Quien iba a decir hace seis años a Pablo Iglesias -cuando fundó
Podemos- que en abril de 2020 iba a ser el vicepresidente de un Gobierno
que prohíbe el despido en las empresas y los desahucios en los
alquileres, que amenaza con nacionalizar empresas o entidades
financieras ‘en dificultad’, que va a imponer una ‘renta básica’ del
Estado, o que puede confiscar propiedades, mientras se recorta el
derecho a la información y se utilizan fondos públicos para controlar
todos los canales de televisión.
Un Gobierno de coalición con el PSOE que, además, gobierna por
decreto, tiene confinados en sus casas a la gran mayoría de los
españoles y cuenta para su estabilidad parlamentaria con el apoyo de
partidos como los de ERC, implicado el el fallido golpe catalán de 2017,
y con EH Bildu, el que fuera brazo político de ETA.
Quien le iba a decir a Pablo Iglesias que se encontraría en una
situación así, gracias al liderazgo de Pedro Sánchez y del PSOE y como
consecuencia de una epidemia nacional como esta del coranovirus que está
asolando el país y sumergiéndolo en un río revuelto del que se
desprende el ‘secuestro’ de la vida democrática.
El programa máximo político y económico de Podemos está en marcha y
no de una manera transitoria o ‘temporal’, como se dice desde el Palacio
de La Moncloa, sino para prorrogarse en el tiempo y ya veremos hasta
cuando.
Pero si Pablo Iglesias es el inductor el autor no es otro que Pedro
Sánchez quien a su vez cuenta con el apoyo férreo del PSOE, partido que
abandonó las clases medias y tiene como máximos dirigentes a personaje
de tan ligero equipaje político e intelectual como son José Luís Ábalos y
Adriana Lastra.
Un PSOE que, contaminado con por un PSC pro soberanista, aceptó abrir
en Cataluña con el independentismo nacionalista una negociación para
celebrar una consulta de autodeterminación y para pactar indultos a los
responsables -juzgados, condenados y presos- de la citada intentona del
golpe catalán de 2017.
Nada de este vendaval, al que abrió la puerta el inefable José Luis
Rodríguez Zapatero, hubiera sido imaginable con los Gobiernos de Felipe
González o bajo el liderazgo de dirigentes políticos como Alfredo Pérez
Rubalcaba o del propio Enrique Múgica, persona que acaba de morir
víctima del fatal y letal coranovirus.
Y probablemente nada de todo esto habría sido posible si no fuera por
la más que inquietante complicidad del Grupo PRISA con Sánchez e
Iglesias. Sin imaginar, hace tan solo unos meses, que el El País (y la
Cadena SER) iban abandonar su función de guardián de la izquierda
democrática y su compromiso editorial socialdemócrata ajeno al comunismo
y al populismo.
Lo que ahora brilla por su ausencia en las páginas de El País e
imaginamos que como consecuencia de su debilidad económica y financiera
de PRISA, lo que lo coloca al diario en línea directa con el
‘sanchismo’.
El que El País denunció y vio venir en el otoño de 2016, como lo
profetizó Rubalcaba denunciando la operación del ‘Gobierno Frankenstein
que ahora está en el poder tras el regreso de Sánchez, ‘el rojo’, a la
secretaría general del PSOE y a La Moncloa tras la moción de censura a
Mariano Rajoy y con dos victorias electorales (aunque minoritarias) que
le han dado a Podemos su trozo de tarta en el poder español.
Naturalmente en todo esto tienen su parte de responsabilidad Rajoy,
Rivera y los actuales dirigentes del PP y Cs por acción u omisión. Pero
ese es otro cantar del que ya tendremos ocasión de comentar. Aunque la
mayor de las responsabilidades está en el PSOE y en su aparato directivo
nacional.
(*) Periodista
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