VALENCIA.- El retorno de parte de las presuntas mordidas pagadas en Luxemburgo por
la familia Cotino a cambio de la adjudicación del plan eólico y de las
ITV se fraccionaron hasta acabar en la compra de inmuebles en
Villajoyosa. Una operación para regularizar el dinero y que luego debía
seguir un proceso para multiplicar el beneficio a través de inversiones
inmobiliarias, revela hoy Las Provincias.
Uno de los principales ejecutores de este plan era
Joaquín Barcelo, administrador de varias empresas y uno de los presuntos
testaferros de Zaplana. Entre sus movimientos está la venta de una
parcela de uso hotelero y otra operación relacionadas con VPO de la que
los beneficiarios se jactan de que ya tiene convencidos a los cargos
municipales.
A Joaquín Barceló, entre los miembros de la presunta trama de
blanqueo, se le conoce como Pachano. Son varias las conversaciones en
las que el expresidente de la Generalitat Eduardo Zaplana descuelga el
teléfono y saluda a su interlocutor con el nombre de «Pachanito».
En las
conversaciones grabadas sobre las operaciones inmobiliarias, incluso le
proponen a Barceló medio en serio y medio en broma que una de los
edificios se llame «Pachano Tower», algo que el afectado descarta para
no herir la sensibilidad de unos socios a los que no cita por su nombre
en ningún momento en las conversaciones.
Una de las principales obsesiones de Joaquín Barceló era dar salida a
las parcelas y se mueve en varios frentes para poder cerrar los negocios
inmobiliarios. El 9 de marzo mantiene una conversación con un
arquitecto para mover un proyecto relacionados con VPO, que para Barceló
va a ser un gran negocio.
Una de las piezas clave de la presunta trama así se lo transmite a su
interlocutor en una de las conversaciones grabadas e incluidas en el
sumario del caso Erial: «Esto está vendido...mira... hay que dar una VPO
ya... porque esto está solventado y somos capitanes generales, nosotros
el año que viene por estas fechas tenemos un pastizal... Eso está
vendido con la polla».
El
interlocutor de Barceló le dice que hay agencias en el norte de Europa
vendiendo y que es una gran oportunidad para el negocio: «A nosotros lo
que nos interesa son los macucos, la pasta».
El testaferro de Zaplana,
que opera a través de una de las sociedades articuladas en la trama, le
responde: «Ya verás como va como un tiro». De hecho, se ponen en marcha
varios trámites para lograr los permisos para realizar viviendas de
protección oficial.
Barceló
mantiene varias conversaciones con otras personas vinculadas a la
operación en las que señala que hay una empresa sueca interesada en la
operación urbanística.
En el informe policial se destaca que el contrato
de esta operación lo habría redactado Francisco Grau, considerado como
el ingeniero de la trama, y que tanto Eduardo Zaplana como el abogado
uruguayo Fernando Belhot estarían al tanto de las operaciones, según
confirma la investigación.
En abril, tanto el negocio de la venta de la parcela hotelera como el
de las VPO empiezan a complicarse y llegan los nervios, especialmente a
Joaquín Barceló, que ve cómo dos operaciones vinculadas a los terrenos
comprados en Villajoyosa por las sociedades no terminan de fructificar.
«La hotelera ya, si Dios quiere se cierra esta semana y nos quitamos la
mierda esa de encima... y al mismo tiempo estoy con la venta del
edificio, porque el edificio, si no lo vendemos... de nada te sirve»,
señala el interlocutor de Barceló, a lo que este responde: «Sí, pero
para venderlo primero VPO».
La
situación se tensa tanto por la venta de las parcelas que Joaquín
Barceló reniega del papel de Francisco Grau, otra de las piezas clave de
la trama y que sería la persona que debía redactar los contratos para
cerrar las operaciones inmobiliarias. Incluso amenaza, como se puede
comprobar en una de las conversaciones grabadas, con dejar de ser el
administrador de las empresas de la trama.
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