domingo, 7 de abril de 2019

A dos espadas de distancia / Alberto Aguirre de Cárcer *

En el suelo de la Cámara de los Comunes, las bancadas del Gobierno británico y de la oposición están delimitadas por dos franjas rojas que los diputados no pueden traspasar durante los debates. Ambas líneas están separadas por 3,96 metros. Más o menos, la distancia de dos espadas, según cuenta la tradición. 

Así, los parlamentarios pueden emplearse con ardor en sus intervenciones, pero sin llegar nunca al derramamiento de sangre. Pero aquí, como allí, no hay reglas y líneas rojas cuando las más encarnizadas disputas se entablan entre afines. Es en esas distancias cortas, rodeado de conmilitones, cuando el político está especialmente expuesto al navajeo.

Le ha ocurrido esta semana a la candidata de Ciudadanos en la Región de Murcia, Isabel Franco, cuyo crédito sale malherido de su primer aprieto de consideración. Según un informe de una empresa informática, encargado por quien quedó segundo en las primarias de C's, casi el 40% de los votos telemáticos recibidos por Franco pudieron haberse registrado fuera de la Región. 

La acusación ponía bajo sospecha la limpieza de unas primarias que ya se habían visto adulteradas de inicio por la falta de neutralidad de la dirección de C's, que sin ningún disimulo señaló públicamente su preferencia por esta candidata. El informe, conocido tras el escándalo de las primarias naranjas de Castilla-León, donde hubo más votos que militantes, sugería directamente la existencia de fraude. 

Franco tardó horas en reaccionar con una explicación plausible. No lo tuvo fácil, es verdad. Era un asunto muy técnico y dijo no conocer el informe. Trató de desmontarlo con un vídeo casero en redes sociales, pero aquello fue una defensa demasiado chapucera. De alguna manera pudo salvar la cara con una nota del Colegio de Técnicos Informáticos, que daba parcialmente soporte a la tesis oficial. Las IP (el 'dni' de los dispositivos con acceso a la Red) pueden ser dinámicas y corresponder a los servidores de los proveedores de internet, que están repartidos por todo el país. 

Pero ante la utilización de la nota del Colegio de Técnicos Informáticos como prueba completa de descargo, el vicepresidente de este colectivo tuvo que salir al paso para precisar que, de lo conocido, no se puede presuponer que existió fraude, pero tampoco que no lo hubo. Solo si mediara denuncia ante un juez se podría aclarar cuándo y desde dónde se votó. 

Así, lo peor para Isabel Franco sería que su rival no presentara denuncia, por más que el secretario general de C's, José Manuel Villegas, quiera dar por zanjado el asunto. El Colegio de Técnicos Informáticos lo tiene muy claro: ningún partido político ha aplicado los mecanismos técnicos que garantizan la confianza en un proceso de votación electrónica, lo que ha provocado que tengan bastantes resquicios de fiabilidad. Desde el punto de vista político, la reacción de Isabel Franco no fue acertada. 

En lugar de comprometerse a impulsar una auditoria externa, por ejemplo de la mano del Colegio de Técnicos Informáticos, cayó en la contradicción de desautorizar un informe que reconocía no haber leído. (Días antes hizo algo similar: avaló con su presencia en la Asamblea un Estatuto de Autonomía que, según vino a confesar inadvertidamente, aún no había leído). 

La guinda fue calificar el asunto de 'fake news' cuando la noticia, adelantada por Onda Cero, de la existencia del informe era cierta y la única duda, entonces y ahora, es dilucidar quién se aparta de la verdad: si el análisis encargado por el candidato perdedor o la dirección de Ciudadanos. Desviar la atención hacia quien destapa el tema no es una novedad, desgraciadamente. 

En el pasado ya vimos algo parecido cuando Ahora Murcia denunció ante la Fiscalía un presunto 'pelotazo' de una empresa de transportes y Franco, jefa de prensa entonces de esa firma, elaboró una nota en el que no aclaraba la cuestión y se atacaba a este medio de comunicación por publicar la información. Curioso comportamiento de quien formó parte de la junta directiva del Colegio de Periodistas, que reclama la titulación obligatoria para el ejercicio de la profesión, y no acredita el título que se exige a los demás.

Ciudadanos ha desempeñado en la Región un papel clave durante los cuatro últimos años, especialmente positivo en la lucha contra la corrupción y la regeneración democrática. Ese es su gran activo. Recogió el sentir de la sociedad civil, reflejado en las páginas de este diario durante años, y de ello hizo bandera. Sin embargo, su comportamiento no ha sido siempre ejemplar. 

Primero con el desvío de gastos al grupo parlamentario. Luego con la 'compra' de militantes, como reveló un audio. Pagaron políticamente, primero Mario Gómez y luego Miguel Sánchez, con pérdida de poder orgánico y político, ahora en manos de Francisco Álvarez y Valle Miguélez. 

El partido ha virado hacia posiciones más cercanas al PP, como reflejan recientes fichajes, y el protagonismo lo asumen ahora políticos que han estado, vía empresarial, muy vinculados a los poderes económicos de la Región. C's está ante su gran oportunidad porque, salvo sorpresas, tiene al alcance de la mano su entrada en el Gobierno regional. 

Aupada por el voto a la marca Ciudadanos, que aún disfruta del tirón electoral de Albert Rivera e Inés Arrimadas, Isabel Franco puede encaramarse a la vicepresidencia, con Fernando López Miras o con Diego Conesa de presidente. Incluso si no demuestra más pericia política que la vista hasta ahora. Pero a más de un mes del 26-M, nada es seguro. 

Vox también le araña votos al partido naranja, que tiene otros frentes internos. En Lorca y Caravaca otros destacados militantes desplazados por la dirección afilan sus navajas. Suele pasar en las marcas electorales de ideología gaseosa, mucho marketing y candidatos de usar y tirar, al dictado de las últimas modas, llámense feminismo liberal o voto telemático.




(*) Periodista y director de La Verdad



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