Después del pedazo congreso que se marcó ayer la Xarxa Republicana
en Celrà, al que asistí casi en su totalidad, me ha quedado poco tiempo
para enterarme de las quisicosas que llamamos del mundo real, como si
el mundo virtual no fuera real.
Ya se sabe: declaraciones de unos u
otras políticas; el presidente Sánchez haciendo las Américas con ritmo
de amenaza caribeña; el tsunami amarillo del Estado; la hospitalidad de
los participantes en la Diada que ofrecen alojamiento a los peregrinos
de la libertad el 11-9 en Barcelona; las negociaciones sobre unos
presupuestos que nadie sabe si se acordarán, menos si se aprobarán y aun
menos si se ejecutarán; el encuentro entre la ministra Calvo y la
consellera Artadi, que los medios llaman "secreta",
cuando no puede serlo pues es pública, aunque, eso sí, a puerta
cerrada; el presidente Torra preparando su conferencia del martes con su
espíritu churchilliano que algunos medios le habían detectado y
aprovechado para interpretarlo torcidamente. Es el espíritu del célebre "sangre, sudor y lágrimas" resumido en el "sacrificios" del MHP.
Pero
por la independencia. De eso iba el Congreso de ayer. (Reitero mi
felicitación a los organizadores porque ha sido una genialidad que abre
todavía más caminos). De eso y de la República Catalana. De hecho, el
título oficial del evento era I Congrés de Piulaires per la República Catalana. Lo
dijo el presidente Puigdemont, en calidad de "Piulador a l'exili" y
todas y todos más o menos coincidimos, incluidos otros exiliados, como
Valtonyc y Carrasco.
El congreso hace visible el impacto de las redes en
la revolución catalana en marcha y, entre las redes, claro, tuiter que
está en primera línea de la batalla mediática. Su misión: contrastar en
tiempo real la información, verificarla o desmentirla, contextualizarla y
difundirla. Un tiempo real a veces de minutos.
Se tarda menos en
detectar un fake que en fabricarlo. Y todo eso en un clima de
amenazas, agresiones, insultos, calumnias paara generar "ruido" e
impedir una comunicación emancipadora sin conseguirlo porque enfrente
tienen un movimiento social muy amplio, estructurado y coordinado de
modo flexible en una simbiosis entre las redes virtuales y las
relaciones a través de las asociaciones. Algo así es indestructible.
Porque,
además, es nuevo. Los distintos debates que hubo ayer se vivieron como
especie de asambleas espontáneas de tuiteras que provechaban la ocasión
para interactuar con sus referentes y con los políticos.
Y, en general,
creo que el criterio que espontáneamente más se respaldó fue el de
unidad. Fue una jornada en la que se hizo realidad aquello tan trillado
pero tan cierto de "no preguntes qué puede hacer tu país por ti;
pregunta qué puedes tú hacer por tu país."
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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