Los historiadores contemporáneos, o sea,
los periodistas, únicos que van a la veloz par con los hechos, se
regocijan con los periodos pre-electorales porque son de muy sustancioso
comentario. Hay que hacer las candidaturas, las listas, las coaliciones
y a toda velocidad porque en política rige un único plazo para todo: el
último minuto.
Aquí está la CUP debatiendo hoy a calzón quitado (momento que algún ilustrado aprovechará para recordar que reúne a los sans-culottes
de la revolución catalana) si se presenta o no a las elecciones del
país vecino. Será un debate muy ilustrativo y de su resultado están
todos muy pendientes, aunque disimulen.
Como es conocida la posición de
Palinuro a favor de 1) presentarse a las elecciones; 2) en candidatura
única indepe, me ahorraré toda pretensión de falsa objetividad. Sería
muy buena noticia que la CUP se presentara y lo hiciera en coalición con
otra u otras fuerzas indepes.
Cuanta mayor unidad, mejor. No parece una
idea complicada. Si hasta Dios es único, aunque también tres personas
en unión hipostática, ¿como no lo serán los mortales? Por lo demás, no
tengo duda alguna de que, sea cual sea la decisión de la CUP, será la
que juzgue mejor para el objetivo de la independencia.
La Crida ha avalado a Jordi Sánchez para encabezar la candidatura de JxC por Catalunya
como diputado por Barcelona. Otro ámbito en efervescencia. Los medios
unionistas especulan con que Sánchez es de ánimo dialogante, cosa obvia,
aunque no en el sentido que ellos dan.
Por lo demás saben que el
independentismo burgués es tan radical como la CUP. Nada de "diálogo" con Madrid. Posición de bloqueo.
Los medios madrileños contemplan el aterrizaje de los indepes catalanes
con el temor de las legiones romanas cuando bajaban los temibles pictos
de la Catalonia; perdón, quiero decir Caledonia.
Por
eso ven con tan buenos ojos los afanes de ERC por encontrar aliados
fuera del bloque estrictamente indepedentista. Una actividad que
recuerda la visita al mercado del barrio,en busca de las mejores
ofertas. En el exterior, ERC desdeña la alianza con las formaciones
burguesas y se junta con las izquierdas vasca y gallega.
En el interior,
anda en diferentes escarceos con otras fuerzas en el claroscuro que hay
entre el independentismo y el autonomismo. El prolífico y confuso mundo
de Podem, Comuns y aledaños mejor o peor avenidos, dispuestos a buscar
más grados de distinción entre el autonomismo y el independentismo que
los de mestizaje en la Cuba española. Comunistas de Catalunya quieren una coalición con ERC y los soberanistas que, si no entiendo mal, son escindidos de los Comuns o de Podem.
Aunque
el unionismo (y una parte del independentismo) vea en estas tentativas y
propuestas una esperanza de ruptura de la unidad y relajamiento de la
voluntad indepe, no hay tal ni mucho menos. En el independentismo se da
la posibilidad de la doble militancia que la Crida ha proclamado.
Verdad
es que ERC la ha rechazado, pero será para sus militantes y en la
medida en que pueda controlarlos. El pincipio de doble militancia, como
todos los de libertad, rompe barreras. Aumenta el empoderamiento de los
electores y militantes frente a los partidos.
Lo
acepte o no, ERC practicará de hecho la doble militancia en cualquier
forma de coalición con sectores "soberanistas". De un lado, seguirá
formando parte del bloque independentista, pues ese es un camino de no
retorno y, de otro, forjará alianzas externas con fuerzas no
estrictamente indepes pero tampoco contrarias a la independencia, o sea,
neutras, epicenas.
En caso de darse algún conflicto, el bloque
independentista ejercerá mayor fuerza de atracción que el neutral, que
habrá de cruzar por fin el Rubicón. No es mala figura: dejarse llevar
por la fatalidad al final que secretamente se deseaba pero no se se
osaba verbalizar.
En
definitiva, los pictos llegan, unidos o por tribus; pero llegan a poner
en peligro la paz del imperio. Porque la constitución de una minoría de
bloqueo en el Parlamento español, amparada en la Constitución de la que
tanto alardean sería una formidable palanca para forzar una salida
negociada a este desbarajuste provocado por la contumaz pretensión
castellana de negar la condición nacional de Catalunya y tratarla como
una colonia.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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