En esta columna hemos insistido más de una vez (la última hace dos
semanas) en la necesidad de que ,por parte del Presidente del gobierno,
se convoquen, cuanto antes, elecciones generales. Se puede afirmar que
hace muy escasos días esa convocatoria parecía descartada. Cuando
escribo esta columna, lunes 19 de noviembre, mi impresión es que esa
posibilidad de convocatoria en fecha no lejana, no está descartada.
La
situación es variable y la opción contraria seguramente, hoy, es igual
de válida. Está pendiente, es bien sabido, la elección andaluza que
puede aconsejar un compás de espera a quien decide en espera de ese
resultado que alguna luz arrojará.
Aparte de esos cálculos continúan vigentes los argumentos en favor de
una convocatoria inmediata o, por lo menos, cercana. El principal es el
propio reconocimiento de un dato fundamental: el hecho de que,
finalmente, no habrá Presupuestos aprobados. Es obvio la importancia de
este dato porque como es bien sabido, los Presupuestos son el
instrumento clave en la política económica, y por tanto, en la política
general de todo gobierno. La piedra angular.
En el caso que nos ocupa,
decidir que se va a gobernar con los presupuestos del gobierno anterior
“reformándolos”, un gobierno en los antípodas del de Sánchez es pura y
simplemente una chapuza indigna de un país medianamente serio y que se
respete a sí mismo y a la ciudadanía. Esa “opción” no vale. Como no vale
el gobernar mediante decretos-leyes. Puede valer formalmente pero no
políticamente.
Se trata de instrumentos excepcionales y no de empleo
permanente. Sobre todo cuando hay encima de la mesa gubernamental muchos
y muy importantes temas que encarar y resolver, lo que no cabe hacer a
golpe continuado de decretos-leyes. Esto se puede calificar como usar
“resquicios legales”.
Si el gobierno no logra superar el anunciado voto en contra de los
nacionalistas catalanes y hace muy bien en no llegar a acuerdos en este
punto con los mismos vistas sus peticiones (un acuerdo con ellos sería
un muy mal síntoma), la conclusión es que no habrá Presupuestos y
descartada también la chapuza comentada solo queda disolver y convocar.
Y
además de paso el Presidente cumple lo afirmado tras su toma de
posesión tras la caída de Rajoy, procedimiento por cierto impecablemente
legal y legítimo, conviene insistir tras el pataleo de los derrotados y
sus corifeos.
Y es muy bueno y muy didáctico que los políticos
(empezando por el más importante de todos, el Presidente del gobierno,
el que sea) cumplan sus promesas. Adelante por lo tanto.
Creo que hay otro argumento para mí el más poderoso: convocar
elecciones en la actual situación de un Gobierno sin suficiente respaldo
en el Parlamento es la opción democrática, la única digna y lógica en
una democracia. Poner las urnas y que decida la ciudadanía, Todo lo
demás son argucias escasamente democráticas. Es, como se dice más
arriba, utilizar “resquicios legales”.
Vamos a esperar y ver si finalmente el buen criterio se impone y se
convoca a la ciudadanía. No descartemos sorpresas en este asunto pues,
como estamos viendo, la situación es muy fluida y hay muchos intereses,
de signo contrario, por medio. Seguramente habrá que esperar al
resultado de las elecciones andaluzas. Veremos.
(*) Economista del Estado
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