Solo una situación política tan excepcional como la que padece
Catalunya ha permitido que el foco estuviera estos dos últimos años
mucho menos de lo que hubiera sido normal en la actuación del Govern. En
su día a día. Con el Govern legítimo en la prisión o en el exilio y una
galopante represión al independentismo de una manera indiscriminada y a
veces salvaje, los partidos han tenido que forjar nuevos liderazgos y
adaptarse a una situación que ni era fácil, ni cómoda y para la que no
había un manual de supervivencia.
En estas circunstancias, Catalunya ha
vivido desde 2017 sin presupuestos —los partidos de la oposición han
preferido tumbar al ejecutivo de Quim Torra a mejorar
la calidad de vida de sus conciudadanos—, el president de la Generalitat
ha sido condenado a un año y medio de inhabilitación por el TSJC
—veremos si viernes la JEC intenta precipitar marrulleramente su
inhabilitación— y JxCAT y Esquerra se han despellejado en la trastienda, olvidando que podían ser rivales en las urnas pero que el enemigo era otro.
En medio de esta permanente guerra fría, el acuerdo de ERC con el PSOE para facilitar la investidura de Pedro Sánchez
y el hecho de que figure el compromiso de una mesa de negociación entre
gobiernos y una consulta para validar los acuerdos ha situado en un
punto álgido el desencuentro entre JxCAT y Esquerra. Tanto es así que el
president Torra ha citado este jueves al vicepresident Pere Aragonès al Palau de la Generalitat con gran gestualidad y aparente enfado.
Hemos visto tantos desencuentros en los últimos tiempos que lo
previsible es que la sangre no llegue al río. Al menos, en las próximas
horas. Aunque, en este caso, las turbulencias en una parte del
independentismo por el acuerdo de ERC y PSOE para la investidura de
Sánchez son importantes, como refleja el posicionamiento de la
presidencia de la ANC y de la Cambra de Comerç.
Parece, no obstante, que las espadas quedarán en alto a la espera de la trascendental reunión de la JEC
del viernes que deberá posicionarse en dos temas cruciales: la
inmunidad de Oriol Junqueras y la inhabilitación de Torra. El ruido
político y mediático madrileño va destinado a que se rechace la primera
en contra de lo dictado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y se ejecute con carácter de urgencia la segunda.
Tendremos que esperar aún unos días para saber si hay margen para
recoser el Govern o el final de la legislatura se precipita y se revela
imposible mantener el calendario para que las elecciones catalanas
fueran cuanto más tarde mejor. Los problemas internos y las
interferencias administrativas o judiciales no permiten aún ser
demasiado taxativo en uno u otro sentido. Mientras tanto, se tendrán que
seguir mirando de reojo y convivir con su indisimulada pérdida de
confianza mutua.
(*) Periodista y director de El Nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario