lunes, 4 de junio de 2018

Pedro Sánchez empieza a moverse entre zombis y Frankenstein / José Oneto *

Cualquiera que este fin de semana haya hecho una lectura sosegada de la prensa internacional, habrá comprobado que ha habido exageraciones, y muchas, en la valoración de la abrupta e inesperada salida del poder del presidente  Mariano Rajoy Brey (63 años) y,  la también,  inesperada  e imprevista  victoria del nuevo presidente del Gobierno del  Reino de España, el socialista Pedro Sanchez Pérez-Castejón  (46), el “Guapo”, según destacan la mayoría de los medios internacionales.

Exageraciones que ha llegado hasta el New York Times al afirmar que la retórica de la crisis política en España, se está radicalizando hasta el punto que el Gobierno Rajoy  y su partido, el Partido Popular, han sido etiquetados como “zombis” y Pedro Sánchez y quienes le han ayudado a ganar la moción de censura, con 180 votos, “Gobierno Frankenstein “. 

Es decir, que el país estaría entre zombis y Frankenstein y que eso, esa descripción de radicalismo latente, podría provocar una gran inestabilidad económica, una subida de la prima de riesgo y un hundimiento de la Bolsa, con el inevitable contagio que un Gobierno euroescéptico como el que se acaba de instalar en  Italia, está  produciendo ya, en el Sur de Europa.

El primer día de Sánchez en la Moncloa  se ha iniciado este lunes, con una entrevista con el presidente de Ucrania, Petró Porosshenco, un político que conoce muy bien España porque tiene su residencia de verano cerca de Marbella, en La Zagaleta, y que se ha tenido que celebrar ante la imposibilidad material de suspenderla. 

Al fin y al cabo, los servicios del Estado, aunque haya cambios, siguen funcionando como un reloj y, a las siete  y media y media de la mañana, todo el protocolo estaba ya en marcha como si el traspaso de poderes en La Moncloa se hubiese efectuado hace una semana. 

Mientras Porosshenco y Sánchez hablaban entre ellos en inglés, sin intérprete, la Bolsa abría con una subida del 1,61% (9.787 puntos) y la prima de riesgo se situaba en 94,50 con una bajada por encima del once por ciento.

Entre zombis y Frankenstein, el Presidente del Gobierno comenzaba a trazar las líneas maestras de lo que será su gobierno que se hará publico este miércoles, jugando con que tiene que mover piezas para seguir controlando el partido y el Grupo Parlamentario. 

Para este delicado cargo, necesita un político especialmente bregado en las labores parlamentarias, con gran cintura política e imaginación, ya que tiene que hacer frente a una situación muy complicada políticamente, con un Partido Popular que ya ha resucitado una oposición de enfrentamiento total, unos aliados de los que no terminan de fiarse y con solo 84 diputados, de los cuales algunos han sido muy reticentes a su trayectoria política y están más en la línea de la presidenta andaluza Susana Díaz, que en la suya.

De entre las decenas de comentarios, crónicas y editoriales de fuera, hay algunos que alaban los rasgos ejemplares que ha tenido el cambio de poder en España por lo rápido y ordenado en que ha transcurrido: Un jefe de Gobierno pierde su cargo porque su rival ha logrado una nueva mayoría en el Parlamento. Hay una moción de censura y, al mismo tiempo, un nuevo gobierno. “Así es cómo funciona la democracia” 

“Y España – comenta el  Süddeutsche Zeitung – demuestra algo más: En política merece la pena tener coraje. En 2016, Pedro Sánchez se resistió a todos los susurros desde Bruselas, Berlín y de su propio partido para que entrase a formar parte de una gran coalición con los conservadores como socio junior. 

En cambio, esperó hasta que llegó su hora y Rajoy tropezase con una trama de corrupción”. Probablemente el comentario más favorable a lo que ocurrió la semana pasada en España sea el del diario británico The Guardian: “Deberíamos resistir a la tentación de rechazar este cambio. El primer motivo es porque Rajoy, un gran superviviente que desde 2011 lideró España durante un periodo de recesión y crisis de la deuda de la eurozona, merecía marcharse. 

La semana pasada un tribunal dictó pena de cárcel para uno de los ex tesoreros de su partido por fraude y blanqueo de dinero, y multó al propio PP por haberse beneficiado, como institución, de comisiones a cambio de contratos públicos. Tras un escándalo de corrupción de tamaño calibre, era totalmente necesario que se fueran tanto el partido como su líder, y que se formase un nuevo gobierno.

El segundo motivo, sigue diciendo The Guardian, es que Sánchez ha llegado al poder con el impulso político a su favor. Tras los comicios de 2016, en los que los socialistas perdieron escaños, Sánchez se negó a respaldar un nuevo gobierno en minoría de Rajoy, a quien acusaba de corrupción. Entonces se produjo una larga parálisis en el seno del partido socialista, y los moderados de su partido terminaron forzando su salida. Hace un año, Sánchez recuperó el liderazgo del partido. 

Ahora, tras las sentencias por corrupción, puede reivindicar que tenía razón. Un tercer motivo por el que Sánchez podría mantenerse más tiempo del que cabría esperar a juzgar por las cifras es que su principal rival de la oposición, Podemos, está flaqueando. El líder del partido emergente, Pablo Iglesias, sobrevivía recientemente a un voto de confianza tras las críticas recibidas por haber comprado una lujosa casa a las afueras de Madrid, y mientras, Podemos pierde puntos en los sondeos.


(*) Periodista y economista


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