Deprimidos por los sondeos, los del PP se aferran a una campaña en las
etéreas regiones de la teoría y las dulces promesas para el mañana.
Estamos saliendo de la crisis. Cada día engorda el crecimiento del PIB
en una o dos décimas. Al llegar el 24 estaremos creciendo por encima del
4%. Ya hemos perdido la cuenta de los millones de puestos de trabajo
que van a crearse en 2016 y Rajoy confunde los impuestos que sube y los
que baja; pero esto es costumbre.
Aguirre
anuncia que representa los principios liberales más puros: la libertad,
la propiedad, la justicia y supongo que la honradez. En reserva le
queda lo de la superioridad moral y el cristianismo como vehículo de la
libertad en Occidente. Pura teoría para no verse obligada a hablar de la
práctica que, sin embargo, es lo que parece interesar a los votantes,
esa chusma a cuya falta de juicio es preciso someterse cada cuatro años.
Como si la unción providencial de la derecha no fuera para toda la
eternidad.
La
gente solemos estar más en los asuntos prácticos, los que afectan a
nuestras vidas cotidianas. Los políticos suelen referirse a ellos como los problemas reales de los ciudadanos,
pero no dan la impresión de conocerlos. Y es muy sencillo. Lo que
queremos es que dejen de saquearnos, de estafarnos y robarnos. Rajoy
sale a la calle en Palma de Mallorca y la gente lo abuchea y lo mismo le
pasa luego en Oviedo, en donde los manifestantes le coreaban "Mariano, Mariano, no metas más la mano".
Es la más afrentosa de las realidades prácticas para unos gobernantes
literalmente anegados en la corrupción. La cruda realidad es la de una
partida (o partido) de ladrones en el gobierno. No hay teoría ni promesa
rosada que aguante la aparición de otra Gürtel en la alcaldía del PP de Elche,
en donde la alcaldesa Alonso, según la denuncia, podría haberse
enriquecido escandalosamente a cuenta de supuestos procedimientos
delictivos.
Esa
práctica tan tozuda da al traste con todas los bellos anuncios del
gobierno y sirve como base para otra elaboración teórica pero de la
izquierda. La contundencia de Garzón, llamando a Rajoy presidente de un partido de ladrones
no deja lugar a dudas. Esa es la fórmula teórica que resume tres años
de absurdas disquisiciones sobre el neoliberalismo, las privatizaciones,
el conservadurismo, la desmemoria histórica, la represión, los intentos
de censura, el autoritarismo: partido de ladrones. De haber
empezado por ahí, aun a costa de reconocer que en las propias filas de
los acusadores hay algunos con la mano muy larga, habríamos ahorrado
tiempo y paciencia. Aunque no dinero porque la corrupción, bien claro
está, no cesa.
Rajoy se agarra más a la teoría y pide no "frivolizar" ni confiar en "tertulianos y comentaristas"
es de suponer que en los adversos, aunque, tratándose de Rajoy, nunca
se sabe. La política no es hablar. Es hacer. En su caso, también podría
decir deshacer.
Ahí
está, sin embargo, el más temible tertuliano, al que él llama "el
Iglesias", con un toque de desprecio de señorito, retándolo a debatir y
afeándole que no lo haga con la oposición. También Iglesias trae el bazooka teórico cargado, llamando "miserable con traje" a Rajoy a quien pide que deje de ser una maldita avestruz con la cabeza en el suelo, y dé la cara y venga a debatir.
También muy cierto y contundente. Solo una pequeña precisión a favor de
las avestruces: no son tan tontas como para esconder la cabeza y perder
de vista al enemigo. La dialéctica teórica de Podemos apunta también al
PSOE, al que acusa de copiota. Pura proyección porque esa es la
acusación que cabe hacer a Podemos. ¿O no pide este el voto a los socialistas de corazón? Y ¿qué son los socialistas de corazón? Según parece, los del 82. Da para pensar quién copia a quién.
La
teoría del PSOE sobrevuela este valle de lágrimas. La campaña es por
las autonómicas y locales, pero se apunta a las generales de noviembre.
En el corto plazo la suerte parece estar bastante echada. Quedan los
altos procentajes de indecisos a los que se quiere llegar con la teoría
del "voto útil", sin perderse en mayores pendencias con el resto de los
partidos. Estas elecciones son un alto en el camino importante hacia las
generales. Un mitin monstruo en Valencia, con 12.000 asistentes, tiene
este significado: una especie de primarias únicas de Sánchez contra
Sánchez porque si el resultado del día 24 es malo para el primer
Sánchez, ¿cómo va a sostener el segundo su candidatura a la presidencia
del gobierno?
En
el caso de C's, la teoría y la práctica se confunden. Todo el mundo
echa pestes de ellos. Hasta ellos mismos. En próximas fechas van a
depurarse de falangistas que, según dicen, se les han colado. Lo de
menos es que sean falangistas, aunque no es carta de recomendación. Lo
grave es lo que tiene de aviso del peligro de reclutar miles de
aspirantes a cargos públicos en breve tiempo. Los de C's manifestarán de
continuo una mentalidad positiva y positivista pero no pueden evitar la
idea de que, al votarlos, se vota un partido de aluvión.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED