MADRID.- El astillero público militar español Navantia, que pujaba en alianza con la división de astilleros militares de General Dynamics, ha perdido el gran contrato de casi seis mil millones de euros para construir una decena de fragatas para la Armada de EEUU (US Navy), publica hoy El Confidencial.
Así lo comunicó ayer el Ejército americano, que adjudicó la fabricación de la primera de esa decena de nuevas fragatas al grupo italiano Fincantieri. Esta
compañía adquirió hace once años un astillero en la costa del lago
Michigan (en el estado de Wisconsin), donde ejecutará este encargo.
Las necesidades de la Navy llegan a la veintena de buques de este tipo
en el largo plazo, lo que da idea de la magnitud de la oportunidad
perdida para el grupo controlado por la Sepi.
La
noticia sorprende desde el punto de vista tecnológico, aunque menos
desde el político, clave fundamental siempre en la adjudicación de
grandes contratos militares. Desde el primer prisma, hay que tener en
cuenta que Navantia era —junto al grupo americano Rytheon— el tecnólogo
de la oferta conjunta con General Dynamics.
Ello porque el
sistema de combate Aegis, que era el que eligió la US Navy para equipar
sus futuras fragatas, ha sido desarrollado e instalado con éxito por
Navantia en buques españoles, australianos y noruegos. También
se usa en otros buques de la Navy, en Corea del Sur y Japón. Fincantieri
no tiene ese sistema y sus buques operan en las armadas italiana,
francesa, egipcia y marroquí.
Pese a ser Navantia el astillero que, en todo el mundo, más
experiencia comprobada de éxito tiene en la construcción de buques con
ese sistema de combate, su oferta no resultó elegida. Hace ahora justo
un año, una fragata española F100 —equipada con ese sistema Aegis— fue
retirada por orden del Gobierno español del grupo de buques de combate
que estaba escoltando a un grupo de portaaviones estadounidense en unas
maniobras por varios países entre España y California pasando
por el Golfo Pérsico.
Esa gira estaba destinada, desde la óptica de
Navantia, a que la Armada estadounidense comprobara las capacidades de
las fragatas españolas y su desempeño tecnológico.
La
fragata Méndez Núñez F-104 llegó a EEUU para iniciar la primera fase de
ese periplo en enero de 2019, regresó a España y se unió a la segunda
fase en marzo. Pero en mayo, el Gobierno de Donald Trump decidió
implicar a ese grupo de portaaviones y barcos militares en maniobras no
previstas inicialmente ante los presuntos ataques desde Irán a buques
petroleros de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
España justificó la retirada "temporal" de la Méndez Núñez del grupo en la postura común de la Unión Europea de no tomar ninguna medida "agresiva" en medio de la enorme tensión geopolítica
que se vivía en ese momento. La fragata española era el único buque no
estadounidenses de la comitiva. En ese momento ya se advirtió de que esa
medida podía afectar gravemente a las opciones de Navantia cara al
contrato ahora adjudicado.
Navantia inauguró precisamente a inicios de 2019 una oficina comercial en EEUU
que se justificó en parte precisamente por las buenas opciones que
había en ese momento de adjudicarse ese contrato.
Un grupo de ingenieros
y técnicos españoles han trabajado además desde hace más de un año en
el astillero de General Dynamics en Bath (Maine, en la coste Este
americana), que está considerado el más grande del mundo.
El papel del grupo español, caso de haberse adjudicado el contrato, habría dejado miles de horas de trabajo en los astilleros de Navantia en la provincia de Cádiz.
La propuesta de la compañía pública pasaba por fabricar el casco del
barco, motorizarlo y equiparlo con sistemas hidráulicos y de cableado
básicos e imprescindibles para llevarlo hasta EEUU, donde se le
instalaría toda la tecnología y sistemas militares.
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