viernes, 1 de junio de 2018

Adiós, Rajoy / Enric Juliana *

Cae Mariano Rajoy, el gran incombustible de la política española. El Euskadi Buru Batzar decidió apoyar la moción de censura socialista poco después del mediodía, y el lehendakari Iñigo Urkullu cumplió con su palabra: el presidente del Gobierno español fue el primero en tener noticia del esperado veredicto vasco.

Rajoy recibió la llamada en un restaurante próximo al Congreso, al que había acudido a almorzar. Encajó la noticia, la comunicó a sus colaboradores y les advirtió que no pensaba dimitir. Rajoy ya no regresó por la tarde al hemiciclo. Pasó toda la tarde en el restaurante. Siete horas. Su escaño estuvo ocupado por el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría.

De no mediar sorpresas de última hora, Pedro Sánchez será investido hoy presidente del gobierno con los votos de PSOE, Podemos, PNV, Compromís, ERC , PDECat y Bildu y Nueva Canaria. Ciento ochenta votos, si no hay cambios imprevistos. Será la primera vez que triunfe una moción de censura en la moderna democracia española. Será la primera vez que se invista un presidente con apoyos parlamentarios tan heterogéneos. Será la primera vez que un presidente sólo disponga de 84 diputados incondicionales (es un decir).

En España se va a formar lo más parecido a un gobierno provisional. El binomio España-Italia se halla hoy bajo observación internacional. El centro de gravedad de la crisis italiana es una hostilidad difusa hacia el directorio europeo, por la imposibilidad de recurrir a la devaluación de la moneda y por la falta de solidaridad de la Unión ante el alud de refugiados. 

La crisis española gira en torno al desgaste de los viejos partidos, el desgarro generacional y la tentación catalana por la separación. Mientras se discutía la moción de censura, los valores del Ibex 35 subieron. El comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, dijo no sentir ninguna intranquilidad por el funcionamiento de los mecanismos democráticos en España.

El Euskadi Buru Batzar tomó la decisión de censurar a Rajoy una vez constatado que los soberanistas catalanes se inclinaban por Pedro Sánchez. El PNV no quería aparecer como “el salvador” de Rajoy, junto a Ciudadanos. Muchos de sus electores no se lo iban a perdonar, en un momento en el que vuelve a haber significativas movilizaciones sociales en Euskadi. 

Por ejemplo: las multitudinarias manifestaciones de pensionistas en Bilbao. Además de asegurarse las inversiones pactadas en el presupuesto del 2018, los jeltzales han querido estar atentos al humor de la calle. Dentro de un año se deberán renovar los ayuntamientos y las juntas generales vascas. El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, tuvo una intervención impecable.

Dos personajes han desempeñado un papel importante en los engranajes de la moción de censura. Dos jóvenes políticos, muy distintos: Marta Pascal y Pablo Iglesias. La coordinadora general del PDECat ha mantenido una interlocución constante con el PNV y ha bloqueado los primeros impulsos abstencionistas de Carles Puigdemont y Elsa Artadi. Iglesias ideó la hipótesis de una segunda moción de censura instrumental para forzar la convocatoria de elecciones inmediatas. Una iniciativa disuasoria para la gente de Sabin Etxea.

El candidato socialista hizo los deberes. Prometió al PNV que el presupuesto del 2018 será respetado y envió un claro ofrecimiento de diálogo a los soberanistas catalanes, incluyendo el establecimiento de relaciones con el presidente Joaquim Torra, al que hace poco calificó de “racista”. El PDECat quiere regresar a la política española. Carles Campuzano lo dejó muy claro. 

Esquerra Republicana, también, con el vivaz lenguaje de Joan Tardà. Lo que viene ahora será muy complejo. Hoy cae Rajoy. Mañana decae el artículo 155 en Catalunya. El guion parece escrito por Jaume Vicens Vives. Gobernar contra Catalunya tiene un precio. Embestir el Estado español desde Catalunya, también. Empieza algo nuevo. No sé sabe muy bien qué.

Los rumores y las maniobras para que Rajoy dimitiese fueron muy intensos a lo largo de la jornada, alimentados desde diversos ámbitos, Albert Rivera le imploró que dimitiese para colapsar la legislatura e ir a elecciones, el mayor deseo de Ciudadanos. 

Rajoy no quiere dimitir. No quiere aparecer como el culpable último de la quiebra moral del aznarismo. Malestar en el PP. División de opiniones entre los ministros. Por una vez, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal estuvieron de acuerdo y defendieron a capa y espada que Rajoy no debe dimitir. Ambas salieron a atajar rumores.

Muy prudente, aparentemente asustado –“¡sea usted más presidenciable!”, le espetó Iglesias–, el candidato abogó por un mandato de programa limitado. Un gobierno provisional.


(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia



No hay comentarios: