viernes, 12 de marzo de 2021

Innovación y unión política /Ángel Tomás Martín *

 


La pandemia que sufrimos, extendida mundialmente de forma vertiginosa, ha ocasionado daños y destrucción no solo en lo más lamentable, la vida y la salud, sino en valores esenciales para el ser humano: la economía, el sistema de forma de vida, la política, las relaciones internacionales y el bienestar social de vital protección.


La historia ha demostrado que hechos como el que sufrimos han sido causa de deterioro profundo por ausencia de evaluación y control continuado del riesgo en su más amplio concepto, recordemos la Gran Depresión de 1929 y el desplome del sistema financiero y económico del último trimestre de 2007, lo cual y debido a su posterior repercusión de muy larga duración, obliga a que pensemos y trabajemos urgentemente en una nueva reestructuración radical nacional y su coordinación internacional dirigida al futuro de forma responsable, y con un sentido de Estado profundamente meditado en bien de todos los españoles. 

 

Para ello, necesitamos seleccionar un equipo que posea iniciativa, inteligencia creativa, estudios y conocimiento de los resultados negativos históricos acaecidos, y capacidad de adaptarse a las nuevas tendencias de la producción, el consumo y las costumbres sociales.


Las previsiones de recuperación, si lo que pretendemos es solo reestructuración de los niveles perdidos, pueden seguir cayendo por los motivos esenciales siguientes: el mantenimiento de los confinamientos, la desaparición de los ERTE con aumento del paro, el crecimiento de la deuda pública y privada, y el déficit presupuestario por falta de austeridad en el gasto público. 

 

La Comisión Europea estima un descenso del PIB hasta finales de 2021, si bien a continuación comenzará lentamente la recuperación que exigirá una reestructuración nueva adaptada a un consumo y costumbres diferentes a los actuales.


Es urgente afrontar el futuro en todo lo referente a nuestro sistema económico, lo cual requiere una reestructuración de su componente principal, el sector empresarial y  su reactivación continuada, apoyada en la unión y consenso político, fundamentales.


Transformar una empresa requiere un cambio de estructura mental y de formación profesional, puesto que la gestión individual y colectiva obligará a una actuación renovada para conseguir los objetivos de éxito pretendidos. Es por tanto esencial un cambio de actividad, tecnología  y métodos de trabajo que satisfaga las demandas y necesidades del futuro mercado de consumo, que será más austero y preventivo.


Los líderes empresariales son los primeros que necesitan actualizarse y para continuar siéndolo necesitan: 1.- Un análisis exhaustivo de la posición económico-financiera a que ha sometido la pandemia a la empresa, 2.- Determinar si los objetivos para los que se creó la actividad encajan en los nuevos. 3.- Visión y capacidad de implantación de un modelo de negocio nuevo, y 4.- Reestructuración interna y externa readaptadas a los nuevos objetivos, con eliminación de los costos innecesarios para la nueva actividad y la necesaria implantación tecnológica digital sustitutiva de los actuales sistemas tradicionales. 

 

La historia nos enseña que después de un hecho grave no esperado se ocasiona un paro generalizado de la actividad económica, de la creatividad y del progreso, se necesita una década para la recuperación total sostenida. Durante ese periodo también se desordena la gobernabilidad de los países dando lugar a la desunión y la confrontación social. 

 

En política  aumentan los movimientos identitarios y con ellos los partidos políticos creando independentismo desordenado y desaceleración inevitable, cuando lo que se precisa es la unión de ideales y partidos para conseguir una estructura económica que nos lleve a superar el PIB perdido, apoyada en una “Transformación Digital” o creación de nuevos tipos de negocios basados en: una nueva  tecnología, un auténtico liderazgo con visión de futuro, un cambio de estructura de gestión y  una formación progresiva digital de todo el personal de la empresa. Sobrevivirán las que hayan renovado sus objetivos hacia el “consumo necesario y nuevas costumbres”. 

 

Analicemos algunas normas básicas para la adopción y desarrollo de una estrategia de Marketing Digital.


Una vez fijado el modelo de negocio nuevo, sea fabril, comercial o de servicio, debe estudiarse la creación de “LA MARCA”, que ha de ser corta, atractiva, de fácil retención e identificación, y de un único dominio de forma que sea fácil asociarla a los nuevos valores empresariales. Conocida la nueva actividad definiremos el mensaje adecuado y a quienes queremos hacerlo llegar identificando los hábitos de utilización o consumo digital de los posibles clientes, atendiendo sus necesidades y presencia emprendedora online. 


Emprender un  Marketing Digital eligiendo las redes sociales adecuadas por canal, debe formar parte de  toda innovación. Utilizando los canales actuaremos de forma que se consiga captar la atención de futuros clientes y orientarlos hacia nuestra Web. Los resultados deben ser analizados junto al de nuestra Web a través de los análisis de “Key Performance Indicators” (KPI’s). 

 

Para toda estrategia de Marketing Digital deben abordarse determinadas acciones mínimas para lograr los objetivos emprendedores: a). Optimizar la Web para alcanzar los niveles de ventas presupuestados. b). Incorporar vocablos clave en los buscadores seleccionados para mejorar el posicionamiento orgánico. c). Seleccionar las Redes Sociales que nos estén operativas. d). Darse a conocer en las principales revistas digitales difundidas en los sectores de nuestros clientes, y e). Crear página para subscriptores en la web.


Los hechos expuestos aconsejan una alusión breve sobre el sistema financiero. Es parte esencial de la estructura económica y por tanto debe depender exclusivamente de su Banco Central Nacional y del Banco Central Europeo (BCE). Su protección es indispensable, ya que la historia nos enseña que la excesiva confianza en los mercados llegó a ocasionar desregulación financiera con repercusión negativa en los balances bancarios. 

 

Sin embargo,  la actual crisis, no solo ha originado una regresión y paralización económica de dimensiones desconocidas desde hace muchas décadas, sino que la recuperación será larga y cambiará los sistemas de vida, consumo y costumbres futuros.
 

El sector financiero también ha tenido una drástica disminución en sus márgenes de rentabilidad, como consecuencia de la alta debilidad de la actividad tradicional, el crecimiento de la morosidad y el mantenimiento de los intereses a cero, con pretensión de fomentar el crecimiento, aunque no ha conseguido del todo los efectos deseados. 

 

Los bancos han iniciado también la digitalización y transformación administrativa con una importante disminución necesaria de sus costes internos, que obliga al uso de servicios digitales entre financiador y financiados con importante pérdida de las relaciones personales.

 

 



(*) Economista y empresario

 

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