jueves, 30 de mayo de 2019

Llegó Vox y mandó parar / Ángel Montiel *

Vox ha aprendido rápido. Ciudadanos podría haberlo ilustrado, por propia experiencia, antes de la constitución del Gobierno andaluz, pero no le interesaba hacerlo, claro. Si apoyas a otra u otras fuerzas políticas mediante el sí o la abstención para que formen Gobierno, olvídate después de tratar de intervenir en la gobernación. Tu papel consistirá en quejarte permanentemente de que los aupados no cumplen lo pactado, pero ya será tarde para derrocarlos. 

Vox, ya digo, ha aprendido la lección andaluza y no va a repetir el mismo error en la Región de Murcia. Y, además, empiezan por pedir respeto. Cuentan con cuatro diputados en la Asamblea, y no están dispuestos a ser ignorados ni a permanecer en el rincón. Para un pacto de Gobierno PP-Ciudadanos, como el que propuso López Miras el pasado miércoles, Vox sería imprescindible, pues aquellos partidos suman 22 diputados, uno menos de la mayoría absoluta. 

Lo que más ha molestado a la cúpula de Vox es que López Miras haya lanzado esa propuesta sin contar con ellos, dando por sentado que estarían obligados a apoyarla, pues la alternativa sería un Gobierno PSOE-Cs, tiznado por la izquierda. Y dicen en Vox: «Si gobierna el PSOE no será responsabilidad nuestra», pues para evitarlo ni PP ni Ciudadanos se habrían dignado siquiera consultar su opinión.

En Vox han estudiado detenidamente el Estatuto de Autonomía y el reglamento de la Asamblea Regional, y han resuelto que su voto negativo a una coalición de Gobierno en dos sucesivas sesiones de investidura la bloquearían y la situación conduciría a una repetición de las elecciones autonómicas. «Si esto fuera así, no sería nuestro problema», señalan. Para un Gobierno PP-Cs, López Miras e Isabel Franco deberían sentarse previamente a negociar con Pascual Salvador, líder regional de Vox, con luz y taquígrafos. 

Los de Abascal no están dispuestos a que el resto de los partidos, y menos los que necesitarían de su alianza para alcanzar el poder, los traten como apestados. No advierten de lo que plantearían en esas negociaciones, si compromisos programáticos o cargos en el Gobierno, pero empiezan por exigir negociaciones. «¿Acaso se ha creído López Miras que puede ser presidente del Gobierno sin sentarse a negociar con nosotros?», advertía ayer uno de sus responsables políticos. 

Pero van más allá. Señalan que sin su colaboración no podrá constituirse la Mesa de la Asamblea Regional y menos aún la elección de la presidencia. Aspiran a tener su representación en el órgano de gestión de Parlamento, y para esto el resto de los partidos políticos ha de entrar en conversación con ellos, a no ser que sean relegados por un acuerdo conjunto de PSOE, Ciudadanos y Podemos. 

Pero si el PP pretende contar con Vox, deberá apoyarlo en la votación para la constitución de la Mesa de la Asamblea. Hay que mojarse. Quien ponga líneas rojas a este partido no contará con su colaboración. Ni directa ni indirecta. Y esto último va por Ciudadanos. 

«No vamos a traicionar a nuestro electorado. No vamos a modificar nuestro programa. Quien quiera el apoyo de Vox deberá asumir el encargo que nos han hecho nuestros electores», dice un portavoz. Si alguien esperaba que el acceso a las instituciones flexibilizara las posiciones de este partido, está equivocado, al menos de momento. 

En cierta manera, la inicial actitud de Vox recuerda a aquel inaugural Podemos, que en la primera intervención parlamentaria de su líder negó toda posibilidad de colaboración con un PSOE que tenía «las manos llenas de sangre por el uso de la cal viva», aunque años después Pablo Iglesias ande mendigando ministerios al mismo líder socialista de entonces. No parece que Vox haya entrado ya en esa segunda fase. Es un partido roca cuyos dirigentes se han prometido a sí mismos ponerse a salvo de cualquier erosión. 

No van a ceder gratis su fuerza electoral al PP, y menos si éste pretende ignorarlos o ningunearlos. Tienen cuatro diputados, dos menos que Ciudadanos, decisivos por lo demás para un Gobierno que sostenga al PP, e insisten, de acuerdo a la consigna emitida ayer por su líder nacional: «Si gobierna la izquierda o hay que repetir las elecciones, la responsabilidad será de quienes pretendan ignorar que nuestra colaboración es necesaria para que gobiernen». 

Vox no admite bromas de quienes lo necesitan como socio potencial. Y están dispuestos a poner vetos al PP si éste se permite menospreciarlos, ignorarlos o actuar dando por supuesto que tendrían que apoyar a López Miras como mal menor, en su valoración, ante la alternativa PSOE-Cs. Quieren ser parte de toda negociación, porque están ahí, y han venido para hacerse notar, no para ser compañeros de viaje a cualquier precio. El PP, con Vox, ha dado en hueso.


(*) Columnista 


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