MADRID.- La caza
vuelve poco a poco al arco y las flechas. Tanto que, si un jabalí
merodea por su pueblo, es posible que el incidente no acabe a tiros,
sino con una saeta: en Madrid un grupo especializado ya trabaja en el control con arco de las especies silvestres.
Es la última tendencia del sector cinegético, que busca un modelo más
sostenible y selectivo, pero también atraer a un nuevo público, según revela hoy Abc.
«Caminamos hacia ese modelo, cada vez tiene más adeptos»,
reconoce Ángel López Maraver, presidente de la Real Federación Española
de Caza (RFEC). El arco de caza tiene poco de rudimentario. De poleas,
con un visor añadido y un disparador que funciona como un gatillo, se
parece más a un dron con dos brazos que al arma de Robin Hood. La flecha
viaja a 100 m/s y se lanza a 30 metros del objetivo.
La organización
calcula que existe un millar de personas que practican la caza con arco,
más otros diez mil extranjeros que cada año vienen a España. «Hay mucha
demanda de gente que quieren aprender», dice López Maraver, en una
jornada para dar a conocer la actividad.
Pero tampoco se libra de
la polémica. Los grupos ecologistas critican que es un método «cruel»
que raramente mata al animal. Los cazadores contrargumentan que no solo
es una técnica que no estresa al animal (la flecha es silenciosa), sino
que apenas causa dolor gracias a unas puntas equipadas con cuchillas.
«Producen un corte muy limpio de los tejidos. Los
animales notan un pinchazo y en 25 o 30 metros, mueren», explica Daniel
González, delegado de Arco de la RFEC. Ahora, la federación ha pedido a
la Intervención Central de Armas y Explosivos la creación de un «carnet
de cazador arquero» que acabe con un vacío legal que en ocasiones
provoca requerimientos de los agentes de la autoridad a los arqueros.
Gracias a esta modalidad y, sobre todo, a su simulación con animales en 3D,
la caza ha encontrado una forma de abrirse a nuevos públicos. Se llama
«recorrido de caza con arco» y en él no se abate ningún animal vivo. Se
trata de un trayecto a contrarreloj con escenarios compuestos de figuras
en 3D.
Quien dispare a la figura de un lince, 30 puntos menos: es una
especie protegida. Quien alcance el corazón de un jabalí, 10 puntos más.
Si se alcanza al animal en cualquier otra zona que no sea el corazón o
los pulmones, no puntúa: el tiro debería evitar el sufrimiento del
animal. «Hay que conocer la ley de caza para practicarlo», explica
González.
Como pasatiempo, no necesita permiso de armas y tampoco
una edad mínima. Por ello, cada vez más mujeres y niños se inician en
la actividad. «Es muy atractiva para los más jóvenes.
La gente tiene rechazo a las armas, pero cuando piensas en un arco…
suena a Robin Hood», dice López Maraver. También le han encontrado
aplicaciones terapéuticas: en Lorca (y pronto en Mijas) un grupo de
mujeres practica el tiro con arco como parte de la rehabilitación de
pacientes con cáncer de mama.
«Yo o me apuntaba, o me divorciaba»,
cuenta Gema Manzano, que comenzó a tirar en 2007. Su marido era
aficionado a los recorridos, y también su hija menor. Así que acabó
cediendo y ahora es cinco veces campeona de España en esta modalidad de
caza simulada. «Me gusta el ambiente, hablar con la gente que va al club
y soltar las flechas. Me llena», asegura.
Para Manzano es una forma más
de hacer deporte con la que le acabó «picando el gusanillo». «Antes de 2007 no pensaba ni en tirar con el arco y mucho menos cazar», explica. Los recorridos le han servido como puerta de entrada a la caza real, que probó por vez primera en 2017.
Estas actividades también ayudan a dar a conocer la cinegética. En España, dicen los cazadores, existe un gran desconocimiento, que se traduce en insultos
. «En Suecia o Finlandia es habitual que la gente salga a cazar antes del invierno, han superado el animalismo»,
dice López Maraver, quien en parte achaca a Walt Disney la tendencia a
humanizar animales. «En Europa un elefante vuela y se llama Dumbo. En
África destroza cultivos».
Según datos del Ministerio de Medio
Ambiente, la caza reporta un flujo cercano a los 4.000 millones de euros
anuales y 55.000 empleos directos e indirectos. No se trata solo de
cazar o de realizar el control de plagas, defiende el sector.
Por ello multiplica las opciones de caza sin presa.
Como las competiciones de perros de muestra o el compak sporting, un
tipo de tiro al plato que simula los movimientos de perdices, codornices
o conejos. La practican entre diez y quince mil personas en España.
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