Sí, señor, un mar rojigualdo inundará
hoy el centro de Madrid. La España invicta, la de Covadonga, el Cid, Las
Navas de Tolosa, Trento, Pavía, Lepanto, Bailén, el Ebro. La España del
Cid, el Gran Capitán, Cortés, Pizarro, Franco. La España católica,
evangelizadora y cañí. Las alegres escuadras. Un llamamiento a la
conciencia de la raza. La España profunda.
Por
la unidad de la Patria. Allá van todos, castellanos, andaluces,
extremeños, muchos catalanes, astures, canarios. La unidad de los
hombres y las tierras de España del testamento de Franco, confiado luego
a su "sucesor a título de rey", Juan Carlos de Borbón. Un tsunami de
unionismo patriótico, de los verdaderos españoles.
¿Quién
pone en peligro la unidad de la patria? Los independentistas catalanes y
el traidor Sánchez. Al concentrarse la manifestación en los dos puntos,
"unidad de España" y "traidor Sánchez" se pone más de relieve el fin
implícito: todos contra Catalunya. "Catalunya, culpable", como antaño
fue "Rusia, culpable" para los antecesores ideológicos de estos
agitadores callejeros. Catalunya es la Antiespaña y Sánchez, traidor por
habers entregado a ella.
El
relato de la jornada dará para abundante anecdotario del pintoresco
foro público español. Acuden las derechas como un solo hombre, llamado
por la legión, "con razón o sin ella", aunque mirándose de reojo para
no contaminarse mutuamente. Pero todos a la tarea de llenar la plaza de
Colón con las gentes de España, mucho autobús y mucho bocata. Y
episodios chuscos, como el de Corcuera, abanderado de la Hispanidad. Ya
lo era de ministro. Pero entonces se limitaba a dar patadas a las
puertas.
Hasta
los suyos echan mal de ojo a Sánchez que, en su afán por sacar los
presupuestos, casi se pilla los dedos en los vericuetos de febriles
negociaciones. Al final, un whatsap de la vicepresidenta liquidaba la
mesa, el diálogo, la negociación y hasta el recuerdo de los hechos más
recientes. Sánchez remataba contundente: mientras él sea presidente, no reconocerá el derecho de autodeterminación. Para demostrar que no es un traidor, corre a echarse en brazos de quienes así lo califican.
Y
eso a escasos dos días del comienzo de esa farsa del juicio al
independentismo que se sigue con mucho interés en Europa y provocará
reacciones de todo tipo en la sociedad catalana. Con unas elecciones
municipales y autonómicas en ciernes y quizá unas generales anticipadas
si Sánchez no puede gobernar sin presupuestos.
En
esta situación convulsa, cuanto mayor sea el ruido, más evidente la
impotencia. El griterío de hoy bajo la banderaza de Aznar evidencia la
frustración del unionismo al ver que no consigue doblegar el
independentismo. Eso ya solo puede hacerse convirtiendo en dictadura
abierta en Catalunya la hasta ahora "democrática" tiranía de la
mayoría.
El
clamor colombino será por nuevas elecciones. De ellas se espera un
gobierno de salvación nacional con solida mayoría parlamentaria de la
derecha. Un gobierno contra Catalunya. Algo inútil porque es imposible
gobernar España contra Catalunya.
Sobre todo porque ya es un asunto europeo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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