MURCIA.- El Plan Director de los Pozos de la Nieve que ha elaborado la Comunidad Autónoma propone la rehabilitación integral de cuatro de los veintiocho pozos ubicados en Sierra Espuña, un patrimonio hasta ahora olvidado pese a estar situado en uno de los rincones más bonitos del Parque Regional.
Este enclave es uno
de los espacios protegidos naturales más relevantes de la Región,
acreditado con la Carta Europea de Turismo Sostenible y que la Comunidad
Autónoma aspira a convertir en parque nacional.
El
Plan Director de los Pozos de la Nieve es el documento técnico que
aborda la recuperación de este valioso conjunto etnográfico, el más
grande de este tipo en el Mediterráneo, y con el que ya está trabajando
la Dirección General de Bienes Culturales.
El
primer paso para rehabilitar las neveras de Espuña y crear un sendero
cultural y paisajístico será la declaración de Bien de Interés Cultural
(BIC) -con la categoría de Lugar de Interés Etnográfico-, un trámite que
ya se ha puesto en marcha con la presentación del Plan Director.
El
Plan Director propone la rehabilitación integral de cuatro de los
veintiocho pozos: dos en el conjunto de Cartagena (1 y 6) y otros dos en
el de Murcia (11 y 13).
Uno de ellos, el número
6, fue restaurado hace años aunque no con métodos tradicionales, por lo
que necesitaría ser intervenido de nuevo para eliminar elementos
metálicos y reforzar su estructura. En los otros se plantean obras de
consolidación y mejora de la seguridad para los visitantes.
También
está prevista la rehabilitación de dos de las edificaciones auxiliares
-una en cada zona, con su mobiliario histórico-, así como la
recuperación de dos fuentes y el acondicionamiento de dos caminos y una
vía pecuaria, junto con la señalización de todo el conjunto y la
instalación de equipamiento turístico.
Estos
trabajos tendrían una duración de al menos diez años y un presupuesto de
más de un millón de euros, con una planificación a corto, medio y largo
plazo en función de la urgencia de los trabajos de rehabilitación.
El
coste anual del mantenimiento se calcula en 15.000 euros. En el caso de
que se retrase el inicio de las obras, las direcciones generales de
Bienes Culturales y Medio Natural se han comprometido al menos a abordar
cuanto antes la restauración completa del pozo número once, el más
grande de los veintiocho, y la consolidación de las neveras que se
encuentran en peor estado.
Este era el
equipamiento básico de los peones que ascendían a las cumbres de Sierra
Espuña desde Aledo y las aldeas de Las Alquerías, El Purgatorio y Santa
Leocadia para llenar los pozos donde el hielo se conservaría hasta la
primavera.
Un ritual que se repitió entre los
siglos XVII y XIX para abastecer a las ciudades de Murcia, Cartagena,
Lorca y Orihuela, hasta que la industria artesanal del frío dejó de ser
rentable con la apertura de una fábrica de hielo en Totana en 1924.
Las
neveras de Espuña produjeron sus últimos bloques en la primavera de
1926. Separados por el Collado Mangueta, en las umbrías de los Morrones
de Totana y Alhama, se ubican los dos grandes conjuntos de pozos de
nieve: los llamados de Cartagena (diez) y los de Murcia (nueve), los
primeros con la cúpula redondeada y los segundos con un remate más
picudo. En dos zonas intermedias entre ambos hay otros seis, y tres más
en puntos aislados: la Carrasca, Valle de Leyva y Barranco de la Hoz,
este último descubierto recientemente por agentes medioambientales.
Veintiocho
en total, aunque según la tradición oral habría varios más que no han
podido ser localizados. Salvo dos -en el conjunto de Cartagena, al pie
de la base militar del Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA 13)-, todos
están en diferente estado de ruina.
Diecinueve
pertenecen a la Administración regional, cinco al Ayuntamiento de
Cartagena, uno al Ayuntamiento de Mula, dos están en manos privadas y de
uno de ellos se desconoce quién es el propietario. Todos están situados
en la cota de los 1.350 metros, salvo el de las Ánimas (1.110), y la
mayoría en el municipio de Totana -menos dos: los de Mula y Alhama-.
El
Gobierno regional cree en el potencial turístico que tendría la
recuperación de estas grandes estructuras cilíndricas de piedra
excavadas en el terreno y rematadas con una cúpula, donde se prensaba la
nieve con capas intermedias de paja para venderla después en las
ciudades en forma de bloques de hielo que se bajaban de la montaña
cargados sobre mulas.
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