sábado, 13 de abril de 2019

Al final, el voto de la “España vacía” puede ser decisivo… / José Oneto *

Según expertos electorales y viendo el reparto de escaños realizados por el sondeo del CIS, 250 escaños ya están prácticamente repartidos entre PSOE (que se llevaría la mayor parte), Partido Popular, Ciudadanos, Podemos y Vox, por este orden, según su numero, y los que quedan por repartir, que serían solo un centenar.

De ese centenar de escaños, no muchos irán a parar al PSOE como partido más votado, aunque durante mucha elecciones anteriores su destino natural ha sido el Partido Popular por su poder e influencia en las zonas rurales, en provincias pequeñas, que solo tienen tres diputados a repartir ahora entre cinco partidos, según una Ley Electoral pensada para el bipartidismo: PP y PSOE. Ahora con la derecha dividida el resultado es una incógnita.

Durante mucho tiempo, los territorios rurales han sido una fuente segura de escaños para el Partido Popular (PP). Sin embargo, para las elecciones del 28 de abril, la derecha se presenta dividida, en tres frentes. Esto significa que muchos escaños de ese centenar que se juegan el 28 de abril en lo que se llama la “España vacía” están disponibles, para ser repartidos entre cinco partidos y, en una pelea abierta entre PP, Ciudadanos y Vox. Desde hace meses los políticos han desarrollado un repentino interés por los asuntos rurales, por el campo y por la vida en centenares de pueblos abandonados.

El gobierno socialista de Pedro Sánchez debatía el mes pasado, 70 propuestas destinadas a detener la despoblación, que van, desde el establecimiento de instalaciones militares a unas conexiones a Internet mucho mejores que las actuales. Albert Rivera, líder de Ciudadanos (C's) proponía una bajada de impuestos y, hacia campaña electoral conduciendo un tractor. Pablo Casado, inspeccionaba plantaciones de tomates en la provincia de Almeria. y, Vox, realizaba una llamada para la protección del toro, del toreo y de la Caza, tres actividades olvidadas por el resto de los partidos políticos.

Ese repentino interés por lo rural, por el campo, por los pueblos y las comarcas vacías, comenzó hace varias semanas en plena precampaña electoral, cuando más de cincuenta mil personas se plantaron en Madrid para reclamar interés y planes concretos para lo que han llamado la “España vaciada”, la España despoblada de la que nadie se ocupa y que malvive en pueblos abandonados y en comarcas olvidadas.

La manifestación, incluso, ocupaba el interés de un semanario de poder e influencia como The Economist como si se tratase de un auténtico acontecimiento político decisivo en la campaña electoral para en unos territorios que decía recuerdan Laponia, o las Altas Tierras de Escocia.

Fue el día de “la rebelión de la España vaciada” que se trasladó a Madrid para dar un aldabonazo al abandono de los políticos. Sus pancartas y carteles eran un muestrario de topónimos poéticos, pero sus peticiones eran prosaicas. 

Villamayor del Rio quería una farmacia, Orihuela del Tremedal necesitaba una conexión a Internet más rápida, Aranda del Duero pedía una mejor infraestructura. Además se gritaba contra la marginación de pueblos y comarcas ; “Almanza resiste”, “Fuentes de Béjar existe”, como también lo hace Arévalo de la Sierra y El Royo. “Nos sentimos algo abandonados, necesitamos médicos”, contaba, una asistente social de Las Parras de Castellote (cuya población ha descendido de 86 a 57 desde 2004) en las montañas del Maestrazgo de Teruel.

Un fenómeno producido, por una urbanización que ha llegado tarde y que a medida que los españoles se agrupaban en Madrid y en las costas, una gran extensión de llanura central se quedaba con la densidad de población más baja de Europa, comparable solo a la de Laponia o zonas de Siberia en Rusia. Pueblos vacíos habitados, sobre todos por ancianos, sin jóvenes y sobre todo, sin niños que ni siquiera encuentran colegios…

En un libro de éxito de ventas de 2016, “La España Vacía”, que fue el que hizo popular este término, el periodista y escritor Sergio del Molino argumentaba que esa España “nunca estuvo llena” y que este desequilibrio demográfico viene de antaño. Los que dejan el campo para irse a la ciudad, lo hacen en busca de oportunidades que la vida rural no puede ofrecer. 

Es caro proveer a las poblaciones pequeñas con servicios públicos; pero si no se hace nada al respecto, la atmósfera festiva de la manifestación en Madrid se puede convertir en algo parecido a los agresivos chalecos amarillos de Francia.

Dice Sergio del Molino que la España vacía para un madrileño serían las tres horas que van de Madrid a Gandía la España vacía es un mapa arbitrarío. Serían las dos Castillas, Madrid (salvo la capital, que es “un agujero negro ” ), Extremadura, Aragón, un poco de Murcia, norte de Andalucía, de Valencia y del interior de Galicia. Es un territorio muy extenso y en él vive muy poquita gente. Si quitas las capitales de provincia viven solo 4 millones de personas en todo ese territorio.

Nuestro sistema electoral, con su división por circunscripciones, distorsiona el reparto de escaños y hace imposible la proporcionalidad en las regiones despobladas. Dicho de otra forma: no es que todos voten al PP o que voten al PP en una proporción mayor que en las ciudades, sino que cualquier opción que no sea el PP tiene mucho más difícil lograr escaño porque el sistema se comporta como mayoritario y no proporcional, y en lugares como Soria o Teruel deja fuera del parlamento el 40% de los votos, mientras que en Madrid no llega al 3% 

Ahora esos 100 escaños que quedan por repartir y ese 40% de indecisos que dan las encuestas puede distorsionar todo…


(*) Periodista y economista


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