sábado, 29 de septiembre de 2018

Guerra de los hijos de la Luz contra los hijos de las tinieblas / Guillermo Herrera *

En la primavera de 1.945, un pastorcito palestino que buscaba una oveja de su rebaño, perdida en los estériles acantilados que se elevan sobre el Mar Muerto, descubrió un cueva en la que encontró unas vasijas de barro en cuyo interior se hallaban ocultos unos manuscritos hebreos. Aquellos pergaminos, y otros que se descubrieron en la zona en los años siguientes, denominados colectivamente como “los manuscritos del Mar Muerto”, habían permanecido ocultos durante casi dos mil años, cuidadosamente envueltos y escondidos, durante los turbulentos años en los que Judea tuvo que soportar el poderío del imperio romano.

Los Rollos de Qumrán (llamados así por hallarse los primeros rollos en una gruta situada en Qumrán), son una colección de alrededor de ochocientos escritos de origen judío, escritos en hebreo y arameo por integrantes de la congregación judía de los Esenios, y encontrados en once grutas en los escarpados alrededores del mar Muerto. La mayoría de los manuscritos se encuentran hoy en el Museo de Israel en Jerusalén, en el Museo Rockefeller de Jerusalén, así como en el Museo del Departamento de Antigüedades en Ammán (Jordania). Datan de los años 150 AC hasta 70 DC.

EL DESCUBRIMIENTO
En 1.945 tres Pastores beduinos de la tribu Ta´Amireh, que vivían en el desierto de Judea, descubrieron una cueva en Qumrán, en su interior encontraron diez tinajas cilíndricas y restos de otras que se habían roto por las piedras caídas del techo. Algunas estaban vacías, pero de una de ellas sacaron un extraño paquete de color verdoso que contenía pergaminos.

Luego se descubriría que los escritos correspondían al manuscrito de Isaías (es el texto más antiguo que hoy en día disponemos del Antiguo Testamento), al comentario de Habacuc y a la Regla de los Esenios. El 11 de abril de 1.948 salió a la luz pública la noticia al mundo del hallazgo de estos manuscritos cuya antigüedad se fechaba en torno al siglo II ó III antes de nuestra Era. Entre 1.945 y 1.966, beduinos y arqueólogos buscaron en el interior de cientos de cuevas a lo largo del desierto que está paralelo al Mar Muerto.

En unas veinte de esas cuevas se hallaron escritos de distintas épocas, que componen un conjunto de textos de tipo bíblicos, apócrifos, documentos de los esenios, cartas y papeles de carácter jurídico-administrativo, así como monedas, restos de utensilios, etc.

Gracias a estos hallazgos podemos ver que apreciaban la ley mosaica y el antiguo testamento además de que podemos observar su extraño lenguaje escrito ya que algunos de sus escritos han sido realizados en símbolos, para sólo ellos poder entenderlos.

LOS ESENIOS
Los pergaminos proceden de una orden hebrea llamada los Esenios, una congregación de ermitaños con preocupaciones mesiánicas, que vivían a orillas del Mar Muerto y seguían una regla de vida muy estricta para mantener su conexión espiritual con la Fuente Original de la Creación Universal. Estos esenios vivían en el aislamiento del mundo del pecado y representaba el ala más radical del judaísmo. Juan el Bautista fue un miembro de esta comunidad. Se dice que Jesús de Nazaret convivió con ellos y aprendió de ellos muchas de las enseñanzas espirituales que predicó luego.

Hacia el año150 a.C. surgen como una verdadera religión. El nombre significa “los piadosos” y les fue dado por las gentes que los conocían, ya que ellos mismos se denominaban “Orden de los Hijos de la Luz”. No existe referencia de ellos ni el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, pero si la hay; a través del historiador y cronista Flavio Josefo (Guerra de los Judíos II, 119-161), de Filón de Alejandría, Plinio y muchos otros, coincidiendo todos en elogios sobre su regla y del espíritu que les inspiraba.

Los miembros de Qumran se reconocían a sí mismos como el “grupo” puro de Israel, como la Nueva Alianza. Sus miembros practicaban ritos similares al bautismo de la primitiva comunidad cristiana, y marcaban las frentes de sus iniciados con el signo de la X (cruz de San Andrés) se creyó que representaba la letra inicial de la palabra griega Xristos.
La comunidad fue reorganizada por un personaje llamado Maestro de Justicia y continuó en el desierto hasta el terremoto que produjo graves daños en toda la zona, en el año 31 a.C. algunos grupos volvieron al Mar Muerto para luego desaparecer en la historia.

RENUNCIA AL PLACER
Plinio dice que “son gente solitaria y muy superior al resto de la Humanidad” y que se nutrían merced a la incesante corriente de personas que acudían a ellos en gran número. A Filón, le inspiraron su Tratado para demostrar que “todo hombre bueno es también libre”.

Para Flavio Josefo que hacia los diecinueve años había pertenecido ya a los fariseos, a los saduceos y a los esenios, nos dice que constituyen una hermandad similar a los pitagóricos y que habían renunciado al placer y a las riquezas de la vida. Tenían todos sus bienes en común, todos debían contribuir con sus trabajos y en retribución, nunca debían de carecer de lo necesario.

Solían vivir más de cien años. No había entre ellos ni esclavos ni señores, pues apostaban por la fraternidad. Estudiaban las Escrituras tratando de aumentar en el conocimiento profundo de la Verdad, iban siempre de blanco, y su vida estaba siempre presidida por un alto nivel de disciplina. Habitaron en la llamada “Ciudad de la Sal”, lugar inhóspito en el desierto de Judea, junto al Mar Muerto.

Arnauld de Saint-Jacques en su obra “Los Templarios y el Evangelio de San Juan” dice que la fuente de Moisés fue Egipto y los iniciados esenios aprendieron de esta misma fuente, aparte de recoger la Tradición hebrea en su pureza a través de textos ocultos de los profanos y los invasores romanos. No cabe ninguna duda de que la Orden de los Hijos de la Luz era una orden monástica, y una orden iniciática que practicaba la cábala, la astrología y la alquimia. Su misión principal era preparar el advenimiento del Mesías, formando un cierto número de iniciados y de santos que ayudaran al Cristo en su Misión Redentora y a los apóstoles.

JESÚS Y LOS ESENIOS
Seguramente la Orden Esenia cumplió su cometido, preparando el nacimiento de Jesús, para lo cual tomaron bajo su protección a las familias de María y de José que recibieron formación esenia como la recibiría el mismo Jesús y Juan el Bautista. Tras morir Cristo, los esenios siguieron prestando sus servicios a los apóstoles y discípulos con tal eficacia y discreción que sólo pasados los siglos, ha sido reconocida su inmensa labor por algunos de los historiadores.

Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la Luz.- “Ved cómo los hijos de este siglo son más sagaces que los hijos de la Luz (Lc 16, 8). Cometen fraudes pensando en su porvenir. Pero ¿en qué vida pensaba para sí aquel administrador? En aquella de la que debía salir cuando lo despidiesen. Él se lo pensó mirando a la vida a la que pasaría, y tú, ¿no te lo piensas cuando se trata de la vida eterna? Así pues, no practiquéis el fraude, sino que dice: Haceos amigos, con el dinero de la iniquidad haceos amigos.” (Lc 16, 9).

El odio de los jefes judíos contra los esenios era atroz, tomemos como ejemplo el hecho de que el Gran Sacerdote de Jerusalén realizara una expedición violenta contra Qumran donde se asesinó al Maestro de Justicia mientras éste oficiaba una ceremonia.

Los esenios, herederos de la Orden de Melquisedec, acusaban a los líderes judíos de usurpación del sacerdocio y de contaminar el santuario ya que rechazaban el sacrificio de animales. Hasta el calendario era objeto de discusión ya que Qumran se regía por el calendario solar, mientras que Jerusalén utilizaba el lunar, por lo que las liturgias no coincidían. Mientras los esenios creían en la esencia de la tradición del Verbo Solar de Ram, los judíos; habían adoptado el Principio Jónico, simbolizado por la Luna, principio femenino y reflejo del solar. Los esenios eran conscientes, no sólo creían en una Nueva Alianza, sino, que además vivían ya esta Nueva Alianza.

FINAL TRÁGICO
Tan viva era su fe que no temían la muerte, por ello causo la admiración de los mismos romanos cuando estos atacaron Qumran. Josefo nos decía: “Menosprecian los peligros, triunfan del dolor por la elevación de su alma y consideran la muerte, cuando se presenta con gloria, como preferible a una vida mortal. La guerra romana ha probado su fuerza de carácter en toda circunstancia: los miembros apaleados, torturados, quemados y sometidos a todos los instrumentos de martirio con el fin de arrancarles alguna blasfemia contra el legislador o para hacerles comer alimentos prohibidos, no ha podido obligarles ni a lo uno ni a lo otro, ni siquiera sus torturadores han podido alardear de haberles hecho derramar una sola lágrima. Sonrientes durante los suplicios y burlándose de sus verdugos, expiraban con alegría como si pronto volvieran a revivir.” (Guerra de los Judíos, Libro 2º, cap. VII).

La Orden de los Hijos de la Luz fue destruida durante la represión del año 70. Qumran fue arrasada y muchos esenios muertos. Los que escaparon se refugiaron junto a hermanos suyos en las comunidades cristianas. Estos últimos esenios serían uno de los tres grupos de iniciados que formaron el misterioso Priorato de Sión, prolongación oculta de la Orden del Temple.

El Temple y los Esenios.- Resulta curiosa la similitud, en su trascendencia y rigurosidad, entre las liturgias de entrada de ambas órdenes. Ingresar en la secta esenia, así como en la orden templaria, no era fácil, llevándose a cabo complejos rituales de admisión.

REGLA DE LA GUERRA”
Entre los siete primeros pergaminos encontrados en Qumrán se hallaba uno especialmente interesante titulado Regla de la Guerra”, titulado por los expertos como la “Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas”, que curiosamente coincide con el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento, en el que también se describe una guerra final entre las fuerzas terrenales y las celestiales. Eso es a mi juicio lo que está ocurriendo en este momento según las revelaciones de Alberto Canosa.

Uno de los manuscritos más largos y completos, y quizás el más dramático, trata de una guerra futura, una especie de lucha final. Prevé la propagación de una guerra a partir de unas batallas que involucrarían a los vecinos inmediatos de Judea y que incrementarían su ferocidad y su alcance hasta lograr implicar a todo el mundo:
Este libro es de naturaleza apocalíptica y habla de la batalla de Armagedón, cuando Cristo y las huestes celestiales lucharán contra las naciones y establecerá el prometido Reino de Dios en la Tierra. El libro muestra la influencia de la música y el toque de los instrumentos que hace ritmo a la guerra. La guerra se trata como una doctrina teológica, que culminará con el reino de las tinieblas siendo sometió al reino de la Luz. El manuscrito describe la guerra del bien contra el mal.

Las tradiciones bíblicas antiguas que relatan la guerra del final de los tiempos (Ezequiel 38-39, Daniel 7-12) y describe una confrontación en siete etapas entre los “Hijos de la Luz” liderados por el “Príncipe de la Luz” (al que en ocasiones se denomina Arcángel Miguel) y los “Hijos de las Tinieblas” apoyados por una nación denominada “Kittim” y liderados por Belial (un apelativo en los rollos a un ser sobrehumano y demoníaco, equivalente al Satán post-bíblico). Dicha confrontación habría de durar 49 años y concluiría con la victoria de los “Hijos de la Luz” y la reconstrucción del tercer Templo de Jerusalén con el Arca de la Alianza.

LA ÚLTIMA BATALLA
El profeta Ezequiel ya había profetizado la Última Batalla, «en los postreros días», que implicaría a Gog y Magog, y en la cual el mismo Señor «arrebatará el arco de tu mano izquierda, y hará que caigan las flechas de tu mano derecha». Pero el manuscrito del Mar Muerto va más allá, al anticipar la participación de muchos dioses en las batallas, entregados al combate hombro con hombro al lado de los mortales:
En aquel día, la Compañía del Divino y la Congregación de los Mortales se entregarán hombro con hombro al combate y la matanza. Los Hijos de la Luz lucharán contra los Hijos de las Tinieblas con una demostración de poderío divino, en medio de un estrepitoso tumulto, en medio de los gritos de guerra de dioses y hombres.”

El día que caigan los quíteos habrá un encuentro y tremenda carnicería ante el Dios de Israel. Porque ese es el día designado por él desde mucho antes para la guerra de exterminio de los Hijos de las Tinieblas. En él chocarán con gran carnicería la congregación de los seres divinos y la asamblea de los hombres. Los hijos de la Luz y los del partido de las tinieblas lucharán en apretados bloques, el día del desastre, con estruendo de enorme gentío y los gritos de guerra de los seres divinos y de los hombres, para poner de manifiesto el poder de Dios. Será tiempo de angustia y a premio para el pueblo redimido por Dios. De todas sus angustias ninguna será como ésta, desde que se desencadene súbitamente hasta que culmine en la eterna redención.”

La Verdad y la rectitud alumbrarán todos los confines del mundo después de la batalla final, y seguirán alumbrando hasta que termine por completo la era de las tinieblas. Luego, en la era de Dios, brillará con esplendor su eminente majestad durante todos los tiempos de la eternidad para bienestar, bendición, honor, gozo y longevidad de todos los Hijos de la Luz.”


(*) Periodista


Los evangelios de Qumrán en PDF:

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