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martes, 9 de abril de 2024

Las diferencias socioculturales entre países están aumentando, según la Encuesta Mundial de Valores


BARCELONA.- La globalización y el acceso a redes sociales y medios de comunicación de cualquier punto del planeta parecen indicar que nos encaminamos a un mundo más uniforme, con sociedades y culturas cada vez más similares. Pero la realidad es otra. Las diferencias socioculturales entre países están aumentando. Del análisis de las olas de la Encuesta Mundial de Valores (WVS, por sus siglas en inglés) realizadas entre 1981 y 2022 se desprende que los valores culturales se han vuelto más diferentes a nivel global pero más similares a nivel regional, según un artículo publicado en Nature Communications .

Sus autores, investigadores y profesores de la escuela de negocios Booth de la Universidad de Chicago, han medido la variación de 40 valores relacionados con la libertad, la religión, la educación, la obediencia o la igualdad de oportunidades en 76 países en estos últimos 40 años y han encontrado evidencia de que tienden a la divergencia y también de que los países occidentales de altos ingresos cada vez se están volviendo más distintos culturalmente de otras regiones del mundo, según recoge La Vanguardia.

“Nuestro estudio no puede identificar la causa determinante de esa divergencia en los valores aceptados en distintas partes del mundo, pero parece que un factor clave ha sido el efecto desigual de la riqueza sobre los valores sociales”, explica en una entrevista por correo electrónico Joshua C. Jackson, primer autor de la investigación. 

Y apunta que en los países europeos y norteamericanos, el aumento de la riqueza ha dado lugar a valores más emancipadores, que son los relacionados con la autonomía personal, la libertad de elección de estilos de vida y la igualdad. Pero en otras regiones, la mejora económica no ha ido acompañada de esos cambios, con lo que el distanciamiento cultural se ha agrandado.

En su artículo mencionan como, por ejemplo, el aumento de la renta per cápita en Hong Kong y Canadá entre el 2000 y el 2020 fue similar y, sin embargo, la aceptación de la homosexualidad creció a un ritmo mucho más rápido en el país norteamericano, donde sin embargo cayó la preocupación por el trabajo infantil, un valor que ganó relevancia en Hong Kong.

Según el estudio, el aumento de la divergencia se observa más en los valores denominados “emancipativos” (vinculados a la libertad de estilos de vida) que en los “sagrados” o tradicionales. En concreto, los valores con puntuaciones más altas de divergencia entre países son la aceptación de la homosexualidad, de la eutanasia, la importancia de la obediencia de los niños, la aceptación del divorcio, de la prostitución, del suicidio o del aborto. 

Por contra, aquellos sobre los que hay más unanimidad en todas las culturas son la necesidad de poner más énfasis en la tecnología en el futuro, el considerar la responsabilidad como una cualidad infantil importante, el mejorar el respeto a la autoridad o el darle menor importancia al trabajo.

La diferencia en los valores emancipativos está agrandando la distancia entre las sociedades occidentales y no occidentales. Los autores del artículo lo ejemplifican contraponiendo los casos de Australia y Pakistán. 

La primera vez que los australianos fueron encuestados en la WVS, el 39% de los participantes calificaron la obediencia como una cualidad importante en los niños y el divorcio como más injustificable que justificable. Y las respuestas de los pakistaníes en ese momento no fueron tan diferentes: el 32% valoraba la obediencia infantil como importante y el divorcio se consideraba más injustificable que justificable. En cambio, la última vez que fueron encuestados, solo el 18% de los australianos, frente al 49% de los paquistaníes, citaban la obediencia como cualidad importante en los niños y veían el divorcio mayoritariamente justificable mientras que los paquistaníes no.

Paralelamente a este distanciamiento sociocultural a nivel mundial, Jackson explica que han observado que la proximidad geográfica se correlaciona con una mayor similitud de valores. “Es un fenómeno independiente; observamos una divergencia mundial de valores acompañada de un realineamiento de valores a lo largo de líneas regionales y religiosas, lo que es consistente con la tesis de las civilizaciones de Huntington y trabajos más recientes sobre aumentos en el regionalismo geopolítico desde la macroeconomía”, comentan el investigador.

Y subraya el impacto que esta constatación tiene tanto para los gobiernos como para las empresas, puesto que los valores sociales determinan la legislación, el clima económico y los conflictos internacionales. 

“Para las empresas multinacionales esto significa que tendrán que adaptar sus productos y marcas a unos mercados cada vez más polarizados culturalmente; para los ciudadanos de a pie, esto significa que las diferencias culturales no van a desaparecer y que la gente de los distintos países mantendrá perspectivas diferentes sobre cuestiones sociales y morales”, ejemplifica Jackson.

En su artículo, destaca cómo esta divergencia también tiene implicaciones sobre la polarización política. “Rusia ha enmarcado la guerra en Ucrania como una guerra contra los valores occidentales; los políticos chinos hablan en contra de países que promueven el concepto y sistema de democracia y derechos humanos occidentales; y las encuestas de opinión pública encuentran actitudes cada vez más hostiles hacia los países occidentales en el Medio Oriente, Asia y África”, ejemplifican los investigadores. 

En esta línea, comentan que "los sujetos WEIRD (personas de países occidentales, educados, industrializados, ricos y democráticos) se han vuelto peculiares, al menos en sus valores sociales y morales; tienen rasgos psicológicos que difieren del resto del mundo".

Otras sociedades evolucionadas

lunes, 21 de marzo de 2022

Kirill, patriarca ortodoxo de Moscú: "Nunca toleraremos a los que difuminan la línea entre la santidad y el pecado"


MILÁN.-  ¿«La invasión de Ucrania? Es correcto luchar, es una guerra contra el lobby gay», dijo el patriarca, según recoge ‘Corriere della Sera’. En un sermón, pronunciado el domingo, el patriarca de Moscú, Kirill, justificó la guerra en Ucrania después de que «durante ocho años ha habido intentos de destruir lo que existe en el Donbass», la zona ucraniana en la que se están asentadas dos autoproclamadas repúblicas prorrusas, «donde hay un rechazo fundamental a los llamados valores que hoy son ofrecidos por quienes se reclaman el poder mundial».

Para Kirill «hoy existe una prueba de lealtad a este poder, una especie de transición a ese mundo ‘feliz’, el mundo del consumo excesivo, el mundo de la ‘libertad’ visible. ¿Sabes cuál es esta prueba? Es muy simple y a la vez terrible: es un desfile gay.

Las solicitudes para realizar un desfile gay se consideran una prueba de lealtad a ese mundo, tan poderoso, y sabemos que si las personas o los países rechazan esas solicitudes, se quedan fuera de ese mundo. Esto quiere decir que se trata de imponer por la fuerza un pecado condenado por la ley de Dios, y por lo tanto, obligar a las personas a negar a Dios y su verdad».

Según el patriarca de Moscú, «lo que está pasando hoy en día en las relaciones internacionales no solo tiene un significado político. Estamos hablando de algo diferente y mucho más importante que la política. Se trata de la salvación humana, hacia dónde irá la Humanidad», remarcó. 

Sin embargo, «seremos fieles a la palabra de Dios, seremos fieles a su ley. Nunca toleraremos a los que difuminan la línea entre la santidad y el pecado y más aún a los que promueven el pecado como ejemplo o como uno de los modelos del comportamiento humano».

«Hoy nuestros hermanos en Donbass, los ortodoxos, sin duda están sufriendo, y solo podemos estar con ellos, especialmente en la oración», concluyó Kirill. Al mismo tiempo, «debemos orar para que la paz llegue cuanto antes, para que la sangre de nuestros hermanos y hermanas se detenga, para que el Señor incline su misericordia sobre la tierra sufriente del Donbass».

La cuestión religiosa en Ucrania es muy complicada. Los fieles ortodoxos de las Iglesias de Moscú y Kiev superan los 140 millones, de un total de 220 en el mundo.

En 2018 se produjo un cisma histórico que condujo a la creación de la Iglesia ucraniana. La decisión del patriarca ecuménico de Constantinopla -‘primus inter pares’- de reconocer a Kiev como Patriarcado autocéfalo, ha envenenado aún más las las relaciones entre las distintas ramas de los ortodoxos

 Dentro de Ucrania, la situación también es compleja. La mayor parte de los 41 millones de ucranianos son ortodoxos, pero están divididos en tres sectores: el que sigue vinculado al patriarca de Moscú, el de la nueva Iglesia nacional de Ucrania, y el constituido ya autocéfalo con anterioridad en la diáspora. 

El país cuenta además con una importante minoría católica, de rito no latino pero unida a Roma, que llega hasta el 10 por ciento de la población.