viernes, 5 de marzo de 2010

Atajos / Bernar Freiria

Estamos en una crisis para la que todavía no se ha escrito el manual que indique cómo enfilar la puerta de salida. En España, el efecto nocivo más señalado ha sido el incremento del paro en una proporción superior a la de todos los países de nuestro entorno. El manual keynesiano aconseja en esos casos hacer una fuerte inversión pública para reactivar la desfalleciente economía.

El Plan E fue aplicado en su día para tratar de frenar la pérdida de empleo y ha tenido unos resultados modestos y transitorios. Se crearon también partidas presupuestarias para ayudar a las empresas en crisis, especialmente entidades bancarias, sin que eso haya redundado en un aumento de las cantidades disponibles para conceder créditos a las empresas y particulares que lo solicitaban.

Aún así, el endeudamiento del Estado, derivado de la menor recaudación de impuestos por la disminución de la actividad económica y las mayores necesidades de gastos sociales —prestaciones por desempleo—, se ha disparado. La deuda pública creciente ha bajado su nivel de confianza en los mercados y eso hace que conseguir compradores resulte más caro y —pescadilla que se muerde la cola— eso aumenta todavía más el déficit público por los gastos financieros. La única manera de contener ese déficit público es aumentar los impuestos, pero esto puede tener un efecto paralizante sobre una economía en recesión. Este es el laberinto.

El Gobierno, acusado de parálisis ante la crisis, o de responder con medidas improvisadas y contradictorias, se ha decidido al fin a mover ficha y presenta un plan que tiene tres puntos de apoyo: disminución de gastos en la Administración, impulso a la concesión de créditos a las empresas y particulares a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO) e impulso a la creación de empleo favoreciendo la reforma de viviendas.

Habrá que ver cómo se materializan estas medidas, pero volver a incidir sobre el sector de la construcción no parece muy coherente con aquello tan cacareado del cambio de modelo productivo. Un cambio cuya necesidad, sin embargo, no puede ponerse en duda, visto adónde nos han llevado los excesos del ladrillo.

En el fondo de todo ello late una aporía: es necesario disminuir el gasto público y, al mismo tiempo, las medidas destinadas a poner en marcha la economía sólo se pueden llevar a cabo con fondos estatales, es decir, con gasto público. Lo que reequilibra hace peligrar el equilibrio.

Y en Murcia estamos a la expectativa de que la Paramount o los chinos nos saquen del furgón de cola del tren de la crisis en el que nos han situado las cifras de paro y retracción económica. Nada menos que “un salto de 15 años en la economía”, aseguraba el consejero Cruz.

No quiero ser aguafiestas. Ojalá esos chicos de la productora lleven a cabo un megaproyecto de parque temático y estudios de rodaje que nos arreglen el futuro con una inversión millonaria, en dólares de los que no tiene que financiar el ICO, y que cree los 20.000 puestos de trabajo anunciados.

Que como resultado de todo ello, y aprovechando que nos han sacado en el suplemento de viajes del New York Times, nos lluevan visitantes —y además que sean de esos que vienen a ver arte, y no los de alpargata y bocata—y a esos 20.000 puestos de trabajo se sumen al menos otros tantos derivados del turismo.

Pero seamos realistas, no repitamos otra vez el cuento de la lechera. Al menos, hasta que no veamos el río de dólares corriendo y el parque de atracciones funcionando a tutiplén. Porque hay motivos para ser cauto. El primero, el fracaso en Europa de los parques temáticos, con Eurodisney a la cabeza, que alcanzó unas pérdidas de 63 millones de euros en 2009, para no hablar de Terra Mítica y otros más cercanos.

Por otra parte, si el mayor accionista de la empresa es el magnate estadounidense Sunmer Redstone ¿qué hacían Valcárcel y Cruz negociando con el personaje que aparecía en la foto publicada en los periódicos? Además ¿inversiones de una empresa de Hollywood en una época de crisis que también afecta al showbiz hasta el punto de que no pocas estrellas del cine han reducido sus emolumentos a la mitad?

Más todavía, apadrina el negocio un príncipe de Dubai (el personaje de la foto), emirato que también está inmerso en una crisis que ha hundido su empresa estatal inmobiliaria, Dubai World, metida en proyectos inmobiliarios elefantiásicos y extravagantes —¿les suena? Si hasta el nombre tiene algo familiar— de la que ha tenido que rescatarlo su sensato emirato vecino, Abu Dhabi.

No es momento de mágicas soluciones a los problemas. En economía no existen los saltos de 15 años ni de 7 leguas, señor Cruz. Ojalá la Paramount, el jeque de Dubai o los inversores chinos nos saquen del agujero. Pero, por si acaso, no es malo recordar que la prosperidad ha de venir de abajo, de la gente con conocimientos e ideas.

Y puestos a buscar modelos estadounidenses, es preferible fijarse en el de la sociedad del conocimiento de Silicon Valley de donde, con el impulso inicial de unos pocos amigos trabajando en un simple garaje, han salido empresas que han alcanzado la dimensión de Microsoft, Intel o Apple. Para empezar, podríamos tratar de darle la vuelta al tozudo y ominoso 38% de fracaso escolar en secundaria que nos sitúa, con Andalucía y Baleares, a la cabeza de tan poco honrosa clasificación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una obra de Pepe Yagües ha sido el 'detonante' y la Consejería de Agricultura y Agua ha reaccionado de inmediato quitando la subvención (16.000 euros para fines publicitarios) para el proyecto 'Arte por la Sostenibilidad', en el que una veintena de artistas han decorado (GRATIS) 130 escaparates de tiendas (NEGOCIOS PARTICULARES) del centro de Murcia. La obra de Yagües trata, según el escultor molinense, «de la sostenibilidad de la cultura regional». Así que, empleando diversos materiales (madera, acero, cartón, poliespán y 500 euros), ha realizado una simbólica crucifixión del consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, en la que se puede leer, por ejemplo, 'soy tan COOLto que paso del vulgo', 'a los artistas murcianos (catetos) los llevo (clavados) en el COOLrazón' o 'el dinero del murciano lo quemo con entusiasmo'.
Eso le pasa a los artistas de esta región por trabajar gratis, (16.000 euros para fines publicitarios). La consejería de Agicultura y agua paga anuncios en prensa para una actividad que pretende activar el comercio en negocios del centro de Murcia (muy legítimo) pero con el trabajo gratuito de los artistas (gilipollas). Así todos cobran menos, una vez mas, los artistas autóctonos. ¿Hasta cuando? Hasta que los artistas dejen de pensar que siendo muy buenos van a ser recompensados. Mientras los "fichajes" de fuera se lo lluevan crudo y nadie rechista. También a estas alturas parece increíble que se pueda picar en todo lo que lleve la etiqueta de "sostenibilidad" (dichoso palabro, justificador de imposturas). En cualquier caso Pepe Yagües ha expresado un sentimiento general. Se podrá quitar o dejar la pieza, se podrá gastar miles de euros en propaganda a favor, pero el sentido común sigue teniendo el pensamiento libre.

"Si critícas el capitalismo te subvenciono, si critícas al Consejero te quito la subvención"