Ya tienen los dos presidentes de la Generalitat la propuesta concreta
para Catalunya que pedían al presidente Sánchez. Ofrece este un
referéndum, nada menos que un referéndum, término satánico, no sobre la
independencia, sino sobre el "autogobierno". Y cuando los dioses sean
servidos.
Es
pura retórica de ocultación. Se trata de ofrecer otro estatuto por el
procedimiento ordinario de referéndum autonómico. O sea, todo se queda
como está, con algunas prebendas añadidas. Porque todo se hará dentro de
la Constitución y la ley y los usos y costumbres del reino, que no
menciona pues vive en ellos, como cuando se confiesa
republicano-monárquico.
Y
retórica de dilación. Esa es la esencia de la propuesta: un "hecho" en
diferido. Él mismo avisa de que la solución a la "cuestión catalana"
será a medio plazo, medido en años. Y eso es lo que pretende: iniciar un
proceso largo y complicado de redacción de un nuevo estatuto que se
prolongará con los trámites posteriores de aprobación hasta vaya uno a
saber cuándo.
Suena a tomadura de pelo. En los negros años del
franquismo conocí a un alto funcionario, muy considerado por tener un
gran historial de eficacia gestora, quien me confesó el criterio que
aplicaba al abordar las cuestiones que resolvía. Hacía triaje: a)
asuntos que el tiempo resolverá; b) asuntos que ni el tiempo resolverá; y
c) asuntos de cojón de mico. El Estatuto del eterno retorno seguramente
pertenece a esa tercera y misteriosa categoría.
Y
es también retórica de confusión. En una entrevista en la SER, Sánchez
ha desplegado todo el abanico de fantasías, puras trolas y sofismas
sobre Catalunya de su propia y de ajena cosecha. Lo que está allí en
juego, dice, no es la independencia sino la convivencia.
Es falso.
La amenaza a la convivencia no la trae el independentismo ni
está en Catalunya sino que viene con las bandas fascistas que atacan a
la gente, inspiradas y orientadas por C's y toleradas, sino alentadas,
por el gobierno.
Las demás falsedades vinieron en cadena. La más
socorrida, la de los "dos bloques", sobre los cuales pretende él ejercer
una autoridad de mediador imparcial cuando es parte de uno de ellos y
parte beligerante. La realidad es una mayoría suficiente para la
independencia y más que suficiente para la autodeterminación, tan negada
por este gobierno "dialogante" como la independencia.
Todo
eso da igual. Como cuando Sánchez califica de "retórica inflamada" las
afirmaciones de Torra en respuesta a su amenaza de aplicar el 155 que
es, como todo el mundo sabe, un mensaje de buena voluntad.
No
quiero especular sobre lo que pueda decir hoy el presidente Torra en su
conferencia, que escucharé con gran atención, como sin duda harán en La
Moncloa, La Zarzuela y muchas cancillerías extranjeras.
Porque, en efecto, la "cuestión catalana" es la "cuestión española".
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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