MURCIA.- Cáritas manifiesta que «si se hubiera acabado con la desigualdad
entre hombres y mujeres», no estaría denunciando en el Día Internacional
de la Mujer «la mayor incidencia de la pobreza en las mujeres», y es
que, denuncia la organización, «no solo es mayor el número de mujeres
pobres, sino que, además, la pobreza tiene un impacto mayor en ellas que
en los hombres».
Tras lo que hace referencia al último informe de
ONU Mujeres 'Transformar las promesas en acción: la igualdad de género
en la Agenda 2030' publicado en 2018, donde se señala que si bien a
nivel global ha habido avances en educación y mortalidad maternal, en
materia laboral la situación se ha quedado estancada.
Asimismo,
«las mujeres sufren más que los hombres la inseguridad alimentaria,
incluso en los países industrializados, ganan menos que los hombres,
dedican más tiempo que ellos a los cuidados domésticos, son más
vulnerables a la pobreza extrema y tienen menos posibilidades de acceder
al mercado laboral», continúa.
De todos los factores que pueden
incidir en el hecho de que una persona sea pobre, ninguno es tan
determinante como el género, añade Cáritas en comunicado de prensa, pues
«son múltiples los factores que confluyen para mantener esta realidad»
como que en el mundo laboral, los puestos de trabajo tradicionalmente
asignados a las mujeres están peor valorados y remunerados, mientras
que, al mismo tiempo, las mujeres tienen menores ingresos en el
desarrollo del mismo puesto de trabajo que los hombres.
Además,
les resulta difícil el desarrollo de su potencial profesional dada la
imposibilidad de promoción y acceso a puestos relevantes (es el
denominado techo de cristal). El Foro Económico Mundial alerta de que,
si se mantiene el ritmo actual en los esfuerzos por eliminar esta brecha
al ritmo actual, «tardaríamos hasta el año 2186 para lograrlo».
Otro
de los factores, «los estereotipos sociales y el sistema educativo, las
intolerables violencias machistas que sufren las mujeres, solo por el
hecho de serlo y que son de naturaleza diversa y de diferentes
intensidades, pero muy presentes en nuestra sociedad».
Según la
propia experiencia de Cáritas, a los recursos, centros y servicios de la
organización acuden, mayoritariamente, mujeres en situación de pobreza y
exclusión social. En los proyectos para Personas sin Hogar, por
ejemplo, detectan en los últimos años un aumento significativo de
mujeres, «que nos preocupa al tratarse de entornos con elevado nivel de
riesgo para ellas».
Tras lo que señala que sin un análisis serio
sobre las causas de la pobreza femenina, es «imposible» erradicarla.
Falta, en muchas ocasiones, «una perspectiva de género donde se
investigue cómo la pobreza incide de manera distinta en los hombres y en
las mujeres, y que mida el impacto que tienen tanto la pobreza como las
políticas y programas para poder combatirla».
Y un factor clave, a
juicio de Cáritas, es el hecho de que sigue siendo insuficiente la
cantidad de mujeres en cargos de responsabilidad y en espacios de
decisión que diseñen, aprueben e implementen políticas orientadas desde
esta perspectiva.
Tras apuntar que trabajan de manera activa «para
establecer un nuevo marco de relaciones entre hombres y mujeres, basado
en una educación en la que los valores de igualdad, solidaridad y
defensa de los derechos humanos tengan el protagonismo necesario», hacen
un llamamiento a los poderes públicos, al conjunto de la sociedad y a
la comunidad cristiana «para involucrarse conjuntamente en el desarrollo
de una sociedad basada en la igualdad real entre hombres y mujeres».
«Reclamamos
valentía y justicia para actuar firmemente contra cualquier forma de
violencia machista, que ponga los derechos de las mujeres en el centro
de las políticas, no únicamente por imperativo moral y obligado
cumplimiento de los derechos humanos, sino como condición indispensable
para el desarrollo sostenible de los pueblos», concluye el comunicado.
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