miércoles, 4 de julio de 2018

El BCE sigue siendo el mejor activo de la Unión Europea / Luis Alcaide *

El con­flicto de la in­mi­gra­ción está for­ta­le­ciendo los sen­ti­mientos na­cio­na­listas y de iden­tidad na­cio­nales en de­tri­mento del pro­ceso de con­so­li­da­ción eu­ro­pea: es­casos lo­gros en la re­ciente cumbre de jefes de Estado de la UE y ma­re­jada con­ser­va­dora en Alemania con ar­mis­ticio final des­fa­vo­rable para los in­mi­gran­tes. Sin em­bargo, las ins­ti­tu­ciones eu­ro­peas si­guen en pie, es­pe­cial­mente el Banco Central Europeo (BCE). 

El BCE mantiene, por un lado, la estabilidad financiera de la zona Euro alejando la especulación de aquellas economías, española o italiana, con agudos problemas de endeudamiento: déficit presupuestarios continuados o elevadísima deuda pública. Por otro lado, el crecimiento económico está de vuelta y con él avanza el empleo y se reduce el paro.
Eurófobos italianos e independentistas catalanes no se sacuden el miedo de que el euro les abandone. ¿En qué moneda contabilizarían sus patrimonios y cuál sería su valor?.

La unidad europea, ya lo dijeron los padres fundadores, se hará por la moneda. Mario Draghi lo ha entendido perfectamente. Desde la institución que preside y en medio de las turbulencias de la crisis, afirmaría: “En los términos de nuestro mandato, el BCE está en disposición de hacer lo necesario para mantener el euro”. El principal objetivo del BCE, “mantener la estabilidad de los precios”, ha sido velada pero eficazmente ampliado.

El programa de Intervención Monetaria Cuantitativa, pese a la resistencia de los puristas, con sus compras masivas de deuda pública ha conseguido detener la especulación contra los países financieramente más débiles de la zona euro, hasta el punto que los intereses que pagan por la colocación de esos títulos es inferior al que paga EEUU.

El mandato de Draghi se acerca a su fin y de ahí la urgente necesidad de revisar los objetivos del BCE, que continúa siendo, como dice Reza Moghadam (Vicepresidente de Morgan Stanley): “El mejor activo de la ciudad europea que institucionalmente dispone de aquellas competencias necesarias para preservar el valor del euro, incluso cuando la inflación supere el límite del 2%”.

El mensaje macroeconómico de las curvas de Phillips- el tira y afloja entre inflación y desempleo- no es empíricamente contrastable. En efecto, ha sido necesario el incremento dramático del paro para corregir la inflación sin poder evitar la caída en la deflación y el estancamiento.

El BCE dispone de una gran autonomía que le preserva de los vaivenes de la política, pero quizá – o sin quizá- el mejor modo de preservar es independencia pase por ampliar los términos del mandato: estabilidad de precios, crecimiento y también estabilidad financiera.
Un área monetaria como la eurozona es una compleja organización a la vez que un factor de cohesión entre sus socios. 

Ni italianos ni catalanes ni tampoco griegos quieren verse desposeídos de ese instrumento de cambio y depósito de valor que es el euro. La contrapartida es que los socios mantengan sus compromisos de estabilidad financiera y presupuestaria.

No es hora de seguir subscribiendo y perpetuando cheques en blanco para afrontar las deudas lo que hace más difícil la tarea del BCE y provoca la ira de aquellos otros Estados miembros que cumplen con los objetivos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Hasta Tsipras lo ha entendido y lo defiende.

Bravo por el gesto compasivo del gobierno de Pedro Sánchez con los náufragos y su disposición para contribuir a la organización de un sistema europeo de acogida. Bravo también por los nombramientos de las ministras Calvillo y Montero, incluida la Presidencia de la Comisión Delegada, indicios de que el gobierno de Sánchez apuesta por mantenerse dentro del Pacto de estabilidad y defender, aunque sea implícita y veladamente, la ampliación de los objetivos del BCE. Cosas que importan además del traslado de los presos y del nombramiento de los consejeros de TVE.


(*) Economista del Estado


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