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martes, 9 de abril de 2019

Siete de cada diez matrimonios en la Región se celebran por lo civil en 2018

MURCIA.- El 73,3% de los matrimonios que se celebraron en la Región de Murcia en 2018 se realizó por lo civil, frente al 26,6% que se desarrolló siguiendo un rito religioso, lo que sitúa a esta comunidad como la tercera con menor porcentaje de matrimonios civiles, por detrás de Extremadura y Castilla-La Macha. Además, se sitúa por debajo de la media nacional (79,3%).

Así lo recoge el informe anual de la Fundación Ferrer i Guàrdia, que constata un aumento progresivo de la secularización de la sociedad española, y que solicitó al Gobierno la finalización del Concordato con la Santa Sede.
El informe, presentado este martes en Barcelona, señala también que el 42% de los alumnos de la ESO y el 22,5 % de los de Primaria en la Región de Murcia cursaron actividades alternativas a la asignatura de religión.
A nivel nacional, el estudio revela que ocho de cada diez matrimonios en España ya son civiles, que el número de creyentes practicantes cae al 26,6% y que las personas que marcan únicamente la casilla de la Iglesia católica en la declaración de la renta bajó al 14,2%.
Es la octava edición de este estudio, que hace «una radiografía de la laicidad y la religiosidad en España», la Fundación reclama el «fin del Concordato con la Santa Sede», sostuvo el vicepresidente de la Fundación Ferrer i Guàrdia, Vicenç Molina.
También va acompañado de un bloque de artículos dedicado a «alternativas para la emancipación desde el ámbito de la educación: cómo fomentar el pensamiento crítico, las pedagogías que fomentan el librepensamiento y cómo combatir las 'fake news'», describió Molina.
«El informe muestra un cambio generacional, que va más allá de hechos puntuales en la evolución de la laicidad en España», afirmó la directora de la Fundación Ferrer i Guàrdia, Sílvia Luque, «aunque la secularización de la sociedad no va acompañada de la revisión de los privilegios con los que cuenta la Iglesia», manifestó.
El año pasado, «se llegó al máximo histórico del Estado español con un 27% de personas que se declaraban ateas, agnósticas o simplemente no creyentes», explicó el investigador de la Fundación Ferrer i Guàrdia y coautor de informe, Josep Mañé.
Los jóvenes «se mantienen como el grupo de edad menos religioso, en las personas de entre 18 y 24 años casi un 50% se declara no creyente, superando el porcentaje de los que sí se consideran religiosos», desarrolló Mañé.
En el ámbito educativo, durante el curso 2015-2016, «un 33% del alumnado de primaria cursó actividades alternativas a la religión, porcentaje que aumenta hasta el 46% en el caso de los estudiantes de ESO, lo que demuestra la tendencia en auge de que los estudiantes cada vez cursan menos la asignatura de religión en el colegio», concluyó Mañé.
Sobre la financiación de la Iglesia Católica, se mantiene estable su asignación tributaria de 227 millones de euros, de acuerdo con las últimas cifras extraídas de la Administración Tributaria de la declaración de la renta del año 2015.
La «principal tendencia que se observa» es la «reducción progresiva del número de personas que marcan únicamente la casilla de la Iglesia Católica, en 2015 tan solo lo hicieron un 14,2% de los declarantes»; sin embargo, «las personas que marcaron tanto la casilla de la Iglesia como otras casillas aumentó hasta el 21%».

miércoles, 11 de abril de 2018

Macron invita a los católicos a reforzar su presencia en la política y la sociedad francesas


PARÍS.- Para los obispos, fue un discurso que marcará un antes y un después en las relaciones entre el poder terrenal y el espiritual, un mensaje de respeto, admiración y comprensión hacia la religión católica poco habitual en boca de un presidente de la República laica. Para una parte de la izquierda, las palabras que Emmanuel Macron pronunció el lunes por la noche ante la conferencia episcopal, en París, son un torpedo contra la laicidad, el principio de separación entre las Iglesias y el Estado, consagrado en la venerada ley de 1905, que forma el núcleo de la identidad de la Francia moderna, tal como recoge El País.

El discurso puede leerse como una operación de seducción hacia los católicos, atrapados, dijo el presidente, entre quienes les "instrumentalizaban" y quienes "les ignoraban". Es decir, entre una derecha que les intentó movilizar contra iniciativas del antiguo presidente, el socialista François Hollande, como la legalización del matrimonio homosexual; y una izquierda laica y a veces anticlerical que se negaba a escucharles.
El presidente quiere reconstruir "el vínculo roto". Sin ceder en ningún punto en cuestiones como la inmigración o la bioética, animó a los católicos a contribuir al debate, pero con "cuestionamientos" más que "conminaciones". Y sin que la Iglesia renuncie a resultar incómoda, a ser "uno de estos puntos de referencia que no ceden al humor del tiempo".
Macron elogió la dedicación de los católicos franceses a la ayuda a los más necesitados y les animó a "hacer más todavía" implicándose en la política. “Por muy decepcionante que pueda ser para algunos, por muy árida que a veces sea para otros, necesita la energía de los comprometidos, vuestra energía". 
Al mismo tiempo, esbozó una teoría de laicidad que sirve para otras religiones, no sólo la católica, chocó con las lecturas más estrictas de la ley de 1905, y convocó para algunos el fantasma de una apertura de la República al islam.
Macron defendió que lo laico y lo sagrado no se oponen. Al contrario. "Considero que la laicidad ciertamente no tiene como función negar lo espiritual en nombre de lo temporal, ni desenraizar de nuestras sociedades la parte sagrada que nutre tanto a nuestros conciudadanos", dijo. 
Y puso el ejemplo del teniente coronel Arnaud Beltrame, un gendarme profundamente católico —pero también francmasón— que el 23 de marzo pasado sacrificó su vida al intercambiarse por una rehén durante un ataque terrorista en el sur de Francia.
Las palabras de Macron no sorprendieron a quienes le habían escuchado en septiembre ante las autoridades protestantes, o a quienes habían leído, en sus textos y entrevistas, su idea de la laicidad, o prestado atención a su iniciativa para remodelar el islam en Francia. Pero nunca las había articulado de manera tan clara como ante los obispos católicos. 
El portavoz de la Conferencia Espiscopal, Olivier Ribadeau Dumas, celebró el discurso como "un hito en las relaciones entre la Iglesia y el Estado". Para otros, socava en su esencia la laicidad y abre la puerta a mensajes similares hacia otras religiones.
"Esperamos a un presidente, escuchamos a un sub-cura", dijo Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de izquierda La Francia Insumisa. El ex primer ministro Manuel Valls, y hoy aliado de Macron, avisó: "La laicidad es Francia, y sólo tiene un fundamento: la ley de 1905, la de la separación de las Iglesias y el Estado. La ley de 1905, toda la ley, nada más que la ley". La líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, ve en las palabras de Macron un intento de "anestesiar" a los católicos para "atacar mañana la ley de 1905".
La laicidad de Macron se inspira en la de uno de sus maestros, el filósofo protestante Paul Ricoeur. Ricoeur abogaba por una "laicidad de apertura", en la que la neutralidad religiosa del Estado no fuese un obstáculo para la expresión, en convivencia o tensión, de la espiritualidad de sus ciudadanos. Lo contrario de esta laicidad abierta sería lo que Macron llamaba, en una entrevista en 2016, el laicismo, "una versión radical y extrema de la laicidad que se nutre de los miedos contemporáneos". 
"Hay que preservar como un tesoro la concepción liberal de la laicidad que ha permitido en este país que cada uno tenga derecho a creer o a no creer...", añadía. Todo estaba dicho.