sábado, 28 de septiembre de 2019

La pelota valenciana / Enric Juliana *

Las referencias a la política valenciana han ocupado esta semana un lugar relevante en los te­lediarios. No es habitual que eso ocurra. En los últimos años sólo se hablaba de la Comunidad Valenciana por la corrupción. Desde Madrid se narraban los casos detectados en Valencia con un sesgo que ofendió a mucha gente. 

La Gürtel surgía de Madrid y el 3% anidaba en Catalunya, pero los pufos valencianos eran retratados muchas veces como una corrupción intrínseca, muy fallera y picaresca. 

El fuerte vuelco electoral registrado en la Comunidad Valenciana en las elecciones locales del 2015 fue resultado de la indignación ante los escándalos, pero también de un hondo sentimiento de humillación.

También es habitual que la política valenciana no sea muy ci­tada cuando se habla de los “baro­nes” del PSOE, ese singular estamento que en reiteradas ocasiones ejerce funciones de control en las delicadas cuestiones territoriales. Los vetos y advertencias de los presidentes socialistas de Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón suelen tener preferencia sobre las opiniones, habitualmente más matizadas, de los presidentes socialistas de Valencia y Baleares. Un barón mediterráneo debe ser menos barón en la España de los vetos.

Esta semana, Valencia ha vuelto al primer plano de la mano de Compromís. La coalición que lidera Mónica Oltra ha dado un apoyo decisivo al lanzamiento de la cápsula electoral de Íñigo Errejón , que tomará el nombre de Más País. La decisión de Compromís (avanzada el pasado sábado por La Vanguardia ) ha extrañado a algunas personas que se habían tomado al pie de la letra unas declaraciones de Oltra más favorables al entendimiento con Unidas Podemos. Nadie debería extrañarse. 

En la base del Bloc Nacionalista Valencià, principal socio de Compromís, siempre ha habido reticencias ante Podemos. La menestralía valenciana no ama mucho el verbo colectivista. Oltra parecía querer a Podemos, pero en la tierra que vio nacer a la familia Borgia, en ocasiones, un sí es un no. Pablo Iglesias debería viajar más por España cuando sus obligaciones familiares se lo permitan.

Con casi cinco millones de habitantes y una economía muy ­dinámica en la que no todo es ­turismo y negocios inmobiliarios, la Comunidad Valenciana ocupa en estos momentos un lugar importante en el tablero español. Es la principal comunidad gobernada por una coalición de izquierdas, dato especialmente relevante después de lo que ha ocurrido estos últimos cinco meses. Es la principal comunidad autónoma con presidente socialista, tras la importante victoria de las tres derechas en Andalucía y el estrepitoso fracaso de las tres izquierdas en Madrid.

La próxima legislatura –si es que algún día hay Gobierno en España– será muy importante para los valencianos, puesto que deberá abordarse la reforma del sistema de financiación de las ­autonomías. La reclamación de una mejor financiación tiene hoy un amplísimo apoyo en toda Valencia. El reto es enorme puesto que en la España actual, tras los votos emitidos en Andalucía y Madrid, el cambio de ese sistema presentará más dificultades que enviar una misión tripulada a los confines del sistema solar.

Los valencianos sabrán que, desde mayo, hay más Madrid.


(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia


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