Hicieron todos los juegos malabares
posibles y los imposibles; retorcieron el significado de los conceptos;
cambiaron de ideología cuando fue necesario; se valieron de referentes
ambiguos y resbaladizos; fueron aprovechados carentes de escrúpulos;
utilizaron la demagogia; hicieron populismo; entregaron la comunicación a
sedicentes expertos, más inútiles y cursis que los cuentos de Disney;
colonizaron los medios de comunicación y pusieron a varios a su
servicio; censuraron y acallaron a las personas críticas o simplemente
independientes; dieron pábulo a los más inútiles pero obedientes.
Boicotearon
desde el primer momento cualquier acuerdo de gobierno de progreso con
el PSOE desde el 20 de diciembre, pretextando buscar un pacto por el qe
jamás hicieron nada; insultaron y difamaron a los socialistas con la
máxima virulencia; cuando les interesó volvieron a hablar de pactos,
pero sin dejar de atacar al PSOE; trataron de dividir y sembrar cizaña
en el PSOE enfrentando a unos militantes con otros.
Retornaron
a IU porque, en el fondo, seguían y siguen siendo comunistas. La
advertencia, que tantas veces ha hecho Palinuro, de que los comunistas
jamás han ganado ni ganarán unas elecciones democráticas, se echó en
saco roto porque era preferible volver a engañar con una doctrina
acartonada, amojamada, dogmática y falsa como el comunismo, en lugar de
afrontar la verdad y ser críticos. Se echaron en brazos de una huera
nulidad como Anguita, consumido por su odio al PSOE, a quien Pablo
Iglesias considera su "referente intelectual". Adoptaron la necia
estrategia de este: plantear la batalla no contra la derecha, sino
contra la izquierda; no contra el PP, sino contra el PSOE. Lo que
querían era ganar las elecciones al PSOE desde la izquierda y si, para
ello, es necesario que siga gobernando el PP, que lo haga. Es la famosa
pinza entre comunistas y derechas que funcionó en los años 90 del siglo
XX para desalojar a Felipe González y ahora se quiere que funcione para
no permitir que la izquierda gane votos y pueda enfrentarse a la
derecha.
Y
¿qué han conseguido? Ni hegemonía, ni sorpasso ni nada. Lo que siempre
hacen los comunistas: han propiciado una abstención altísima por
hartazgo y han abierto el camino a un gobierno de la derecha que el 20
de diciembre no era posible y hoy, sí. Cabe, incluso, preguntarse si una
táctica tan estúpida no esta elaborada en los despachos de la derecha y
puesta luego en circulación en los circuitos de la izquierda, sobre
todo de los más bocazas, con más medios y periodistas comprados a su
servicio. Tambien han conseguido un desgaste del PSOE, pero sin llegar a
destruirlo, sin alcanzar el sorpasso. Ahora se dan cuenta de que
el PSOE no es el PASOK, que tiene una historia, una trayectoria, una
militancia que ellos no saben ni lo que es.
Otra
vez estos aprendices de brujo han vendido la piel del oso antes de
cazarlo y se han quedado sin el cántaro del cuento de la lechera. Su
desconocimiento de la realidad en que viven, su pedantería, arrogancia y
petulancia no les dejan tomar conocimiento de ella. Viven como en una
burbuja, ensoberbecidos en su vanidad y en la que ningún consejo ni
advertencia pueden entrar. Si le añadimos los insufribles slogans de la
campaña electoral cursis sin remedio, se comprenderá hasta que grado de
sadismo se puede llegar en la política.
Asimismo
han hecho algo peor, esto es, han traído un gobierno de la derecha más
mojigata, autocrática y cavernícola, un gobierno que, de haber hecho las
cosas bien desde el principio, nos podríamos haber ahorrado. Esta
convergencia objetiva de intereses entre la derecha y los
comunistas, el PP y Podemos, funciona siempre. En el caso del PP, la
pinza está muy justificada porque lo que quiere es gobernar, o sea,
sacar tajada. En el de Podemos no está tan claro porque, aunque triunfe
esta maniobra, él, Podemos, no tendrá acceso al gobierno. Porque en él,
la cal ya está muerta.
Y
todavía han hecho algo peor: en diciembre pasado no se quiso que
hubiera un acuerdo entre las izquierdas pero el grupo parlamentario
decisivo en el Congreso era el de Junts pel Sí, sin cuya
aquiescencia por activa o pasiva, ningún gobierno de España era posible.
Hoy, gracias a la ineptitud de Podemos este ya no es el caso. Lo
diputados de JxSí ya no son relevantes porque ni con ellos podría la
izquierda formar gobierno.
Podemos es lo peor que ha pasado a la izquierda española desde 1975.
Menos
mal que Cataluña, en donde el independentismo sigue su camino, En
Comú-Podem no ha hecho mella en la hegemonía de Junts pel Sí.
Rotundo fracaso de la izquierda
Pero se mantiene muy bien en la extrapolación del resultado electoral al interior de Cataluña. El independentismo sigue siendo dominante y sólido y, no habiendo sufrido mella alguna proveniente de la ambigüedad de Podemos, puede encarar la cuestión de confianza del próximo septiembre con tranquilidad y proseguir con la hoja de ruta.
La
gran derrota de estas innecesarias elecciones del 26 de junio la ha
sufrido Podemos que, como En Comú-Podem, no ha conseguido ganar al PSOE
en España ni al independentismo en Cataluña.
Las
izquierdas no se pusieron de acuerdo tras el 20 de diciembre y forzaron
la repetición de elecciones cuando había varias fórmulas posibles de
gobiernos de más o menos progreso (PSOE-Podemos-JxSí;
PSOE-Podemos-Ciudadanos). El resultado de esa repetición es un fracaso
mayor si cabe, prácticamente una catástrofe para la izquierda.
La
derecha que no podía formar gobierno el 20 de diciembre, sale ahora
reforzada y, con el 98,5% del voto escrutado, se sitúa en 169 diputados
(sumando PP y C’s) a siete de la mayoría absoluta, que, de obtener un
diputado más, podría negociar con el PNV y Coalición Canaria.
C’s
se ha desinflado, pero adquiere una relevancia insospechada como
partido junior en una coalición de la derecha. Si el PP acepta la
condición impuesta por Rivera de licenciar a Rajoy habría un gobierno de
coalición de la derecha en minoría que solo necesitaría una geometría
variable de abstenciones de los demás grupos, algo perfectamente
practicable.
El
PSOE y Sánchez en especial, han quedado por debajo del resultado del 20
de diciembre, que ya era el más bajo de su historia democrática. Para
Sánchez, sin duda, un fracaso que pone en cuestión su liderazgo en el
partido. No es probable que un nacionalista español tan obcecado y
rígido como este admita la posibilidad de que el jacobinismo socialista
sea el responsable del desastre del PSC, que no levanta cabeza. Pero es
un hecho: Cataluña, el otro baluarte socialista en el Congreso junto a
Andalucía, se ha convertido en un territorio residual. Y el PSC en un
partido prácticamente simbólico en Cataluña, como el PP, cosa que
debiera hacer reflexionar a sus líderes si fueran capaces de ellos.
Pero
el batacazo mayúsculo se lo ha llevado Podemos que aburrió a la cabaña
nacional con una campaña de diseño de una cursilería insoportable, hecha
de colorines, sonrisas, ilusiones y pura demagogia populista, orientada
al sorpasso que iba a garantizarle, por fin, la hegemonía de la
izquierda. Y con la hegemonía, el regreso a las esencias patrias, la
recuperación de la democracia y la dignidad, el progreso y la modernidad
de formas e ideas. Todo pura balumba.
Ni
sorpasso, ni hegemonía, ni nada. En resumidas cuentas, lo único que ha
conseguido Podemos al provocar las elecciones repetidas ha sido traer
una gobierno de la derecha más cavernícola que ha habido en el país
desde la muerte de Franco. Es el resultado habitual de la pretensión
comunista de derrotar a la socialdemocracia, en buenos o malos términos,
con más o menos argucias teóricas. En el fondo, guste o no guste, es el
resultado de la eterna pinza entre el comunismo y la derecha para
impedir el gobierno del socialismo democrático.
Pero
hay más y más grave. Con el resultado del 20 de diciembre era muy
difícil pero posible formar un gobierno de izquierda, siempre que se
propiciara el voto favorable o la abstención de los independentistas
catalanes, que tenían la llave de la gobernabilidad de España. Ahora,
con este desastre provocado por la arrogancia, la petulancia y la
ignorancia de Podemos, no puede formarse gobierno de izquierda ni con el
apoyo activo o pasivo de Junts pel Sí. La incompetencia de Podemos ha
conseguido lo que parecía imposible: hacer irrelevante la minoría
catalana en el Congreso y entregar el gobierno de España a la derecha.
JxSí ya no tiene la llave de la gobernabilidad de España.
Pero se mantiene muy bien en la extrapolación del resultado electoral al interior de Cataluña. El independentismo sigue siendo dominante y sólido y, no habiendo sufrido mella alguna proveniente de la ambigüedad de Podemos, puede encarar la cuestión de confianza del próximo septiembre con tranquilidad y proseguir con la hoja de ruta.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED