La industria del automóvil sigue lanzando mensajes pesimistas de cara
al futuro a medio plazo, incluso no tan mediato. La última advertencia
acaba de lanzarla el grupo Volkswagen, uno de los líderes mundiales del
sector, con importante presencia en España, lo que significa que la
cuestión puede tocarnos de cerca.
Si hay freno al crecimiento de esta
industria, ello afectará a la economía española de forma sustancial ya
que la industria del motor es uno de los pilares principales de la
actividad exportadora, con una importante contribución al empleo, tanto
en la industria principal como en la auxiliar.
El anuncio de la compañía alemana, que en los dos últimos años ha
vivido una etapa bastante convulsa a causa de algunas anomalías en sus
procesos de producción para eliminar de forma polémica sus emisiones
contaminantes, ha causado cierta alarma en medios industriales ya que
los estrategas de la multinacional germana estiman que la automatización
de los procesos industriales en el sector del motor, sobre todo como
consecuencia de la mayor presencia del coche eléctrico, podría causar
recortes de empleo de hasta el 30% en el plazo de unos pocos años.
De hecho, las expectativas de creación de empleo nuevo son bastante
limitadas, ya que el conjunto del sector podría verse abocado a
crecimiento nulo de los puestos de trabajo. La sustitución de las
personas en fase de jubilación está dando paso a uno niveles de
contratación inferiores, con un saldo negativo en la creación de empleo.
En todo caso, las entradas de nuevos profesionales se limitan a
personas con unos niveles de formación bastante superiores a los
tradicionales del sector, lo que va a exigir un esfuerzo formativo
importante a los países que, como España, tratarán de mantener un papel
destacado en la futura industria del motor.
La apuesta de la industria europea del automóvil por los coches
eléctricos no ha sido agresiva en absoluto. Europa se está quedando
retrasada en este terreno, en el que algunas multinacionales del motor,
unas nuevas, otras más tradicionales, están logrando importantes avances
que ya se notan en las matriculaciones (el último trimestre del pasado
año ha marcado un hito en este aspecto) y en la capacidad de generación
de empleo.
También en las exportaciones y en la actividad del mercado
automovilístico así como en la movilización de empresas de otros
sectores relacionadas con el motor, como las compañías distribuidoras de
combustibles o las empresas eléctricas, que se enfrentan a nuevos
desafíos, se están produciendo cambios que pueden acelerarse en los
próximos meses.
Detrás del coche eléctrico hay una realidad industrial y
económica que pocos países están afrontando con decisión. Alemania
parece haber tomado conciencia de ello gracias al importante papel que
en este país juega un grupo industrial multinacional como es Volkswagen.
Falta que España sea capaz de mentalizarse de cara a mantener una
posición relevante en este sector, en el que jugamos un papel destacado
en los años 70 del siglo pasado y en momentos posteriores.
Pero la nueva
era del motor está a punto de plantear nuevos escenarios y exigencias y
España quizás esté quedando rezagada en esta importante carrera
industrial.
Gran parte de la actual producción española del motor
quedará obsoleta a la vuelta de unos pocos años y si no se encuentra un
recambio a tiempo, este sector puede entrar en una profunda crisis.
(*) Periodista y economista
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