Vox ha aprendido rápido. Ciudadanos
podría haberlo ilustrado, por propia experiencia, antes de la
constitución del Gobierno andaluz, pero no le interesaba hacerlo, claro.
Si apoyas a otra u otras fuerzas políticas mediante el sí o la
abstención para que formen Gobierno, olvídate después de tratar de
intervenir en la gobernación. Tu papel consistirá en quejarte
permanentemente de que los aupados no cumplen lo pactado, pero ya será
tarde para derrocarlos.
Vox,
ya digo, ha aprendido la lección andaluza y no va a repetir el mismo
error en la Región de Murcia. Y, además, empiezan por pedir respeto.
Cuentan con cuatro diputados en la Asamblea, y no están dispuestos a ser
ignorados ni a permanecer en el rincón. Para un pacto de Gobierno
PP-Ciudadanos, como el que propuso López Miras el pasado miércoles, Vox
sería imprescindible, pues aquellos partidos suman 22 diputados, uno
menos de la mayoría absoluta.
Lo que más ha molestado a la cúpula de Vox
es que López Miras haya lanzado esa propuesta sin contar con ellos,
dando por sentado que estarían obligados a apoyarla, pues la alternativa
sería un Gobierno PSOE-Cs, tiznado por la izquierda. Y dicen en Vox:
«Si gobierna el PSOE no será responsabilidad nuestra», pues para
evitarlo ni PP ni Ciudadanos se habrían dignado siquiera consultar su
opinión.
En
Vox han estudiado detenidamente el Estatuto de Autonomía y el
reglamento de la Asamblea Regional, y han resuelto que su voto negativo a
una coalición de Gobierno en dos sucesivas sesiones de investidura la
bloquearían y la situación conduciría a una repetición de las elecciones
autonómicas. «Si esto fuera así, no sería nuestro problema», señalan.
Para un Gobierno PP-Cs, López Miras e Isabel Franco deberían sentarse
previamente a negociar con Pascual Salvador, líder regional de Vox, con
luz y taquígrafos.
Los de Abascal no están dispuestos a que el resto de
los partidos, y menos los que necesitarían de su alianza para alcanzar
el poder, los traten como apestados. No advierten de lo que plantearían
en esas negociaciones, si compromisos programáticos o cargos en el
Gobierno, pero empiezan por exigir negociaciones. «¿Acaso se ha creído
López Miras que puede ser presidente del Gobierno sin sentarse a
negociar con nosotros?», advertía ayer uno de sus responsables
políticos.
Pero van más allá.
Señalan que sin su colaboración no podrá constituirse la Mesa de la
Asamblea Regional y menos aún la elección de la presidencia. Aspiran a
tener su representación en el órgano de gestión de Parlamento, y para
esto el resto de los partidos políticos ha de entrar en conversación con
ellos, a no ser que sean relegados por un acuerdo conjunto de PSOE,
Ciudadanos y Podemos.
Pero si el PP pretende contar con Vox, deberá
apoyarlo en la votación para la constitución de la Mesa de la Asamblea.
Hay que mojarse. Quien ponga líneas rojas a este partido no contará con
su colaboración. Ni directa ni indirecta. Y esto último va por
Ciudadanos.
«No vamos a
traicionar a nuestro electorado. No vamos a modificar nuestro programa.
Quien quiera el apoyo de Vox deberá asumir el encargo que nos han hecho
nuestros electores», dice un portavoz. Si alguien esperaba que el acceso
a las instituciones flexibilizara las posiciones de este partido, está
equivocado, al menos de momento.
En cierta manera, la inicial actitud de
Vox recuerda a aquel inaugural Podemos, que en la primera intervención
parlamentaria de su líder negó toda posibilidad de colaboración con un
PSOE que tenía «las manos llenas de sangre por el uso de la cal viva»,
aunque años después Pablo Iglesias ande mendigando ministerios al mismo
líder socialista de entonces. No parece que Vox haya entrado ya en esa
segunda fase. Es un partido roca cuyos dirigentes se han prometido a sí
mismos ponerse a salvo de cualquier erosión.
No
van a ceder gratis su fuerza electoral al PP, y menos si éste pretende
ignorarlos o ningunearlos. Tienen cuatro diputados, dos menos que
Ciudadanos, decisivos por lo demás para un Gobierno que sostenga al PP, e
insisten, de acuerdo a la consigna emitida ayer por su líder nacional:
«Si gobierna la izquierda o hay que repetir las elecciones, la
responsabilidad será de quienes pretendan ignorar que nuestra
colaboración es necesaria para que gobiernen».
Vox
no admite bromas de quienes lo necesitan como socio potencial. Y están
dispuestos a poner vetos al PP si éste se permite menospreciarlos,
ignorarlos o actuar dando por supuesto que tendrían que apoyar a López
Miras como mal menor, en su valoración, ante la alternativa PSOE-Cs.
Quieren ser parte de toda negociación, porque están ahí, y han venido
para hacerse notar, no para ser compañeros de viaje a cualquier precio.
El PP, con Vox, ha dado en hueso.
(*) Columnista
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