viernes, 6 de febrero de 2009

Conformismo social y bancarrota del Estado / José Manuel Naredo *

El conformismo social generado durante la larga etapa de auge económico dificulta ahora la emergencia de alternativas y de reformas al actual capitalismo financiero-inmobiliario que se tambalea con la crisis.

Paradójicamente, cuando asistimos a la mayor crisis del sistema capitalista que se ha producido desde la Segunda Guerra Mundial, en los países de capitalismo maduro se encuentra bajo mínimos la voluntad de proponer alternativas al sistema.

La protesta más radical emerge en países que habían votado a gobiernos de derechas, como es el caso de Francia o Grecia, mientras que Reino Unido y España, que habían votado socialista, muestran una mayor pasividad. Como los gobiernos socialistas ya no tratan de conseguir el socialismo, sino de suplantar a la derecha como gestores del capitalismo, son una bendición para los oligarcas del sistema a la hora de desactivar la protesta y de asegurar la paz social en momentos de crisis.

La alternancia política bipartidista suele resultar funcional para el mantenimiento del statu quo cuando la socialdemocracia light se encarga de gestionar las crisis, y no es raro que así ocurra, como ejemplifica en Estados Unidos el triunfo del demócrata Obama para capear el temporal de la crisis, tras los reiterados gobiernos del ultra-conservador Bush en momentos de auge.

Este bipartidismo trata de ningunear la existencia de una izquierda más radical en el panorama político y de un movimiento ecologista que generalmente reniega de la política partidista. Con lo cual, la protesta ejercida por estos movimientos alternativos tiende a diluirse sin que llegue a plasmarse en propuestas alternativas ampliamente consensuadas tocantes a aspectos tan claves como la configuración y regulación del sistema financiero internacional.

¿Podrán ganar peso político estos movimientos en un futuro próximo? Algo se mueve en este sentido. Por una parte, surgen escisiones en el seno de la socialdemocracia, como la de Lafontaine en Alemania, que tratan de articular un discurso con posiciones transformadoras y éticas más marcadas.

Por otra, la fundación en Francia de un Nuevo Partido Anticapitalista con vocación trasnacional refleja el afán de superar los sectarismos y dogmatismos que a menudo han caracterizado a la izquierda radical, proponiendo un amplio frente de oposición al sistema que acoja, incluso, a corrientes ecologistas y anarquistas poco proclives a participar en los teatros habituales de la política.

Estos ejemplos apuntan a evitar el divorcio que se observa entre los movimientos de protesta y la mediación política, hasta ahora monopolizada por los grandes partidos, que permanecen firmemente anclados a la ideología dominante.

El conformismo social cierra, también, la puerta a las reformas que demanda la estabilidad del propio sistema capitalista. El popurrí de medidas “urgentes” que se han venido adoptando sobre la marcha para “salir de la crisis” apuntan más a perpetuar el statu quo financiero-inmobiliario que la había originado que a reformarlo, lastrando así dicha “salida”.

Porque no es la búsqueda de instrumentos idóneos la que marca la orientación del grueso de las medidas adoptadas, sino las presiones del neocaciquismo imperante, que sugieren ahora paliar la insolvencia de las empresas privadas con recursos públicos. Con lo cual –salvo que las presiones sociales y/o la autonomía de algunos gobiernos lo impidan– la insolvencia privada se acabará transmutando en bancarrota del Estado.

* José Manuel Naredo es Economista y estadístico

www.publico.es

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Evidentemente, el verdadero problema es que la prepotente avaricia y el poder sin límites del capitalismo pretende llevar a la bancarrota a los propios Estados. Pero no hay que olvidar que el Estado es, en definitiva, el principal soporte del Capitalismo. En definitiva, los verdaderos "paganos", como siempre, serán las clases trabajadoras. Por otro lado, las contestaciones radicales en países gobernados por la socialdemocracia liberal, como es el laborismo inglés, toman tintes xenófobos propios más bien de la Alemania de entreguerras. Es verdad, que la historia nunca se repite, aunque se pretenda, y que las guerras no son producto de la fatalidad. Como se ha dicho ya por ahí, el fin de lo que se ha conocido como el "boom" inmobiliario y el hiperconsumo insensato ha sido atajado por la contradición inherente de las propias fuerzas que lo alimentaban. Claro que todo el mundo medianamente sensato podía preveer que esa "historia" tendría que acabar irremesiblemente mal, y no, precisamente, por un determinismo de causa-efecto. Lo que está por ver es si la crisis financiera mundial, la producida por las "subprime", la que ha parado en seco a gran parte de la economía de la fase terminal del industrialismo del siglo veinte, la que ha metido el miedo en los consumidores, es capaz de llevarse a todo el sistema por delante. Creo que debería dar más la sensación de que tal coletazo producido por una serpiente sin futuro no será la fin del mundo y que a veces aparecen síntomas de que la recuperación puede empezar antes aunque lentamente. Otra cosa son los maniqueísmos y los tópicos de la ultraderecha católico-liberal y las posibilidades de un Estado como España con un gobierno socialdemócrata con una alta sensibilidad social... En Murcia, sin embargo, sigue gobernando una facción política ultramontana cuyo éxito -nunca hay un éxito total ni tampoco un fracaso total- se esfuma entre sus manos, porque defenderse con los tópicos del pasado a los retos del futuro es una gran memez, como no podía ser de otra forma. Agur.

Buenas noches y buena suerte.

Anónimo dijo...

jajaja

Erase una vez una isla flotante que mareaba todos los vientos...

La gramática del viento consiste en provocar el temporal, construir la calma.

Hay viento rumba
Hay viento mambo
Hay viento norte

"Las crónicas de escarnio" y de maldecir" nacieron en la Edad Media"... ¡Qué vientos aquellos!

Elena

Anónimo dijo...

Las encuestas que dan unos altos porcentajes de éxito a los partidos actuales PP y PSOE solamente confirman lo que señala José Manuel Naredo y con lo que más de uno estamos completamente de acuerdo. Así que hasta que ambos partidos no pasen a una severa oposición (léase 5-10 escaños máxime), pues poco podremos ver de novo en el panorama socioeconómico y medioambiental español. Lo que pasa en Murcia, además, tiene una dosis de nacionalcatolicismo que practican ambos partidos junto con una mediocridad de dirigentes. Lo que no es sino un propio reflejo de la cultura hedónica (todos a la playa, morcilla va y fin de semana viene) que campea por la región. Desde la época de los 70 nada menos, cuando la generación de los 60 empezó a constituir su base económica en la cultura del ladrillo. Y ahora, a ver quién los baja del burro...

Anónimo dijo...

Que venga Garzón!

Anónimo dijo...

Acabo de añadir el feed a mis favoritos. Me gusta mucho leer sus mensajes.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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