lunes, 9 de abril de 2018

Huéscar y Dinamarca en guerra / Adrián Ángel Viudes *

Si afirmo que hasta el año 1981 el pueblo de Huéscar, estuvo en guerra con Dinamarca, más de uno de mis lectores me diría: -don Adrián critique pero no fabule.

No, no es cuento, la granadina localidad, bañada por el río Guardal que junto con el Castril estuvieron a punto de ser donantes del primer trasvase proyectado para saciar la sed secular de nuestra Región, declaró la guerra al país nórdico. Fue una contienda larga, pero en ella nunca combatieron ejércitos, por lo que no hubo bajas; por no haber no hubo ni conocimiento por parte de los daneses de la existencia de este enfrentamiento. 

El 'conflicto internacional' existió, porque en 1809 el Cabildo de Huéscar declaró la guerra al país nórdico. 

En el albor del siglo XIX, con un ambiente bélico que enfrentaba a las potencias mundiales, entre cambios de alianzas, desencuentros diplomáticos y asumiendo una resolución de las Cortes españolas, el cabildo oscense ordenó la publicación de un bando instando a los vecinos "a atacar a las fuerzas danesas en cualquier parte que se hallen, vengar los insultos recibidos y no cesar las hostilidades hasta que un mutuo convenio de Corte a Corte y un tratado estipule las condiciones de paz". 

Ese día llegó, eso sí doscientos años después, y en 1981 en el pleno municipal más extraordinario de cuantos se han celebrado en Huéscar, se selló definitivamente la paz entre los pueblos.

Al ritmo que vamos no nos debe extrañar que antes de lo que creemos podamos contemplar, con asombro, alguna que otra declaración de guerra entre regiones, o entre municipios, o entre militantes de partidos, o entre regantes de una u otra cuenca, o de la misma, vaya usted a saber.

Porque, aunque creamos haber evolucionado, somos gente de sangre caliente, bravucones y peleones, intransigentes en grado sumo, y envidiosos; a pesar de que proclamo que las virtudes que nos adornan, y de las que hago merced de no enumerar por no cansar a mis lectores, compensan con creces nuestros atávicos defectos.

¿Puede haber remedio? La clave está en la educación. No estamos educando a nuestros jóvenes de la mejor manera para conseguir la deseada convivencia en paz y en el respeto a nuestros semejantes. Los modales brillan por su ausencia; no se respetan a padres, ni a profesores, ni a los mayores en edad.. 

Algunos partidos políticos presumen de sus secciones de juventud; y allí sabemos que se fomenta el desprecio y aversión al oponente. Hitler y Musolini fueron unos enamorados de las juventudes nazis y de los camisas negras, y ya sabemos lo que pasó poco más tarde.

Sé que es difícil luchar con algo que genéticamente nos condiciona, no somos solidarios, sino ferozmente individualistas. “Pequeña pero mía” reza más de una leyenda grabada en el frontispicio de varias casas de nuestra Huerta.

Nuestras pequeñas y medianas empresas se resisten a aumentar de dimensión para que sus fundadores no pierdan el control; y prefieren acudir al crédito a corto antes que a la ampliación de capital para financiar inversiones a largo.

Nuestros equipos de futbol, salvo muy raras excepciones, triunfan gracias al fichaje de foráneos; la cantera se descuida y se desprecia. En cambio triunfamos en deportes individuales: golf, tenis, natación, ciclismo, atletismo; incluso tenemos campeón mundial de lanzamiento de huesos de oliva.

Pretendemos imponer siempre nuestro punto de vista, y porfiamos en el empeño. No hay mas que seguir los debates políticos en el Parlamento, en ayuntamientos o asambleas regionales; y no digamos esas tertulias televisivas o radiofónicas, o las del bar, donde lo de menos es aportar algún punto de vista, lo importante es derrotar al oponente, aunque, las más de las veces, ni siquiera sepamos qué opina porque no lo escuchamos.

Menos mal que en la guerra que da pie a este artículo, uno de los contendientes, al estar tan lejos, ni se enteró.

Hago votos porque si alguna región, municipio o partido político estuviera pensando declarar la guerra, pudiera el ofendido razonar como aquel buen marido, aunque, naturalmente, cambiando los términos.

“Señor que mi mujer no me engañe, que si me engaña no me entere, y que si me entero no me importe”


(*) Ex presidente de la CHS y de la Autoridad Portuaria de Cartagena



(Publicado hoy en La Verdad)

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Huesca y Huescar tienen el mismo gentilicio?