jueves, 2 de agosto de 2018

San Antón y la Purísima Concepción / Adrián Ángel Viudes *

Ya van don Quijote y Sancho de regreso a su hacienda, entrado en razón el caballero, derrotado y rotas todas sus ilusiones. Paran en un mesón y al contemplar en las paredes unas extrañas figuras el hidalgo dice a su escudero: “Estas pinturas son tan malas que parecen de Orbaneja que pintaba lo que saliera y si por ventura pintaba un gallo escribía debajo: “Este es gallo” porque no pensasen que era zorra”.

Otro fin de semana los populares se reunieron en  congreso extraordinario para elegir un nuevo líder que sustituya al huido don Mariano. Confieso que estuve pendiente, con escaso interés, del resultado, tanto de la campaña previa como del congreso. Hasta el final, por más que intenté recabar información de unos y de otros, no alcancé a tener idea clara del desenlace. 

Doña Soraya y don Pablo andaban, a mi entender, muy igualados en sus aspiraciones a liderar el partido y optar a la presidencia del gobierno. Ajeno al afán de militantes y compromisarios, intentaba adivinar cuál de los dos tomaba ventaja. La apuesta de nuestro presidente regional por el más joven no añadía ningún punto de valoración, les unía  la edad y el acceso a la política activa a través de las juventudes “peperas”.

Confieso que hubo un momento en el que la balanza de mi percepción se inclinó por la abogada del Estado, fue cuando el flamante vicepresidente catorce, quince, o dieciséis de Europa, don Ramón Luis Valcárcel se decantó abiertamente por doña Soraya. Cuando un hombre de esa experiencia política, que siempre ha estado de la parte del ganador,  manifestó, sin ambages, su apoyo a la candidata en abierta oposición al presidente López Miras, pensé yo que algo importante sabría.

Ya en el congreso seguí el discurso de don Mariano, el que con su espantada le regaló todo el poder al inefable Sánchez, y cuando vi que a pesar de obviar toda corrupción, alabar la gestión realizada en Cataluña y descalificar a Aznar, padrino de don Casado,  todo el auditorio en pie lo aclamó con lágrimas en los ojos, pensé, para mis adentros, que el joven candidato no tenía nada que hacer. Ver para creer, no hay como poner una urna y dar a cada uno una papeleta para que, votando en secreto, se manifiesten las filias y fobias, y de las urnas salgan sapos y culebras para el perdedor.

El joven Casado, récord Guinness en obtención del plazo para un titulo universitario, es el nuevo y flamante líder del Partido Popular. Ha derrotado al sector duro del aparato, el capitaneado por “el joven Arenas”; ha conseguido que parte de sus componentes, liderados por doña Cospedal, se sumen a su victoria, no tanto por sus méritos, sino por los deméritos de su oponente. 

Y digo parte del aparato porque en la otra mitad estaba él mismo, el que tertulia tras tertulia, comparecencia tras comparecencia, defendía con brillantez y contundencia lo que ahora promete regenerar.

Los mandamases del PP murciano, excepto el portavoz en la Asamblea, han ganado y tienen asegurado su porvenir político, no así algunos otros, los del apoyo a la señora del abanico, que deben estar buscando ya un acomodo donde desarrollar sus aptitudes.

Mención especial merece don Ramón Luis. Su mente, entrenada para toda clase de intrigas políticas, estará a buen seguro agitada preguntándose el porqué de su equivoco, y qué hacer para borrar el estigma de su fallido apoyo.

No seré yo el que ose dar ningún consejo al flamante y joven presidente del PP, pero debe saber que el enemigo lo tiene en casa,  que harán lo posible porque dure tan poco como Hernández Mancha, y que en los comicios la victoria hay que buscarla en el centro del tablero.

Si Orbaneja, el famoso pintor ubetense, al que achacan falta de plan y carencia de intención estética, hubiera intentado llevar a un lienzo antes de las elecciones el retrato del candidato ganador, a buen seguro se habría alzado sobre los talones y hubiera rotulado al pie del ininteligible y difuminado cuadro su ya celebre frase convertida en dicho popular: “Si sale con barbas, San Antón; y si no, la Purísima Concepción”.




(*) Ex presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura y de la Autoridad Portuaria de Cartagena

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