Uno de los rasgos esenciales de la calidad de las
democracias es la expectativa real de alternancia en el gobierno. Cuando
los ciudadanos tienen ante sí proyectos políticos alternativos con
fuerte respaldo electoral se refuerza el control al Ejecutivo, hay más
posibilidades de trenzar consensos de amplia base social y siempre son
menores las tentaciones acomodaticias o arbitrarias de quien detenta el
poder.
Por la voluntad expresada en las urnas, el PP lleva gobernando en
la Región de Murcia con una amplia mayoría electoral desde hace
veintidós años, sin que su principal oponente haya logrado constituirse
en alternativa real durante dos décadas. Algún mérito habrán cosechado
los populares para que haya ocurrido así.
Pero visto que el PSOE queda
reiteradamente a gran distancia en apoyo electoral cabe concluir que
buena parte de la fortaleza del PP murciano se cimenta en la enquistada
debilidad de los socialistas. Ni siquiera pudieron crecer a costa de la
caída de los populares en las últimas elecciones porque los votos
migraron hacia Ciudadanos y Podemos les arañó apoyos por su izquierda.
Quien ha sido su líder en los últimos años, Rafael González Tovar, no
consiguió mejorar las expectativas electorales de su partido y aunque
soñó con alcanzar San Esteban al frente de un tripartito, en plena
crisis por la imputación del expresidente Sánchez, nunca tuvo
posibilidades reales de convertirse en presidente regional.
Tovar deja a
su partido en una posición fortalecida en el terreno municipal, con 26
alcaldes gracias a la política de pactos, con los deberes hechos en
materia de democracia interna y con cierta cohesión interna en una
formación donde las viejas familias han terminado por diluirse.
El
77% de los delegados del congreso regional aprobaron ayer su informe de
gestión. Sin embargo, el PSRM es hoy un partido desmovilizado a fuerza
de tanto traspiés en las urnas. Revertir esa situación de cara a las
elecciones de 2019 será uno de los retos del alcalde alhameño Diego
Conesa. No es tarea fácil. El PSOE es difícil de pastorear. Y más cuando
los resultados no acompañan y no hay un liderazgo interno arrollador.
El nuevo secretario general se impuso con una estrecha victoria en las
primarias, lo que le obligará a romper con el pasado sin menospreciar el
respaldo obtenido por su rival María González Veracruz, especialmente
en Murcia, Cartagena y Lorca. Ese desafío ya lo ha sentido Conesa en sus
carnes durante la confección de la nueva dirección, donde se ha rodeado
de un núcleo duro compuesto por Joaquín López y dos jóvenes con muchas
ganas, pero corta trayectoria, como son Francisco Lucas y Jordi Arce.
No
obstante, a Diego Conesa y Joaquín López se les abre una ventana de
oportunidad de cara a las urnas. Sobre todo porque su principal
adversario, Podemos, parece desinflarse a nivel nacional desde que firmó
el ‘pacto de los botellines’ con IU y abandonó el discurso de la
transversalidad. A los líderes regionales de Podemos, que fueron la
sorpresa del nuevo panorama político, les va a costar superar los
desatinos de la dirección de Pablo Iglesias en relación al órdago del
independentismo catalán.
En su búsqueda de una equidistancia imposible,
cegados por su obsesión por desbancar a Rajoy, se han quedado en tierra
de nadie, dando oxígeno a los nacionalistas con su inverosímil propuesta
de diálogo para llevar a cabo un referéndum pactado y legal en
Cataluña, lo que implica el reconocimiento de un derecho de
autodeterminación que seguiría siendo inconstitucional con nuestro
actual ordenamiento jurídico.
Toda su combativa lucha
contra la corrupción ha quedado de alguna forma contaminada por su
condescendencia con quienes, en este gravísimo desafío al Estado de
Derecho, han cometido flagrantes ilegalidades que están en manos de
jueces y fiscales. El sectarismo les ha hecho olvidar que no hay
ilegalidad admisible aun cuando existan legítimas motivaciones
ideológicas. Que duda cabe que el posicionamiento territorial de Podemos
no empaña el trabajo individual de sus representantes murcianos, pero
sea injusto o no es muy probable que todo esto les pase factura en una
región con profundo sentimiento de españolidad.
Lo que
hoy juega en contra de Podemos sopla a favor del PSOE, que ha actuado
con responsabilidad ante la crisis política más grave vivida desde el
23F por este golpe antidemocrático del independentismo catalán. «Tenemos
profundas diferencias con el PP, pero sobre la integridad territorial
de España, ninguna», dijo ayer, acertadamente, Pedro Sánchez en
Cartagena.
Los socialistas murcianos abren una nueva etapa donde gozan
de otra oportunidad para definir su proyecto y volver a ser un partido
de mayorías en la Región de Murcia, como lo fueron durante muchos años
tras la Transición.
(*) Periodista y director de La Verdad
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