viernes, 3 de abril de 2009

De la rabia, la crisis y la globalización / Herminio Picazo *

Se reúne el G-20. La crisis financiera golpea bancos ya en nuestro propio país. El batacazo del sistema inmobiliario arrastra entidades crediticias, Gobiernos y economías familiares, las pequeñas y medianas empresas ya ni saben dónde meterse.

La verdad es que da rabia. Una rabia inmensa y ciudadana da el pensar que desde lo más alto de los cenáculos financieros se ha permitido que la situación llegue a estos extremos. Dicen los expertos que la actual crisis es una lógica conclusión de un sistema hipercapitalista que se nos escapa de las manos.

Cuando todo son transacciones en el aire, operaciones especulativas, manejos librecambistas, y cuando en el fondo -y también en la forma- esas operaciones están protagonizadas por unos pocos pero poderosos individuos, la crisis está cantada.

Ahora los muy grandes -los G-20, los Estados y sus fondos nacionales- se echan las manos a la cabeza y se reúnen frenéticamente para ver cómo refundar el mismo sistema con distinto formato. ¿Dónde han estado mientras tanto las instituciones de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y tantas otras instituciones estatales e internacionales? ¿dónde los organismos de control? ¿dónde la pléyade de auditores nacionales, transnacionales y hasta intergalácticos?

Se saldrá de la crisis, pero con toda probabilidad -la memoria es frágil- el mundo librecambista y globalizado que se nos propone desde casi todas las instancias del poder político y económico olvidará la enseñanza y repetirá modelos y formas de conducta.

Por eso muchos piensan -pensamos- que sólo se preverá la siguiente crisis con nuevos modelos en los que el dinero no esté carente de control ciudadano, en los que se pare la desintegración de los Estados a favor de las instituciones económicas transnacionales, en los que se arrincone el poder de la economía exclusivamente especulativa y se invierta realmente en producción y servicios.

Un modelo que camine hacia esto debe proponer formas viables para una economía que se enfoque desde lo concreto, globalizada en lo fundamental pero adaptada a lo pequeño, decidida en ámbitos lo más próximos posible, apegada a la cultura local y democrática en su esencia.

Una forma de desarrollo que, una vez superados los escenarios de planeta dual que nos presentaban los tiempos de la guerra fría, rompa radicalmente con la clásica dialéctica derecha-izquierda y proponga una forma de ver el mundo como un mosaico en el que todas las piezas merecen ser conservadas.

Los pensadores más conscientes del mundo de la globalización están empezando a decir cosas sencillas pero viables y de de gran calado: que el dinero impone su dictadura a los Gobiernos, que las injusticias norte-sur son consecuencia de un incorrecto modelo de comercio mundial, que el control ciudadano es el único que puede garantizar la soberanía alimentaria frente a los sistemas multinacionales hiperproductivos, que hay que poner freno a la desregularización que castiga a los agricultores y que cierra o mal vende en toda Europa miles de explotaciones familiares, que las transacciones financieras internacionales deben pagar tasas para repartir mejor la riqueza, que la 'Macdonalización' está destruyendo nuestros valores y herencias culturales, que las pequeñas y medianas iniciativas económicas deben ser protegidas a ultranza por ser las que más democratizan el empleo y reparten el PIB, que los recursos naturales se deben de utilizar con cabeza...

Y tantas otras cosas que suenan a rebeldes y utópicas sólo porque no nos ha dado por pensar que el mundo no debe estar a la venta a trozos, sino que constituye una realidad compleja -ecológica, cultural, económica- por la que merece la pena pelear desde lo pequeño.

(*) Biólogo www.laopiniondemurcia.es

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy bueno. Das en el fondo del problema.
Yo también pienso que es posible un mundo distinto, y puede que estemos en ese punto de inflexión.
Tenemos que trabajar todos aportando nuestro granito de arena.
Mis ánimos para entre todos reconducir la situación en que nos ha metido esta dinerocracia mundial.