzas que le son incompatibles.
Cualquiera puede deducir de esto que, en algunos aspectos, Ciudadanos comparte la política del PSOE de Sánchez, pues la refrenda en parte. Sin embargo, lanza mensajes al PP para que ambas fuerzas colaboren tras las elecciones del 28 de abril, y esto a pesar de que Casado ordenó a sus parlamentarios que no apoyaran la convalidación de los decretos que se han convertido en leyes gracias al voto de Ciudadanos.
De lo anterior se deduce que Rivera no quiere gobernar con quien le resulta afín, al menos en algunas cuestiones de su programa, y le 'tira los tejos' al partido que vota en contra de lo que firma Ciudadanos. Insisto: ¿quién podría entender esto en buena lógica?
Y sin considerar la contradicción original de la censura radical reiterada a la recurrencia del Gobierno de Sánchez a los decretos-ley como arma de gobernación para después venir a legitimarla con su respaldo parlamentario. Si el abuso del decreto-ley es ilegítimo ¿cómo entonces Ciudadanos, de una sola tacada, vota a favor de la mitad de esas iniciativas para que pasen a ser leyes de pleno derecho?
Ciudadanos no pactará con Sánchez, a pesar de que coincide con él al menos en la mitad de sus iniciativas, y esto a pesar de reprocharle que éstas se instrumenten mediante decretos. Y aspira a gobernar con el PP, un partido que ni siquiera ha ratificado alguno de esos decretos, en contra de la voluntad de Ciudadanos, que, ya se ha dicho, ha apoyado la mitad de ellos. Otra vez: ¿quién puede entender esta política?
(*) Columnista
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