miércoles, 1 de enero de 2020

Un ejército en la sombra / Elisa Beni *

“Las palabras recogidas en una Constitución pueden seguirse al pie de la letra de modos que socavan el propio espíritu de la ley”
Steven Levitsky. Cómo mueren las democracias 

Como primera columna del año, es festivo, esta va a ser una crónica de dulces y pastelitos, también de cervecitas y taquitos de jamón. Y es que los fines de ciclo, cualesquiera que sean, nos envuelven en cierta nostalgia. Acaba el año, casi la década, acaba la incertidumbre del gobierno, acaban tantas cosas, y empiezan otras, que uno tiende a recordar frases, aseveraciones, confesiones, que te fueron haciendo en uno u otro momento.

En la mañana de San Silvestre, mientras me hacía con un tronco de Navidad en una de las mejores y más castizas pastelerías de Madrid, salía del obrador uno de sus encargados con una pequeña palmera bañada y preñada de frambuesa y me la regalaba con una sonrisa. “Lo que bien empieza bien merece endulzarse”, me ha dicho con un guiño. Es solo una de las miles de personas que lleva pacientemente y voto a voto esperando mucho tiempo un gobierno de progreso. Me lo dice bajito, mientras mira de reojo a la clientela del barrio que es más bien azul y verde que roja.

Está contento, como lo están millones de personas. La esperanza que hay que intentar que no sea reventada. Les sonrío también y no quiero amargarles el día, y menos a un repostero, explicándoles el calvario de trampas que acechan al nuevo gobierno y hasta qué punto la putrefacción política ha empapado estamentos que pueden jugar un papel decisivo en esta nueva batalla. Eso que a veces se confunde en Catalunya con España, con su propia esencia, y no es sino la infiltración continua y soterrada de la caverna en todos los estamentos que algún día pueden servirles para conservar u obtener el poder que, dejémonos de gaitas, es lo único que les importa. 

Mi pastelero también es Madrid, también es España. Como yo. Aunque yo no sé ni lo que soy. Cada vez echo más de menos a mi madre y cada vez me siento más vasca por asimilación. Europa es mi casa. A saber.

Es la derecha y la más derecha y la ultraderecha la que hace mucho tiempo que ha decidido que la democracia está bien siempre y cuando gobiernen ellos o los que ellos toleren; por eso están proclamando el advenimiento del Apocalipsis Rojo. Por eso se les van a atragantar las uvas. Solo digo que ni ellos son Madrid ni son España ni son el pueblo en su totalidad. 

Creo que lo vamos a descubrir pronto. Hay mucha gente que se sentirá más libre para decir dónde está y qué piensa con un gobierno de izquierdas. No es que Ñ esté jodida y echada al monte, no. Es que las derechas están que echan las muelas y eso, hasta a los pasteleros, les emociona.

Esto me recuerda un vinito y un jamoncito que me estaba comiendo hace dos semanas cuando un magistrado, rojo, ya se lo advierto, me dijo con contundencia: la judicatura y la Fiscalía están llenas de gente que vota a la ultraderecha. No me atraganté porque, de hecho, ya lo sabía. A la vista está. Las asociaciones más conservadoras o ultramontanas crecen y en la única progresista ha bajado sus afiliados. Esto tiene su cuento. Hacer carrera siendo progre se convirtió en misión imposible, aunque fueras una lumbrera. 

Ahí tienen en la Audiencia Nacional a Ramón Sanz o a José Ricardo De Prada, que no se van a comer un torrao nunca. Los nombramientos se hacen como se hacen. La esperanza de carrera es la que es. La propia esencia de la función es conservadora, puesto que se trata de hacer cumplir y conservar lo que ya existe. No busquen un ropón revolucionario. Creo que solo conozco uno. Un gran tipo.

Esto me lleva en el recuerdo a principio de siglo. Justito cuando Aznar estrenaba mayoría absoluta. Ese momento en que no solo decidió que los “complejos” se perdían, es decir, que ya valía de guardar las formas y principios básicos de una democracia, sino que además decidió hacerse fuerte en los tribunales. 

Aznar y los suyos pensaban que lo progre se había instalado en la Justicia y que, por eso, ellos no ganaban sus batallas. Hacía falta asaltar ese frente. Recuerden a Trillo, el omnipotente muñidor de conchaveos judiciales, cuando decidió que el Tribunal Constitucional sería la tercera cámara y que allí ganaría el PP lo que perdiera en las votaciones parlamentarias.

A eso nos enfrentamos ahora y a eso se enfrenta el nuevo gobierno. Lo saben. De facto van a tener un hueso duro de roer con la decisión adoptada en el pacto de cambiar el acceso a la carrera judicial y fiscal. Va a arder Troya. Es absolutamente necesario. Mientras eso sucede, la derecha va a intentar ganar la batalla y recobrar el poder utilizando ese ejército de togas en la sombra que lleva años preparando. Estos días hemos visto cosas impensables. 

Vale que la Abogacía del Estado sea flemática y poco revolucionaria, pero malo es que sus miembros tengan miedo a hacer su trabajo porque teman a sus propios compañeros y también las represalias. Hemos visto a unos abogados ultras, amigos de Marchena por más señas, y del Clan de los Canarios, amenazando con procedimientos penales a los abogados del Estado que no hicieran lo que ellos deseaban. Un despropósito al que jamás se hubieran atrevido en otros tiempos. 

Hemos visto a un líder ultraderechista pedir en el Congreso los papeles rotos y los borradores para señalar a los profesionales que no se plegaran a sus designios. Hemos visto a la Fiscalía contestar en folio y medio, sin que conste que se reuniera la Junta de Fiscales ni que mediara estudio de la sentencia del TJUE y consulta con la FGE, pasarse por el forro todo respeto a una sentencia de un tribunal superior. Vamos a ver más cosas. Órganos administrativos queriendo usurpar las decisiones de los tribunales...

No son solo las togas las que, mediante el impulso de la derecha, amenazan con desbordarse. Son también los guardias civiles, que dicen que no tolerarán que el tráfico de Navarra se transfiera a los forales, y los sindicatos ultras de la policía, los funcionarios de prisiones o de otros organismos del Estado, los que se van a poner en pie de guerra para evitar que la cordura impere.

Les deseo un muy buen año. Y les pido que no confunda a todos estos con España. Quieren patrimonializarla, pero no es sino una usurpación.


(*) Periodista


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