miércoles, 11 de marzo de 2020

La economía y la crisis vírica / Ángel Tomás Martín *

La recesión iniciada en el último trimestre de 2007, producida por una incontenible expansión especulativa y la inacción del sistema financiero, ha durado más de una década. 

El sector bancario, mediante una política de incremento continuado de la masa monetaria y de intereses excesivamente bajos, no ha terminado de superar la crisis; originando riesgos al sector financiero al no haberse acompañado de otras medidas básicas, entre las que podemos citar las presupuestarias, las fiscales, un gasto público excesivo y el análisis selectivo de grandes inversiones (en muchos casos prescindibles, no rentables y de imposible amortización). 

Los políticos deberían someter siempre sus decisiones a los intereses económico-sociales, sin la influencia de filosofías partidistas.

En el transcurso de doce años desde que se iniciara la crisis, con la sola aplicación de la política monetaria del BCE no se ha conseguido una clara estabilidad continuada de la economía. Las entidades financieras han visto también decrecer su rentabilidad por la influencia de la bajada de los tipos de interés, la ineficacia de algunos gastos generales no productivos, el incremento de la morosidad derivada de toda recesión y la disminución de la inflación por debajo de la cota aproximada del 2%, considerada necesaria.

Los excesos incontrolados de liquidez en tiempos de crecimiento, acompañados de una relajada política monetaria, repercuten en la estructura y desarrollo de la economía y en el sistema financiero (riesgo sistémico), y siempre conducen a crisis sistémicas de compleja solución y recuperación.

En economía resulta imprescindible proyectar e implantar una estructura para el desarrollo y la generación de riqueza, establecer objetivos a corto, medio y largo plazo, y una trayectoria a recorrer con unas estructuras sólidas para resistir posibles shocks. Sin embargo, pueden aparecer acontecimientos imprevisibles de la máxima gravedad de muy difícil control y solución: 

1) una crisis internacional provocada por grandes potencias, 2) graves efectos físicos naturales, 3) situaciones bélicas, 4) cambios estructurales internacionales derivados del progreso vertiginoso de la electrónica, la digitalización y la robótica, y 5) nuevos sistemas de distribución electrónica en el mercado de consumo, entre otros.

En la actualidad ha surgido un hecho de la máxima gravedad, que con independencia de sus efectos nocivos sobre la salud humana, influye negativamente de manera imprevisible en el sistema integral de la economía y las finanzas mundiales, la epidemia de alto contagio extensivo Covid-19 (llamada vulgarmente coronavirus). De no ser dominada con celeridad, podría ser declarada pandemia según el epidemiólogo belga Van Ranst.

La gravedad expansiva no esperada del coronavirus aportará repercusiones negativas a la economía, los mercados y las finanzas. Tal acontecimiento debe ser contemplado para afrontarlas y superarlas mediante la innovación empresarial y el apoyo de políticas económicas que eviten riesgos adicionales, tales como la ausencia de determinadas reformas regulatorias y supervisoras con exigencia de su cumplimiento, y analizar y controlar el riesgo sistémico.

Los gobiernos deberían olvidar la politización de la gestión, y trabajar sin descanso por una economía para el crecimiento continuado, la expansión internacional, la innovación, la creatividad, la diferenciación, la formación, la sanidad, y el bien social.

Olvidar y encubrir las señales de alarma es otra de las políticas habituales a olvidar, practicadas incluso por los grandes bloques internacionales.

Iniciativas imprescindibles
 
La epidemia del Covid-19 iniciada en China, segunda economía mundial, y posteriormente extendidos sus efectos durante el mes de febrero a sesenta países, afectará a la economía internacional con mayor riesgo aún de recesión que el ocasionado por la de 2008. Ejemplo de ello han sido los pésimos resultados acusados por Wall Street y el resto de las Bolsas, y la casi paralización en el país asiático de la industria manufacturera como demandante de materias primas y suministrador de componentes industriales.

El sector servicios, que representa más de la mitad del PIB del país, al que se le suman telecomunicaciones, software, Internet y tecnología de la información, han sufrido el mayor efecto de paralización. Morgan Stanley ha advertido de que el impacto impulsor de recesión se extenderá al segundo trimestre del año en curso.

Una crisis de tan profundos resultados paralizantes, no sólo para la industria el comercio y los servicios sino también para las finanzas, el empleo y los mercados en general, obliga a tomar medidas y emplear herramientas que posibiliten superar la insoportable paralización, volviendo al crecimiento sostenido como único camino de reponer el equilibrio y bienestar general. 

Alcanzar ese objetivo sólo es posible sorteando barreras y creando nuevos proyectos compuestos por ventajas competitivas y adaptación de renovados modelos de gestión y emprendimiento empresarial, único camino de construir el “ecosistema innovador”.

La actividad empresarial, creadora del PIB y de la renta per cápita, ha de ser estimulada para protagonizar el liderazgo de la transformación, potenciando los valores, el talento y las iniciativas del equipo humano.

Las responsabilidades del sector empresarial para emprender el camino de la renovación mediante innovación pueden resumirse en las siguientes propuestas:

1. Crear ideas novedosas que el mercado asuma de inmediato, si es posible protegidas.
2. Encontrar diferenciación con la competencia, siendo única, distinta y concreta del sector.
3. Avanzar de forma continuada en la diferenciación, puesto que la competencia practicará el plagio y la imitación, sólo superable con la rapidez creativa.
4. La eficacia sólo se consigue con el establecimiento de las diferencias claras con la competencia.
5. Las diferencias deben ser captadas por el cliente, que les interese y perciba la ventaja.
6. La diferenciación puede ser asumible, pero sólo con costos asimilables.
7. La estrategia de una buena gestión es conseguir un posicionamiento único y estable, anticipándose a la competencia de forma continuada.

Las crisis en general, y la actual en particular, son consecuencia de prácticas carentes del control necesario de cuantos intervienen en el desarrollo económico, no sólo de emprendedores y empresarios, sino de los responsables de las políticas monetarias y financieras.

En tiempos de crecimiento y bonanza, los controles necesarios pierden eficacia por negligencia, y al aparecer una crisis preocupante se lanzan a políticas de débiles y equivocados criterios en la mayoría de los casos, ocultando, en otros, las realidades integrales con la pretensión de eliminar sus responsabilidades.



(*) Economista y empresario

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