miércoles, 13 de marzo de 2019

Una revolución en el motor / Primo González *

La industria del automóvil sigue lanzando mensajes pesimistas de cara al futuro a medio plazo, incluso no tan mediato. La última advertencia acaba de lanzarla el grupo Volkswagen, uno de los líderes mundiales del sector, con importante presencia en España, lo que significa que la cuestión puede tocarnos de cerca. 

Si hay freno al crecimiento de esta industria, ello afectará a la economía española de forma sustancial ya que la industria del motor es uno de los pilares principales de la actividad exportadora, con una importante contribución al empleo, tanto en la industria principal como en la auxiliar.

El anuncio de la compañía alemana, que en los dos últimos años ha vivido una etapa bastante convulsa a causa de algunas anomalías en sus procesos de producción para eliminar de forma polémica sus emisiones contaminantes, ha causado cierta alarma en medios industriales ya que los estrategas de la multinacional germana estiman que la automatización de los procesos industriales en el sector del motor, sobre todo como consecuencia de la mayor presencia del coche eléctrico, podría causar recortes de empleo de hasta el 30% en el plazo de unos pocos años.

De hecho, las expectativas de creación de empleo nuevo son bastante limitadas, ya que el conjunto del sector podría verse abocado a crecimiento nulo de los puestos de trabajo. La sustitución de las personas en fase de jubilación está dando paso a uno niveles de contratación inferiores, con un saldo negativo en la creación de empleo. 

En todo caso, las entradas de nuevos profesionales se limitan a personas con unos niveles de formación bastante superiores a los tradicionales del sector, lo que va a exigir un esfuerzo formativo importante a los países que, como España, tratarán de mantener un papel destacado en la futura industria del motor.

La apuesta de la industria europea del automóvil por los coches eléctricos no ha sido agresiva en absoluto. Europa se está quedando retrasada en este terreno, en el que algunas multinacionales del motor, unas nuevas, otras más tradicionales, están logrando importantes avances que ya se notan en las matriculaciones (el último trimestre del pasado año ha marcado un hito en este aspecto) y en la capacidad de generación de empleo.

También en las exportaciones y en la actividad del mercado automovilístico así como en la movilización de empresas de otros sectores relacionadas con el motor, como las compañías distribuidoras de combustibles o las empresas eléctricas, que se enfrentan a nuevos desafíos, se están produciendo cambios que pueden acelerarse en los próximos meses. 

Detrás del coche eléctrico hay una realidad industrial y económica que pocos países están afrontando con decisión. Alemania parece haber tomado conciencia de ello gracias al importante papel que en este país juega un grupo industrial multinacional como es Volkswagen

Falta que España sea capaz de mentalizarse de cara a mantener una posición relevante en este sector, en el que jugamos un papel destacado en los años 70 del siglo pasado y en momentos posteriores. 

Pero la nueva era del motor está a punto de plantear nuevos escenarios y exigencias y España quizás esté quedando rezagada en esta importante carrera industrial. 

Gran parte de la actual producción española del motor quedará obsoleta a la vuelta de unos pocos años y si no se encuentra un recambio a tiempo, este sector puede entrar en una profunda crisis.


(*) Periodista y economista



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