lunes, 14 de mayo de 2018

Investidos Puigdemont, que mandará desde Berlín, y Torra desde Barcelona / José Oneto *

Por 66 votos a favor (entre ellos, sorprendentemente, los de dos de los fugados de España para evitar la prisión por participar en un golpe de estado, y exilados en  Berlín y Bruselas);  65 en contra, y cuatro abstenciones, las de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), ha sido reelegido  Carles Puigdemont, y en su nombre, Quim Torra, presidente de la Generalitat de la que fue relevado tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

El Parlamento catalán  en esta segunda sesión, ha votado por delegación a Puigdemont y ha designado como delegado suyo en Barcelona y en la Generalitat a Quim Torra,  profesional del mundo económico del seguro, y un desconocido en el mundo de la política pero que, cuanto más se conoce de él  más inquietud produce. 

Se trata de un independentista radical de derechas, neoliberal, defensor de  posiciones supremacistas y xenófobas y cercano a movimientos radicales como Alternativa para Alemania o Amanecer dorado. Los tuits del personaje y, sobre todo, sus artículos en contra de los españoles a los que llama bestias, contra los inmigrantes, contra el castellano son de tal brutalidad y agresividad que sorprende que este hombre pueda ser el Presidente por Delegación de Cataluña.

El verdadero presidente, el señor Puigdemont, ha seguido en directo todo el debate (TV3 lo ha transmitido con esa doble imagen, dando a entender que los investidos eran los dos, uno en Barcelona y otro en Berlín), ha estado todo el tiempo pendiente de las palabras de Torra, de su lenguaje corporal y de su cara de preocupación cuando Inés Arrimada, la líder de la oposición, ha comenzado a leer no tuis, sino escritos  del supremacista en los que sostiene que los que no hablan catalán son “carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana que beben odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua…”

Bajo, la mirada del fugado de Berlín, que podía verse en las pantallas de TV 3, siguiendo el debate por ordenador, Torra cumplía con lo que se le había ordenado: “el Presidente -decía-  es Puigdemont  y las decisiones se tomarán  tanto desde el Consejo de la Republica, que presidirá Puigdemont, como desde una Asamblea de cargos electos, una suerte de Parlamento paralelo, formado fundamentalmente por independentistas”.  Y además, añadía, respeto a la Declaración Unilateral de Independencia del 27 de Octubre, fecha en la que la CUP ya ha exigido que se vuelva a declarar formalmente este año la Independencia de Cataluña y la escisión de España.

Y además, seguir con todo lo que se había aprobado antes de la intervención del Gobierno central, luchar por la instauración de la República catalana, impulsar todas las Leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional y colocar al Parlamento en el centro de cualquier decisión y obediencia. Y todo eso, con el articulo 155 todavía en vigor, y que todos los partidos, excepto Ciudadanos, se quieren quitar de en medio, como sea. 

Especialmente Mariano Rajoy, que, al igual que anunció, en su momento y en repetidas ocasiones, que no se llevarían a cabo los Referéndum del 9-N y del 1-O, y que se cumpliría la legalidad vigente y el orden constitucional en cuanto a consultas  y declaraciones  ilegales, hoy ha vuelto a repetir exactamente lo mismo, casi con las mismas palabras, y probablemente con el mismo resultado que las anteriores.

Como única reacción política, ha convocado una reunión con el secretario general del PSOE para el martes y otra, con Albert Rivera para el miércoles, cuando es tan grave lo que ha pasado estas últimas setenta y dos horas en el Parlamento catalán, que debía haber convocado a la vez a representantes de todos los partidos políticos, por lo menos para reflexionar hacia dónde va a Cataluña y qué es lo que hay que hacer para que, como está ocurriendo, la situación  continúe complicándose, y radicalizándose. 

Porque la situación hoy es más grave que antes de la aplicación del 155, el independentismo sigue llevando la iniciativa y la salida a una situación tan crítica como la actual, no la soluciona sólo el Tribunal Superior de Cataluña, la Audiencia Nacional y el juez Llarena… Algo tendrá que hacer Rajoy.



(*) Periodista y economista



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